La Administración Autonómica y la protección del Patrimonio Etnológico: la Comunitat Valenciana


Introducción

La Antropología, por su propia naturaleza, se dedica a estudiar el Hombre, sus obras y sus actividades, de manera lo más íntegra posible. Este conocimiento pretende, de una manera objetiva y científicamente distante, conocer para reconocer el sentido de los actos y los productos del Hombre, sin llegar a intervenir, para no manchar esa presunta objetividad. El entendimiento de las obras del Otro se realizaría a tres niveles, concéntricos y necesariamente interrelacionados: la Etnografía, como simple observación, descripción y clasificación; la Etnología, como proceso explicativo y de síntesis, con una perspectiva territorial, histórica o sistemática, y la Antropología, como un segundo y definitivo nivel de síntesis, para obtener unas leyes más o menos universales, que expliquen todas las sociedades existentes a lo largo del tiempo y del espacio, así como las diferencias en un mismo grupo. Esos acercamientos a la realidad de las culturas, que describe MORENO (1991), siguiendo a LÉVI-STRAUSS, incitan a un acercamiento siempre global, en cualquiera de los niveles.

El Patrimonio Etnográfico de una Comunidad se convierte, por tanto, no sólo en los restos de anteriores modos de vida, que deben ser conservados para que permanezcan en la memoria colectiva, sino en el conjunto de edificios, espacios, bienes y actividades que caracterizan a esa Comunidad, y que la han diferenciado y la distinguen, a lo largo del tiempo. Desde otra perspectiva ese Patrimonio Etnográfico sería el signo que permite construir la identidad, la cohesión y el sentido de pertenencia de esa Sociedad.

La actividad de la Administración Pública de determinado territorio suele tender al conocimiento, la protección y la difusión de ese Patrimonio Etnográfico Identificatorio, en palabras de MORENO, de manera que sea un conjunto siempre vivo, en continuo estado de renovación.

Trataremos de discutir estos conceptos (Patrimonio, Intervención, papel de la Administración) a lo largo de las siguientes líneas.

La intervención en Antropología

La Antropología gusta de aparecer como una Ciencia Pura, especialmente en los ambientes académicos. Cualquier intervención supondría un alejamiento de la Ciencia, una mercantilización de la misma.

Esta pretensión choca, sin embargo, con los orígenes de la disciplina, que pretende conocer al Otro primero para comprenderlo, y con ese conocimiento dominarlo y vencerlo. Esto es lo que propugna DEL SEYXO (1796), en un librito de pequeño tamaño, propio para los bolsillos de los Viajeros, pero de largo título. El conocimiento de la globalidad, incluyendo al Hombre (considerado como un Animal), su organización social, y el Medio Natural donde vive, deben servir para controlar mejor ese conjunto, para sacarle el máximo partido, en bien de la Nación.

Un siglo más tarde, los primeros antropólogos británicos que hacen trabajo de campo, así como sus colegas norteamericanos, van de la mano de la Administración, tanto como asesores o incluso como formadores del funcionario medio y alto que va a encargarse de la gestión de las Colonias, precisamente para evitar los problemas y los desajustes con las tribus y las naciones ocupadas KLUCKHOHN (1974). Incluso acompañan o preceden las mismas tropas de ocupación, para aconsejar a los militares, de acuerdo con el resultado de sus investigaciones.

PEACOCK (1989) va aún más lejos y mantiene que la Antropología, por su misma metodología (el trabajo de campo) ya es una ciencia aplicada, porque se ve envuelta en los grupos humanos a través de la observación participativa. La Antropología, si solamente se mueve en un contexto académico, su ámbito es estrictamente la Universidad, pero si aplica, se convierte en una herramienta útil para el conocimiento y para la toma de decisiones correctas, no sólo desde la Administración, sino para el mismo ciudadano medio.

Nos referiremos, por tanto, a una forma muy concreta de Antropología Aplicada, la que está al servicio de la Administración. No tanto de una Antropología dedicada a asesorar para evitar disfunciones o malos entendidos, cuanto a una Antropología dirigida a la protección del llamado Patrimonio Etnológico.

Una Antropología, en suma, dedicada a la creación, en cierto modo, de los símbolos de identidad de un pueblo, porque recomienda a los que pueden tomar decisiones qué cosa proteger, cómo hacerlo y por qué.

"Laissez faire" o intervenir

Como consecuencia, la elección entre la objetividad no comprometida ( el laissez faire francés) y el compromiso de la acción profesional, queda claramente definido para los profesionales dedicados a la protección del Patrimonio Etnológico desde la Administración: se trata de intervenir, directamente, para tratar de proteger, desde unos supuestos técnicos, y por tanto con base científica, una serie de elementos culturales que configuran, o pueden configurar, los elementos patrimoniales identificatorios.

El estricto seguimiento de unos criterios científicos permite un cierto alejamiento metodológico que no solamente garantiza la objetividad del trabajo, sino que permite, al menos en la teoría, discernir cuales son los elementos patrimoniales sobre los que conviene actuar.

Trabajo técnico y actividad política

Sin embargo, la presunta objetividad metodológica se ve mediatizada por dos importantes aspectos, marcados por el funcionamiento de esas Empresas tan especiales a las que se dedica nuestra atención profesional. Los límites vienen marcados por los presupuestos, por un lado, y por las necesidades políticas de los cargos que dirigen los departamentos de la Administración.

Los límites económicos suponen, entre estos dos condicionantes, el principal freno a la actividad de los técnicos: los caudales dedicados a la Cultura son siempre insuficientes, pero, sin duda, los presupuestos menores son los dedicados a la Etnología.

La presión política es mucho menor de lo que pudiera parecer desde fuera de la Administración: los técnicos, dedicados a un tema tan especializado, determinan a menudo la toma de decisiones, al mostrar los pros y los contras de una opción. Eso no supone, de ninguna manera, que los técnicos marquen la línea a seguir (la poca atención presupuestaria, por ejemplo, es una decisión política en la que no intervienen los técnicos), pero disminuye su dependencia y les hace aún más responsables de las decisiones que se toman.

Por otro lado, su presencia en las reuniones entre unos y otros ámbitos de la Administración (de los políticos de la Dirección General y de los responsables de Ayuntamientos o Diputaciones) les coloca en una ambigua y delicada situación, al reforzar su papel de mediador entre las comunidades y los políticos, entre los problemas técnicos y la decisión política. La indefinida posición del Etnólogo es compartida por los otros Técnicos de la Administración, aunque quizás destaque entre los Antropólogos: comerciantes de palabras, constructores de identidades, albañiles de recuerdos plagados de identidades...

El Patrimonio Etnológico

El llamado Patrimonio Etnológico está formado, como bien dice MORENO, por todos aquellos elementos que conforman, o han conformado, la especificidad de un pueblo. Parece muy conveniente no llamarlo ni Popular ni Tradicional. En efecto, lo popular remite a ciertas clases sociales (lo que los italianos llaman las clases subalternas), mientras que lo Tradicional es lo indefinido. LENCLUD (1987) analiza este término de Tradición, siempre asociado a la Etnología, y relacionado con temas conservados en el tiempo, con mensajes culturales y con un modo particular de transmisión. Sin embargo no todos los temas son tradicionales, y es finalmente el etnólogo el que parece erigirse en el Maestro que dirime que cosa lo es y que cosa carece de la etiqueta de la Tradición. Parece más bien que se trata de actos del pasado, repensados desde el presente: la tradición justifica más bien el presente por el pasado.

Por tanto, este Patrimonio Etnológico, que sirve para que la Comunidad se vea a sí misma en el presente y que le sirva para explicar su pasado, es el propósito de la protección por parte de los Antropólogos al servicio de la Administración. Estos Bienes están formados por elementos de Patrimonio Inmueble, de Patrimonio Mueble, y de las Actividades o sea el llamado Patrimonio Inmaterial.

El patrimonio inmueble

El patrimonio inmueble de interés etnológico no puede limitarse, por supuesto, a los edificios relacionados con la llamada Tecnología Preindustrial.

Ni siquiera debe limitarse a aquellos edificios tratados por la llamada Arqueología Industrial (aunque los límites entre unos y otros no siempre acaban de estar claros). Se trata, como afirma MORENO, antes citado, de proteger aquellas instalaciones inmuebles que estén referidas directamente con actividades, con creencias o con referencias llenas de significado para una comunidad dada. Incluso, en sentido estricto, se trataría de proteger las instalaciones inmuebles que aún tienen sentido, o que lo tienen ahora. Para una Antropología supongo que académica los antiguos inmuebles, restos de otras épocas tecnológicas o culturales, como quiera que carecen de significación o de uso, debieran ser despreciados.

No obstante, parece más conveniente rellenar de sentido ciertos edificios, no siempre paradigmáticos, para convertirlos en referencias para la comunidad. Esto es lo que ocurre cuando se publica un Corpus, como el de la Arquitectura rural francesa, tal y como lo analiza CUISENIER (1987) La necesaria selección de ejemplos sirve para convertir ciertos edificios, que caracterizan los diversos tipos de hábitat campesino, en inmuebles-tipo, en modelos a partir de los cuales se reforzará y reconstruirá el mismo patrón una y otra vez.

La elección, que carece de dudas en cuanto a los grandes Monumentos, es mucho menos sistemática en lo referente a edificaciones de carácter etnológico. Es sabido que las zonas ricas, de rápido movimiento económico, conservan poco patrimonio inmueble, precisamente por los continuos trasvases entre empresas y edificaciones. Lo contrario ocurre en las zonas pobres, que han mantenido hasta ahora su Patrimonio Etnológico por la poca movilidad monetaria, pero que lo están perdiendo por el abandono o por el cambio de uso debido, entre otras causas, a las segundas residencias. Todo esto supone que, a menudo, no se incide en la protección del mejor inmueble o del más representativo de cierta tipología, sino en el último existente. A veces no se protege lo mejor, sino lo único que queda.

El patrimonio mueble

El destino del Patrimonio Mueble Etnológico es, a menudo, la Tasca para el turismo o, lo que no suele ser mejor, el pequeño Museo Local.

Una de las características que merece reflexión, sobre todo porque sirve para desmontar algunos tópicos demasiado bien fundados, es el carácter consumista de la llamada Sociedad Tradicional: los elementos empleados (herramientas, útiles) son de usar y tirar, sin tenerles ese respeto hacia el objeto que compartimos los antropólogos con los arqueólogos, los anticuarios y algunos fetichistas. Es cierto que el concepto de uso se extendía a lo largo de un lapso de tiempo mayor, y que no pocas veces se conservaban cosas que aún podían servir, no porque fuesen antiguas o buenas.

Esto supone que muchos objetos etnológicos, antiguos o actuales, solamente tienen valor mientras dura su utilidad. Luego se convierten en signos vacíos, propios para llenar paredes de mesones o de residencias de verano, pero carentes de toda referencia y de todo significado.

El único interés de los objetos etnológicos consiste en su recolección sistemática, en su exposición y su conservación reguladas, en la difusión de los conocimientos y de las técnicas que los llenaban de contenido.

Por cierto: ¿existe algún objeto de interés etnológico declarado BIC? La LPHE lo permite, por supuesto, e incluso se aportan, en el desarrollo de la Ley, los modelos de fichas necesarios para tal declaración. Pero ignoramos que ningún objeto, ningún conjunto de interés etnológico, haya sido ascendido a la máxima División para los Bienes Culturales.

Las actividades

Las actividades son, sin lugar a dudas, el aspecto más complejo del Patrimonio Cultural. El Patrimonio Mueble y el Inmueble son, relativamente, fáciles de definir: parecen tener vida propia, aunque no existan ya los que los construyeron. De algún modo son iconos, más o menos vacíos de contenido, que podemos llenar de significados múltiples.

Las actividades, que en Andalucía prefieren llamar el Patrimonio Inmaterial, carecen de esa existencia autónoma: se recrean cada vez que son llevadas a la práctica, y la puesta en funcionamiento más que una recreación supone una actualización, un volver a empezar.

Veremos a continuación la posibilidad de protección del Patrimonio Inmaterial y sus dos principales tipos: las actividades rituales y las económicas.

Desde un punto de vista jurídico, este Patrimonio Inmaterial plantea muchísimos problemas, ya que supone una especie de coacción hacia el interesado. Parece como si se quisiera que hiciese, obligatoriamente algo, cosa que está prohibida por la Constitución Española. Sin embargo olvidan los que interpretan de este modo la LPHE que cualquier reglamentación que trata de proteger el Patrimonio ya supone, por su existencia, una limitación importante a los derechos de los Titulares de los llamados Bienes Físicos.

La declaración de las actividades no parece complicada, sin embargo. Se trataría, como de cualquier otro Bien, de definir la actividad que se quiere proteger, incoando un expediente de BIC normal. Por supuesto, cualquier cambio de alguna de las características de la actividad (el momento en que se realiza, el espacio que se ocupa, la indumentaria o los gestos) debería autorizarse por la Administración correspondiente. Este misma Administración, a través de los correspondientes Servicios Técnicos de Inspección seguiría el buen desarrollo de la actividad, iniciando un expediente sancionador si ésta no seguía las normas definidas cuando su declaración como BIC, y llegando a proponer, en su caso, un expediente de anulación de la declaración de BIC.

Dicha proclamación para una fiesta o una artesanía supondría, seguramente, un reconocimiento de tal modo, que los mismos intérpretes se verían impelidos a mantenerla y recompensados moral, económica y culturalmente por hacerla. Por otro lado, esa declaración les abriría el acceso a subvenciones y otras ayudas económicas de la Administración.

Actividades rituales: las fiestas
Las fiestas muestran, de manera paradigmática, el significado de la Cultura: se trata de actividades inútiles, que interrumpen la cadena normal de producción económica, y que sirven, además, para generar gastos que no producen ningún rendimiento. A todo caso sirven para huir de la realidad, siempre dura, y para tranquilizar las masas, siempre dispuestas para la rebelión y el desorden.
Sin embargo, desde otro punto de vista, el antropológico, las actividades sirven precisamente para todo lo contrario. Las fiestas se convierten en la actividad central de la Comunidad, en aquella serie de actos que sirven para reconstruir los valores del grupo, para reforzar sus referencias, para darles un sentido a sus vidas.
No reflexionaremos sobre las fiestas, cosa que han hecho mucho mejores plumas que la nuestra, pero insistiremos en su papel de actividad que puede ser protegida por medio de la LPHE, y no soló por la fijación en caso de posible pérdida.
Hay una sola fiesta considerada BIC, el llamado Misteri d'Elx, que ellos llaman la Festa. Declarada durante la República, su existencia plantea continuos males de cabeza a los tristes abogados que más que defender el Patrimonio, solamente piensan en los posibles daños que pueda suponer esta defensa a los ciudadanos. ¿No será mayor, en muchos casos, la pérdida cuando no se protege una actividad, pues supone un mal no sólo para algunos sino para toda la Comunidad?
Actividades económicas: las artesanías no rentables
Es conocida la actitud que mantienen las Administraciones encargadas de la Industria, la Economía y la Artesanía: hay que primar los estudios sectoriales, para mecanizar y mejorar la distribución de ciertas industrias pequeñas, mal llamadas Artesanas, de manera que produzcan más y mejor, o que cierren sin dejar rastro. Por otro lado, cualquiera puede ser llamado Artesano: basta, a menudo, que haga las cosas un poco chapuza, que emplee sus manos.
En realidad debiera tratarse la presunta Artesanía con el mismo patrón que los demás hechos culturales: una actividad, productiva, que realice objetos de valor identificatorio para una comunidad, debe ser protegida de manera que siga funcionando, aunque no sea económicamente rentable. Es lo que se trató de hacer, y que no pasó de ser un fracasado intento, a través del Instituto para la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC) del Ministerio de Cultura, en el programa Artesanías Españolas en Peligro de Desaparición (APD). Siguiendo el modelo japonés de diez artesanos que son Monumento Vivo Nacional, se quería proteger, desde la Administración Central a diez artesanos, que se suponía significativos para nuestras culturas comunes. Todo quedó en nada, pero la idea, fructífera, merece ser retomada. Se protege administrativamente a ciertas actividades, importantes para la Comunidad, aunque no sean rentables Desde luego se trata de amparar no sólo actividades recuperadas (lo que a menudo quiere decir inventadas), sino otras, existentes o por inventar, que sirven para construir los modelos, las referencias de la Comunidad.

Los Museos etnológicos

MAUSS (1971) propone que los museos son los archivos de una comunidad: La museografía de una sociedad consiste en el establecimiento de sus archivos materiales, pues los museos son archivos.

Desde luego, esta idea básica de que los museos sean los guardianes de la memoria de una comunidad parece especialmente adecuada para los museos etnológicos. Ciertamente hoy se esperan muchas más cosas de los museos, desde que sean un lugar de encuentro a un lugar de diversión, de aprendizaje o de difusión de conocimientos. Sin embargo, este papel de conservadores de ciertas parcelas privilegiadas del recuerdo parece ser el papel dominante de los Museos Etnológicos. Recuerdo que debe ser, como es bien sabido, recogido, conservado, divulgado e investigado.

Sin embargo, más allá de estas funciones básicas de los Museos, que discutirán los expertos en museografía y en museología, nos referiremos mejor a los dos grandes tipos de Museos Etnológicos, los monográficos y los territoriales, que parecen reflejar la mayor parte de las instituciones existentes en nuestro Estado. No nos detendremos, desgraciadamente, en los llamados Ecomuseos, que son, todavía, un modelo lejano y no aplicado por nuestras tierras.

No olvidemos finalmente que un Museo, para ser considerado como tal, debe tener un Conservador, Director o Técnico, de formación Universitaria y con dedicación profesional exclusiva. Poco se puede esperar de gentes que se dedican con mucha voluntad y mayor afición a llevar adelante una Institución en sus ratos libres. El Museo debe tener también una colección adecuada, y unas condiciones de exhibición, conservación y manipulación de los materiales que aseguren su existencia.

Museos territoriales
La mayor parte de los museos etnológicos son aquellos mal llamados Museos Locales, que reúnen, a menudo, una colección inconexa y carente de sentido de trastos viejos. O, mejor dicho: una colección con un sentido muy claro: guardar para que no se pierda.
Dichos Museos locales, que corresponderían al tipo de archivos de la memoria de una comunidad, carecen de sentido si no están convenientemente ordenados. No se trata sólo que hayan sido montados con criterios museísticos, ni que tengan los materiales convenientemente conservados. Tampoco han de limitarse a tener una exposición altamente educativa. Han de ser, sobre todo, coherentes, y deben tratar de reproducir un modo de vida, de forma que no parezca algo inconexo y primitivo, sino algo coherente, incluso con todas las contradicciones propias de todo grupo.
Por eso parece mucho más conveniente, sobre todo porque los esfuerzos económicos y personales no son nunca ilimitados, el hacer Museos Territoriales de un ámbito mayor que la propia población. La Comarca suele ser ideal, tanto porque reúne elementos parecidos, pero suficientemente distintos, cuanto que supone, generalmente, una Unidad Cultural.
Por otro lado, un Museo Comarcal debiera ser el resultado de los esfuerzos de los diversos municipios: es difícil comprender (aunque lo sea más fácil de entender para un Antropólogo) la existencia de dos o tres Museos del Vino, en pueblos cercanos de una misma comarca, que no han sabido ponerse de acuerdo. Para ello hay soluciones ya adoptadas en diversos lugares. Así, en la comarca de La Marina, en la Comunitat Valenciana, Dénia coordina los diversos Museos Locales, que se han especializado en los distintos productos comarcales (el aceite, el arroz, la pasa, el transporte marítimo, la alfarería), de manera que cada pueblo aporta a los demás y se enriquece con los materiales de los otros.
Naturalmente están los Museos Nacionales, lo que corresponde al Museo de toda una Comunidad Autónoma, pero desgraciadamente estos apenas existen más que en el papel. ¡Y no digamos aquel misterioso Museo del Pueblo Español, que ahora parece volver a emerger de los sótanos del olvido!
Museos monográficos
Los Museos monográficos constituyen, a menudo, una alternativa mucho más inteligente a los Museos locales, y mucho más atractiva para los posibles visitantes.
Se trata de reunir una colección única para un amplio territorio, relacionada con un tema especializado. Incluso parece oportuno que la exhibición sea singular en toda la Comunidad Autónoma, y que se dedique el esfuerzo de muchas poblaciones que pueden estar relacionadas con el tema.
Buenos ejemplos de ello pueden ser el Museo de la Taronja (Museo de la Naranja) de Borriana o el Museu de la Ceràmica Plana, de Onda, que reúnen colecciones únicas de toda la Comunitat Valenciana, aunque ambos elementos, la cerámica o la naranja, sean comunes a numerosos pueblos valencianos. El caso de Onda puede ser paradigmático, y marcar el camino a seguir en futuros museos: partiendo de las importantes colecciones municipales, apoyan la idea del Museo los pueblos de la Comarca, productores también de azulejos cerámicos. También participan los Industriales, que quieren asociar su trabajo actual con los orígenes históricos, más o menos míticos, de sus fábricas. Su idea, compartida por los Ayuntamientos y por las Instituciones Autonómicas, consiste en aunar los diversos esfuerzos para hacer un museo vivo, que no solamente sirva para mostrar las colecciones y reivindicar sus orígenes ("¡Aquí llevamos haciendo cerámica desde hace cuatro siglos, no somos unos recién llegados!"), sino para convertirse en un lugar de diseño de nuevas formas, enraizadas con la Tradición, de encuentros comerciales y de difusión cultural de la comarca.

Los Inventarios

Por definirlos de algún modo, los Inventarios del Patrimonio Etnológico (como cualquier otro inventario patrimonial, por otra parte) serían de dos grandes tipos: Inventarios de Investigación (que parece mejor llamar Catálogos), e Inventarios de Gestión (propiamente Inventarios).

Los Inventarios Etnológicos se parecen, al menos en cuanto al elevado número de datos que manipulan, a los Inventarios Arqueológicos: es preciso conocer la existencia, la localización, la procedencia, la forma y el uso de miles y miles de piezas, a menudo de tamaño ínfimo. Hasta ahora parecía tarea imposible, a la cual había que dedicar muchas vidas, la manipulación, la comparación y la catalogación de esos miles de objetos existentes en museos, colecciones o en simples lugares privados. La Informática, tan querida por todos nosotros, se convierte en una eficaz ayuda para la manipulación y los accesos a esos Inventarios, siempre que los ordenadores ocupen su justo lugar, es decir como herramienta, como medio y no como fin. como un auxiliar para el conocimiento, pero no como substituto de la actividad misma de conocer.

Hay numerosas experiencias sobre el empleo de la informática al servicio de los Inventarios del Patrimonio Etnológico, que siguen alguna de las dos vías apuntadas: la Investigación y la Gestión. GUIBAL y LAZIER (1990) refieren dos actuaciones paradigmáticas en este campo de los Inventarios del Patrimonio Etnológico. La primera actuación es el conocido inventario del Musée National des Arts et Traditions Populaires de Paris, obra de RICHARD. Se basa en el análisis tipológico de las colecciones, siendo una herramienta de investigación, que ha requerido la elaboración de complejos léxicos descriptivos para la designación de las formas, de las materias y de las funciones. Se trata de una obra de especialistas para especialistas, y tan completa que reúne más información sobre la pieza original que la pieza misma. La desaparición del objeto tan intensamente estudiado no afectaría para nada a su conocimiento. La segunda experiencia es el inventario visual, llevado a cabo por los autores antes citados. La operación VIDERALP-MUSÉES ha unido en un sólo videodisco las principales piezas de una veintena de museos etnológicos de la Región Administrativa francesa Rhône-Alpes. El videodisco reúne 46555 imágenes, de las cuales 7475 animadas (imágenes en movimiento, con sonido). Las imágenes van acompañadas de una ficha de análisis sencilla, formada de dos partes: una ficha principal, accesible al público, con los principales datos y otra parte reservada a los gestores administrativos. Este inventario se basa en la imagen, y se apoya en tres principios:

La Administración y los Inventarios

Los Inventarios son una herramienta básica, desde el punto de vista de la Administración, para definir el Patrimonio sobre el cual se quiere actuar. En este sentido nos encontramos con una importante contradicción: aunque se necesitan los Inventarios científicos, no hacen falta para la Administración, porque no son operativos. La misma LPHE cuando define las fichas por las que se declara un edificio, un conjunto o un bien mueble como BIC resuelve la descripción en unas pocas líneas.

Por otro lado, esto parece lógico: no se trata de estudiar un elemento patrimonial: se trata de conocer los elementos existentes, para poder actuar eficazmente sobre ellos. Dicho de otro modo: ¿para qué puede servir, desde un punto de vista de conservación del Patrimonio, un estudio completo de un bien que acaba de ser destruido, porque la Administración no tenía conocimiento de su existencia? Porque el problema de la existencia de las cosas para la Administración, no tanto desde un punto de vista filosófico cuanto desde una perspectiva práctica, consiste en que solamente se reconoce aquello que está en los papeles. Los Inventarios, una vez digeridos por el aparato administrativo, crean Patrimonio, estableciendo, a través de diversos mecanismos no siempre objetivos, los elementos dignos de ser protegidos.

Por tanto, unos inventarios generales, que nos remitan a los objetos dignos de ser protegidos, y que nos revelen su existencia, sus características principales, así como otros datos administrativos, parecen suficientes para una primera etapa de actuación administrativa. Los inventarios se convierten, además, en una eficaz herramienta auxiliar para la gestión y para la toma rápida de decisiones, algo usual en la Administración: ¿cómo proteger un edificio, de interés etnológico, sobre el que puede pasar una nueva carretera, si desconocemos su existencia, hay pocos días para modificar los trazados y, lo que es peor, no hay un equipo de inspectores que pueda recorrer, incesantemente, el territorio, como ocurre con los Arquitectos o los Arqueólogos territoriales?

Inventarios para la Administración

La Administración requiere, por tanto, un primer nivel de Inventarios, que le permitan actuar eficazmente. Estos Inventarios, de acuerdo con la Ley del Patrimonio Histórico Español, como marco general, y de las diversas Leyes Autonómicas de Patrimonio Cultural, como aplicación concreta, deberán tener una doble vertiente: una parte pública, cual es la descripción del objeto, sus características y sus restauraciones, y otra parte privada, solamente accesible a los gestores y publicable únicamente con la autorización expresa de los Titulares del Objeto, con información sobre la Titularidad, la ubicación, las medidas de seguridad y protección existentes, la situación administrativa de la pieza (sea ésta un edificio, un paisaje o un bien mueble).

La ambigüedad buscada de la LPHE en lo referente a las actividades de interés etnológico impide en gran manera su protección. Si se dice que dichas actividades han de recibir el mismo tratamiento que los demás Bienes del Patrimonio Histórico Español, luego no se refiere a su protección más que de forma implícita y por negación: en caso de peligro se documentarán, etc. Sin embargo una lectura amplia de la LPHE autorizaría a su declaración como BIC, tras la correspondiente descripción de la pieza (en este caso la actividad) y la incoación del correspondiente expediente administrativo.

Nos referiremos a los tres grandes tipos de Inventarios que la Administración necesita para su actuación efectiva, bien entendido que la definición de lo que se necesita no impide ni anula lo que se debe hacer, como son los grandes estudios del Patrimonio. Sin embargo parecería que dicha tarea fuera más bien función y obligación de otra Institución, la Universidad, que naturalmente debe participar y colaborar íntimamente con las diversas Administraciones para actuar, proteger y divulgar el Patrimonio Cultural, sea este Arqueológico, Artístico, Etnológico, Histórico, Musical o cualquier otro. Describiremos, pues, tres tipos de Inventarios: los territoriales, los temáticos y los de actividades.

Inventarios territoriales
Entendemos por Inventarios Territoriales aquellos que se refieren a todo el Patrimonio, Etnológico o de cualquier otro tipo, de una unidad territorial coherente. Aquí tenemos la suerte que las Comunidades Autónomas son no sólo Unidades de Descentralización Administrativa, como ocurre en Francia, sino que son, en cierta medida, y sobre todo en más de la mitad de los casos, auténticas unidades culturales, es decir antiguos reinos históricos. Sin embargo parecen unidades culturales excesivamente grandes para la realización de inventarios. Por supuesto, es el ámbito de actuación de la Administración Autonómica y el marco territorial: los inventarios que se realicen deberán ceñirse a estos límites espaciales, pero parece más prudente realizar trabajos más sectoriales, en lo relativo al espacio.
No ocurre lo mismo, sin embargo, con las Provincias, procedentes como es sabido de la distribución aleatoria del territorio español en espacios administrativos. Las llamadas Provincias no constituyen, desde luego, ninguna Unidad Cultural, y también parece inútil la realización de inventarios de este alcance. La Comarca aparece como unidad cultural mucho más coherente, aunque sus límites sean a veces imprecisos. En realidad, la Comarca no es única, y las relaciones entre poblaciones vecinas pueden orientarse de manera distinta según las relaciones comerciales, administrativas, jurídicas o devocionales. Los distintos intercambios marcarían, por tanto, no la imprecisión de límites cuanto la variación. De cualquier manera, tanto la Comarca como la Localidad parecen ser las Unidades territoriales más eficaces de categorización del territorio, tanto desde un punto de vista administrativo cuanto cultural.
Los inventarios territoriales exigen el concurso de un equipo de trabajo amplio, y una clara definición de los objetivos. Ciertamente, muchos instrumentos urbanísticos locales (Planes Generales, Planes Especiales...) ya incluyen el Patrimonio Etnológico, al menos el Inmueble, entre sus objetivos, pero no siempre es evidente el interés patrimonial de aquellos edificios, instalaciones o bienes de carácter etnológico.
Los bienes inventariados pueden ser protegidos a diverso nivel, desde una simple protección municipal (a menudo la más efectiva: no olvidemos que los Municipios están obligados a cumplir y hacer cumplir, antes que ninguna otra Administración, la LPHE) hasta una declaración de BIC, válida tanto para los bienes muebles como para los inmuebles. Los inventarios territoriales adolecen, naturalmente, de una necesaria superficialidad: no todos saben de todo, y seguramente habrá unos bienes mejor descritos, o incluso mejor considerados que otros. Por esto dichos inventarios deben ser completados con otros temáticos. De cualquier modo los Inventarios territoriales son la primera herramienta de conocimiento y de actuación en un territorio, a partir de la cual es posible operar, proteger, investigar, o incluso autorizar la demolición.
Inventarios temáticos
Los Inventarios temáticos suelen ser encargados a especialistas en determinados temas, muy puntuales. A menudo son Profesores o Licenciados de la Universidad, que ven así la posibilidad de profundizar su trabajo de campo, que suele ser una Tesis Doctoral o de Licenciatura. Aquí ocurre lo contrario de los inventarios territoriales: se estudian solamente ciertos elementos, muy concretos, de un territorio, y de manera mucho más profunda. Estos Inventarios estudian a menudo piezas o elementos etnológicos que escapan a los investigadores del primer inventario territorial, por su especialización o por encontrarse fuera de los límites usuales del ámbito considerado como etnológico. Difícilmente se puede encargar el estudio de máquinas de tren expuestas, de relojes monumentales o de pozos de nieve, por decir tres casos, a personas no especializadas en dichos temas.
Sin embargo se corre el peligro de tener Inventarios muy exhaustivos (y por tanto limitados a pocas piezas, difíciles de realizar y de valorar, y sobre todo caros) pero muy puntuales. Estos estudios, que son imprescindibles dentro del contexto universitario, carecen casi de valor para la Administración, excepto en casos muy puntuales: valoración de una pieza que puede ser destruida, o de un elemento que necesita ser estudiado a fondo para ser restaurado adecuadamente. De algún modo nos encontramos aquí con el Inventario del ATP de Paris: se trata de estudios de y para especialistas, y por tanto deben ser integrados en los ámbitos académicos y de los museos (que debiera ser el mismo ámbito, como ya veremos luego).
Inventarios de actividades
La Ley de LPHE es extremadamente ambigua en este tema, como es sabido. Se asegura que la Administración debe estudiar las actividades y documentarlos científicamente, cuando estén en peligro de desaparición. Pero antes las había definido como parte integrante, al mismo nivel que los bienes inmuebles y los muebles, del Patrimonio Histórico Español (nosotros hubiéramos preferido del Patrimonio Cultural antes que Histórico). Por otro lado están los diversos intereses desde la misma Administración. Tanto Turismo como Industria se interesan por las actividades de presunto interés etnológico, pero desde una óptica bien distinta a la nuestra. Para Turismo las actividades, especialmente las fiestas, deben ser inventariadas para ser divulgadas y atraer así un mayor número de visitantes. Para Industria, a través de sus Servicios de Artesanía, los intereses son aún más materiales: se trata de conocer las actividades artesanas, para hacer estudios de mercado e inversiones de manera que se puedan mecanizar hasta que sean rentables. Ahí está, por tanto, la diferencia de perspectiva frente a las actividades económicas entre unas y otras Administraciones. Para Cultura, si se considera que cierta actividad es digna de ser protegida, será aunque no sea "rentable" (económicamente, por supuesto). Pero ¿lo es un museo o una biblioteca - en la inmensa mayoría de los casos-?

La protección del Patrimonio y la investigación

La protección del Patrimonio, desde una parte tan concreta de la Administración como son las distintas Direcciones de Patrimonio, llámense Artístico, Cultural o similar, según la Autonomía, no está reñida, aunque no lo parezca, con la investigación, más o menos académica, más o menos pura. La Administración no puede saber cuales son los elementos patrimoniales dignos de ser protegidos, sin el concurso de los técnicos, y de las diversas instituciones académicas, pero su finalidad no es la investigación, ni siquiera la difusión, sino la protección del Patrimonio.

Y esta es una tarea tan urgente y prioritaria, que sin esa protección las demás tareas pueden ser inútiles o imposibles. Por supuesto, no todo debe ser conservado o protegido, y puede ser el papel de la Universidad, entre otros, pero por encima de ellos, el estudio y la investigación de elemenotos que van a desaparecer o lo han hecho a través de los siglos.

Sin embargo, el papel de la Administración es prioritario, para orientar las actuaciones de los particulares, para limitar sus derechos individuales, de manera que la colectividad pueda gozar de unos paisajes, de unos elementos o de unas actividades que son patrimonio de todos. Esta urgencia, la inherente falta de medios, justifican la aparente superficialidad de los inventarios o incluso de las actuaciones de la Administración, pero sin ellas desaparecería un Patrimonio que es de todos, y que los Antropólogos al servicio de los Entes Públicos tratamos de proteger.

La protección del Patrimonio Etnológico en la Comunitat Valenciana

La Unitat Tècnica d'Etnologia: pequeña historia

Transferidas las competencias en materia de cultura en 1984, el primer organigrama de la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, incluye la Etnología encargada tanto de sus competencias en materia de protección etnológica como de la difusión de las actividades de la misma índole. De hecho, la Etnología ya era contemplada, como un Servicio pleno, en el Gobierno Preautonómico llamado Consell del País Valencià, en febrero de 1982. Dicho Servicio no llegó a constituirse nunca.

La UTE formó parte del Servei del Patrimoni Moble, que estaba compuesto también por las unidades técnicas de Arqueología, así como la de Bellas Artes y Museos. Esta inclusión de la Arqueología y de la Etnología dentro del patrimonio mueble es ciertamente sorprendente, teniendo en cuenta que las competencias de ambas unidades técnicas se extienden por un patrimonio generalmente inmueble, y con una problemática muy específica, según la perspectiva. Hasta 1988 el servicio estaba incluido en la Direcció General del Patrimoni Artístic, pero el cambio de Directores Generales coincidió con una reorganización de la Conselleria, convirtiendo las antiguas Direcció General de Patrimoni Artístic y Direcció General de Promoció Cultural, con sendas Directoras Generales, en una sola Direcció General de Patrimoni Cultural.

En julio de 1993, aprovechando el reajuste de la Dirección General, que vuelve a partirse en dos, con los antiguos nombres y competencias, se desdobla el Servei de Patrimoni Artístic Moble, pasando a formar el Servei de Belles Arts i Museus, competente en materia de todos los Museos de la Comunitat Valenciana, tanto públicos como de titularidad privada, y cualesquiera sean sus fondos o fines, y el Servei d'Arqueologia i Etnologia. La reunión de dos materias, tradicionalmente asociadas, pero formalmente bien diferenciadas, tiene una lógica administrativa muy coherente: los problemas genéricos que plantean ambos mundos son similares, aunque cada servicio tenga temas específicos y maneras diferenciadas de resolverlos. Efectivamente carecía de lógica que tanto Arqueología como Etnología, dedicadas al estudio, la catalogación, la protección y la difusión de un patrimonio mayoritariamente inmueble, dependiesen formal y estructuralmente del servicio del patrimonio mueble. Otra cosa es el tema de las excavaciones, característicos de los arqueólogos, y el del estudio del contexto y de las actividades, propio de los antropólogos.

En cualquier caso las actividades del Servei d'Arqueologia i Etnologia deben ir asociadas, necesariamente con las acciones generadas por el Servei de Patrimoni Arquitectònic (actual denominación del Servei de Patrimoni Immoble), puesto que unos y otros tocan temas relacionados con la planificación urbana, la protección y la inclusión en planes generales y especiales y otros temas de índole urbanística.

La nueva reorganización de la Dirección General, separando lo que estaba unido, y uniendo lo que estaba separado (¿no es ése el trabajo del antropólogo, para dar sentido al caos aparente?) trata de convertir los antiguos servicios estancos, y celosos de sus competencias, en equipos de trabajo abiertos y pluridisciplinares, para resolver problemas del Patrimonio que siempre afectan, al menos, a dos Unidades Técnicas distintas.

Actividades de la Unitat Tècnica d'Etnologia de la Generalitat Valenciana

La UTE estuvo cubierta, a partir de 1988, por un único Técnico de Etnología. A partir de mayo de 1992 está compuesta por dos Técnicos Superiores.

En los primeros años de funcionamiento, y debido a la ausencia total de presupuestos específicos para la Etnología, la UTE generó los más diversos trabajos, colaborando con las otras unidades técnicas del Servicio, e incluso con equipos de otras Direcciones Generales. Lentamente se fueron aclarando los límites de sus actuaciones, posiblemente porque el primer trabajo de un antropólogo, tanto en una empresa pública como privada, sea clarificar a los posibles usuarios cual es el producto real que ofrece, estudia y comercializa la Antropología.

Las competencias de la citada UNITAT TÈCNICA D'ETNOLOGIA están relacionadas con la protección del Patrimonio Etnológico, en sentido amplio, abarcando desde la cultura tradicional hasta ciertos aspectos de la cultura industrial. Las actividades están dirigidas, prioritariamente, al estudio, la protección, la difusión y la restauración del Patrimonio Etnológico de la Comunidad Valenciana, incidiendo especialmente en el Patrimonio Material, y sobre todo en los Inmuebles de Interés Etnológico.

La UNITAT TÈCNICA D'ETNOLOGIA ha supervisado los siguientes inventarios de patrimonio etnológico, encargados por la Direcció General del Patrimoni Artístic:

Inventarios Generales
  • Campanas
  • Molinos de viento
  • Pozos de nieve
  • Relojes monumentales
  • Retablos cerámicos
  • Vehículos ferroviarios expuestos
    Inventarios por Comarca
    La Comunitat Valenciana está formada por el territorio de las tres provincias de Alacant, Castelló y València, que vienen a reproducir el antiguo Reino de València, aumentado por la comarca de Requena-Utiel y la de Villena, procedentes de Castilla, y con la cesión de la comarca de Cabdet a Castilla la Nueva. La organización del territorio en comarcas es mucho más coherente para la etnología, en tanto que son unidades territoriales mucho más coherentes y cohesionadas culturalmente. El problema se agrava en la Comunitat Valenciana, históricamente bilingüe, ya que las comarcas de la costa, más ricas y de mejor clima, son catalano-parlantes (o valenciano-parlantes, como decimos aquí), mientras que las del interior son castellano-parlantes. La falta de definición administrativa, y la posibilidad de subdivisión de las comarcas, hace variar su número de 26 a 32, pero en cualquier caso constituyen entidades operativas para la protección del Patrimonio Cultural. Las comarcas inventariadas hasta la fecha son:
  • Alto Palancia
  • Baix Maestrat
  • El Comtat
  • L'Alcoià
  • La Vall d'Albaida
  • La Safor
  • La Ribera Baixa
    Actividades recientes
    Entre las actividades realizadas en 1992 por la UTE se encuentran:
  • Tramitación del Convenio para la "Fundación para la Protección del Patrimonio Histórico-Industrial de Sagunt"
  • Proyecto museográfico y seguimiento del montaje de las campanas góticas del Pavelló de la Comunitat Valenciana de la Expo 92. Seguimiento de los toques de las campanas durante toda la Exposición Universal.
  • Proyecto y seguimiento de la restauración de las campanas de la Catedral de València.
  • Proyecto museográfico y seguimiento del montaje de la exposición permanente del Museu de Morella.
  • Proyecto de restauración del Forn de la Vila de Forcall, adecuando el horno a las necesidades de conservación del Patrimonio, de difusión de sus valores y del mantenimiento de las normas sanitarias.
  • Incoación de "La Ceramo", fábrica tradicional de cerámica vidriada y de reflejos metálicos, como Bien de Interés Cultural de Carácter Etnográfico.
  • Informes para la Conselleria de Medi Ambient.
  • Atención a las consultas de ciudadanos sobre el Patrimonio Etnológico de los Valencianos.
  • LLOP i BAYO, Francesc
    GENERALITAT VALENCIANA (1994)

    Bibliografía

  • CUISENIER, JEAN Le corpus de l'architecture rurale française (Esquisses pour une shynthèse prochaine) - "Terrain" nº 9 - Octubre 1987 - pp. 92-99
  • DE EL SEYXO, VICENTE COMPENDIO DE OBSERVACIONES QUE FORMAN EL PLANO DE UN Viage Político y Filosófico que debe hacerse dentro y fuera del Reyno en que nacemos, y luego por la Europa y demás partes de la tierra, en el qual se trata de las excelencias, riquezas y origen de las Artes: de los tres Reynos de la naturaleza; y de toda la economía Animal, Vejetal y Mineral: de las qualidades y conocimientos que deben concurrir en un Viagero: del método, preparacion y composicion de todos los Cadáveres, y producciones de la naturaleza para enriquecer y conservar los Muséos, Gavinetes de Física, Observatorios Matemáticos, Laboratorios Chîmicos, y utilidades que resultan á la humanidad. - Imprenta de Pantaleón Aznar - Madrid - 1796
  • GUIBAL, JEAN; LAZIER, ISABELLE La gestion et la communication du patrimoine ethnographique "Terrain" nº 14 - Marzo 1990 - pp. 132-142
  • KLUCKHOHN, CLYDE Antropología " Breviarios" - Fondo de Cultura Económica - 7ª reimpresión - Madrid - 1974 - pp. 185/196
  • LENCLUD, GÉRARD La tradition n'est plus ce qu'elle était... Sur les notions de tradition et de société traditionnelle en ethnologie - "Terrain" nº 9 - Octubre 1987 - pp. 110-123
  • MAUSS, MARCEL Introducción a la Etnografía "Colección Fundamentos" nº 13 - Ediciones Istmo - Madrid - 1971 - p. 22
  • MORENO, ISIDORO Patrimonio etnográfico, estudios etnológicos y Antropología en Andalucía: problemas y perspectivas. "Anuario Etnológico de Andalucía 1988-90" - Junta de Andalucía - 1991
  • PEACOCK, JAMES L. El enfoque de la Antropología "Biblioteca de Filosofía" nº 27 - Herder - Barcelona - 1989
  • Francesc LLOP i BAYO: bibliografia

     

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