| Descripción | El campanario que se construyó, a partir de 1929, para la nueva iglesia de Escuer Bajo, fue volado poco después, en el fuego cruzado de la Guerra Civil. Sobre las ruinas del antiguo campanario se construyó una torre que sigue fielmente un antiguo modelo, que tuvo, durante siglos, una amplísima difusión en el Alto Aragón. El campanario de Escuer, situado a los pies de la iglesia, cobija en el primer cuerpo el pórtico de entrada al templo. Y sobre él, aloja las dos campanas, en sendas ventanas orientadas hacia el núcleo de población. La torre se cierra, sencillamente, con un techado a dos aguas, como lo hacen otras vecinas, como la de Oliván. |
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| Campanas |
Los avatares de la historia de Escuer están estrechamente ligados a los periplos, de una torre a otra, de sus campanas. A partir de 1929, a instancias del cura y del maestro, comenzó a trasladarse el pueblo desde su antigua posición, en lo alto del valle, a la orilla de la carretera que lo travesaba. La firme disconformidad de parte del vecindario con el traslado, acabó por estallar el día en que se descolgaron las campanas de la iglesia, en cuyo desmontaje tuvo que intervenir la Guardia Civil. Sin ellas, el antiguo pueblo perdería, definitivamente, cualquier rastro de la vida que se resistía a abandonarlo. Nada sabemos, sin embargo, de aquellas antiguas campanas, destruidas poco después de aquellos episodios, en el fuego cruzado de la Guerra Civil. De nuevo sin campanas, en la posguerra Escuer acogió dos bronces llegados del campanario de Villanovilla, un pequeño núcleo del valle de la Garcipollera, en la Jacetania, entonces recién despoblado. De hecho, las dos campanas las debemos a fundidores cántabros profusamente documentados en tierras jacetanas: la pequeña fue fundida en 1768, seguramente por Antonio de Ygual; mientras que la mayor fue firmada en 1847 por Fidel Ruiz y Eduardo Linares. |
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