Los vecinos recuperan su tradicional recorrido a la ermita de la virgen y el singular volteo de las campanas a mano
El pasado 26 de mayo el municipio de Berrueco celebro su romería a la ermita del Buen Acuerdo. Este año, la romería se hizo con cada una de las personas participantes en sus vehículos particulares y en fila como se realizaba antes, y a la llegada se recibió a los coches con varios vecinos bandeando la campana que marcaba el acceso de los asistentes, pues el santero ya tenía preparada la escalera para subir hasta el campanario.
Después de la tradicional misa, los romeros pasaron al salón, donde un grupo de voluntarios distribuyó y preparó un vino español con sus correspondientes viandas que fue una invitación a cargo del ayuntamiento de Berrueco.
La Ermita del Buen Acuerdo está situada en la Laguna de Gallocanta y sirve también como lugar de romería para otro municipio y constituye un principal mirador para los visitantes que en los meses de invierno llegan para disfrutar de las vistas de este paraje natural y sobre todo del espectáculo que propicia la vuelta de las grullas al atardecer a la laguna de Gallocanta.
Pero estos años, dicen algunos vecinos, la romería ha cambiado, pues ya no es como era antaño, cuando algunos y algunas valientes salían bien temprano por la mañana, andando y en sus carros decorados con hiedras, a la vez que otros portaban las banderas, el palio y la cruz de camino a Gallocanta, donde sus vecinos los esperaban con gran entusiasmo, con sus banderas y palio para darles la bendición en su iglesia y así los vecinos de Berrueco continuar su romería hasta la ermita. Aquí, el ermitaño los esperaba con jarras de agua y los más veloces de la romería eran los que volteaban la campana.
Una vez allí, todos asistían a la misa y a la salida compartían las magdalenas y las tortas que habían hecho los vecinos de Berrueco unos días antes y como no podía ser otro modo, se acompañaban con un vino a cuenta del ayuntamiento.
Aquí no terminaba la romería, pues sin hacer tarde todos volvían a Berrueco donde eran esperados en la carretera por todas aquellas personas que no habían podido acompañarlos a la ermita, pero eso si, estos los despedían y recibían con las peanas del niño y de la virgen además de las banderas que habían ido y vuelto, adelantándose todo el rato a los asistentes para sobrevolarlas por encima de sus cabezas en la ermita y en el pueblo.
Esta es una parte de la historia que algunos mayores de Berrueco cuentan y siempre con anécdotas que son divertidas si además son dichas por ellos. A ellos, gracias por recordarnos lo que fuimos.
