FERNÁNDEZ ZARDÓN, Javier - ¿Por quién no doblan las campanas?
¿Por quién no doblan las campanas?
Más luz que piedra... y menos tañidos. Por un puñado de firmas... nos van a «desnortear» la Pulchra . Nos la quieren acallar, enmudecer de sus campanas, de la medianoche al amanecer de las ocho. De la hora bruja al infamante pitido del despertador destemplado. Tal parece que fuera éste, y sólo éste, el acontecer de la vigilia para quien, puede que también en legítimo derecho (?), achacare a los metálicos badajos su incapacidad para conciliar... los sueños. ¿No disturbarán más los porrazos sobre la «Mesa de Mariano»? Esa, tal cual la de Salomón sólo que sin peltre, la del mapa catedralicio que el artista concibió como soporte de paseantes admiradores de la joya y nunca, ¡vaya por Dios!, como inusual tentemozo de beodos vocingleros de retorno a sus lares... si los efluvios se lo permitieren con un mínimo de compostura. ¿No lo harán más -disturbar, digo- los arrastrones de las sillas de terraza en despliegue y recogida? ¿O los jarros chascados? ¿O los berridos inconexos fruto de la desproporcionada ingesta? Dicen que les molestan los tañidos... a los vecinos. Y el Cabildo, tan vindicativo él... a consentir.
No les valdría más, a sus Reverencias, pelear contra, se me ocurre, los petardazos devenidos en postreros bombazos y revestidos de esponsales que, cada sábado primaveral, vienen a dinamitar -intentarlo, al menos- la ya maltrecha piedra de Boñar y sus venerados vitrales.
¿Molestan los tañidos?... Serán los del alma, cabría preguntarse. Como quiera que denosto al intruso «Halloween» en favor de nuestras ánimas y Santos Todos; arropado por la calenda, al amparo de la Pulchra y a favor de sus tañidos, permítaseme hacer mías, aquí y ahora, las rimas del Tenorio...
