“…Y por ese dan din don, con que me despiertan, oigo yo cantar a mi reloj despertador”
El título de esta nota viene desde tiempo atrás; cuando por los años setenta, canal 5 transmitía Cineclub todas las tardes.
A las 3:00 en punto, los niños de aquellas épocas quedábamos atrapados por maravillosas películas en blanco y negro que nos contaban historias ficticias acaecidas en lugares lejanos.
Una de las películas que quedó grabada en mi recuerdo, fue “Por quién doblan las campanas”, con Gregory Peck y la bellísima Ingrid Bergman.
Y cada vez que visito Comayagua y escucho sus campanas, me viene el recuerdo de la película basada en la novela de Hemingway.
Según Wikipedia, “El título procede de la “Meditación XVII” de Devotions Upon Emergent Occasions, obra perteneciente al poeta metafísico John Donne y que data de 1624: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
Las campanas han servido desde tiempos inmemoriales para comunicarnos con nuestros semejantes. Gracias a ellas, los pueblos se reunían para escuchar noticias, buenas o malas.
Eran ellas las que anunciaban catástrofes o ejércitos enemigos. Eran ellas las que anunciaban la muerte de un Rey y la coronación de otro.
Bodas, muertes, nacimientos, ferias patronales y por supuesto la hora. Donne tenía razón en sus escritos y la gente de Comayagua lo sabe.
Siendo la ciudad colonial por excelencia, Comayagua guarda algunas de las campanas más importantes del país. Importantes no solo por su antigüedad, sino también por el papel que desempeñaron (y desempeñan) en la vida de la nación.
Por ejemplo, aquí se encuentra la campana que convocó a los habitantes de Comayagua para escuchar la lectura del acta de Independencia. En reunión de cabildo abierto, la ciudad, y el país, se enteró de nuestra libertad política.
También se encuentra la campana más antigua, probablemente, de toda América: La Antoniana, fundida en 1460 y ubicada en la iglesia de San Francisco, a escasa cuadra de distancia de la Catedral.
Se sabe que la primera campana que llegó a América fue mandada a fabricar por orden de Hernán Cortés con destino a la iglesia mexicana de Atlihuetzia, en 1519, muchos años después de La Antoniana.
Por supuesto, no se pueden olvidar las ocho campanas de la Catedral. Son ellas, desde el centro de la ciudad, las que marcan, todavía, el paso y las horas de la ciudad.
Cada una de ellas responde a un nombre y cada una tiene su propio tono, voz y función.
Ellas son: la Campana Mayor o Patrona, Del Santísimo, Volteadora, Chiquita, Las Ánimas, San Emigdio, Sagrario y Virgen del Rosario o de los Canónigos.
Por mencionar algunos ejemplos, la Campana Mayor está consagrada a La Inmaculada; se encarga de dar las horas y anunciar el inicio de la Feria Patronal. Mientras, San Emigdio da los cuartos de hora.
La Iglesia la Merced es la iglesia más antigua de Honduras todavía en pie y fue la primera catedral de la ciudad (1551). En ella se instaló en 1650 el reloj traído de La Alhambra, España, y que en 1715 fue trasladado a la actual catedral.
Según numerosos escritos, este reloj fue construido por los moros en el año 1,100 y debe de ser, el más antiguo del mundo occidental. Por supuesto, la Merced también tiene sus campanas, aunque aparentemente, son de fabricación más reciente en el siglo XIX.
Y aunque ya no tuve tiempo de visitar las iglesias de San Sebastián, del Señor Crucificado y La Caridad, es obvio que sus campanarios deben de guardar también verdaderas joyas coloniales. Gemas que continúan brillando y doblando por nosotros, la humanidad.
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© El Heraldo (2008) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 16-04-2024 |
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