Vengo preguntándome desde hace algunos años el motivo por el que las fiestas religiosas mas importantes que se celebran en nuestra querida ciudad, Puerto de la Cruz, no encienden en mí la alegría y entusiasmo que solía prenderme en otros tiempos. El Corpus Christi, la Cruz y las fiestas patronales de la ciudad en honor del Gran Poder de Dios y de la Stma. Virgen del Carmen eran las solemnidades litúrgicas que mas gratamente me impactaban, confortaban el alma y elevaban me el espíritu. Sentir ya, desde las vísperas, las campanas al vuelo acompañadas del tronar de los cañones, era algo que me alegraba enormemente. Nada me gustaba más que, llegado el día grande, asistir a los actos litúrgicos y participar, con devoción de buen cristiano, en los mismos. Y... ¿por qué ahora, en estos tiempos que corren, no me alegran ni emocionan como en tiempos pretéritos? ¿Cual es el motivo? ¿Es que he perdido la fe, como tantos otros que, creyendo tenerla, la perdieron? No, en absoluto, aquellos que la perdieron nunca la tuvieron. Soy de los que creen que, los que poseen el don de la fe, jamás la perderán, aunque mucho le combatan para que así sea. Doy gracias a Dios porque esto no ha sucedido en mi persona, y sigo asistiendo, como entonces, a los actos litúrgicos que programa la Santa Madre Iglesia, e incluso participando en los mismos, leyendo las escrituras correspondientes a los domingos y festivos.
No obstante, no dejo de comprender la falta de interés o la tibieza con la que algunos cristianos, quizás yo también, asistimos a las funciones religiosas, puesto que nos dejamos fácilmente influenciar por los enemigos que zarandean actualmente a la Iglesia, tanto desde dentro como desde fuera.
Ya lo dijo en vida el extinto Papa Pablo VI: «Todo denota que el demonio se ha metido en la Iglesia por una rendija».
No hace falta ser un Séneca para darse cuenta, que la Iglesia Católica, como también todas las religiones del mundo, está pasando por un mal momento. Falta de vocaciones, falta de fe, etc. Estos ataques y aparente debilidad de la Iglesia hará que se tambalee, mas nunca caerá, pues ya lo dijo Jesucristo: «Estaré con vosotros a través de los tiempos». Dios, hoy aparentemente dormido. Despertará y hará que las aguas, ahora enturbiadas y caudalosas, vuelvan tranquilas y limpias a su cauce. ¿Se cumplirá ahora en tiempos de tantas increencias religiosas la profecía bíblica que dice: «Al final habrá un solo rebaño y un solo Pastor»? Con el deseo de que esto último se cumpla. Pongo mi granito de arena con los versos que siguen a continuación:
© Tertulia Villera (2008) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 13-05-2024 |