El párroco bajo el reloj - Autor: JD - Las Provincias
Una nueva joya perfectamente engrasada y que funciona a la perfección. Eso es lo que el museo del Campanario de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de la Vall d'Uixó ha conseguido tras la restauración de un antiguo reloj que estaba abandonado dentro del edificio.
La pieza ha pasado en poco tiempo de juguete roto a «joya de la corona», tal y como explica el párroco de la iglesia, Bernardo Guerrero, ya que el antiguo reloj del campanario, con más de 200 años de historia, se ha instalado de nuevo en el edificio tras la restauración llevada a cabo por un filantrópico relojero que se topó con la pieza.
Todo sucedió cuando el maestro relojero visitó el museo y se encontró con la pieza apartada y sin funcionar. El hombre aseguró que el reloj era una maravilla y le impresionó su mal estado. A partir de ahí entabló relación con la iglesia y se ofreció a invertir su tiempo y esfuerzo para reparar el viejo instrumento del campanario.
A partir de entonces se llevó la esfera y la maquinaria y poco a poco comenzó a reinsertar cada pieza de nuevo, de manera artesanal. Además logró volver a conectar la maquinaria con la esfera y un año después se ha convertido en la estrella del museo al volver a funcionar.
Junto a la parte esférica se ha instalado la maquinaria que está a la vista de los visitantes, protegida por un andamio de madera. Debajo se han colocado dos pequeñas campanas para que den las horas y los cuartos, y así el reloj funciona dentro del museo del Campanario, recuperando su utilidad de hace dos siglos.
Mosén Bernardo Guerrero se mostró «muy agradecido» con el maestro relojero por recuperar una pieza que «estaba abandonado en un rincón y que ahora vuelve a recuperar toda su utilidad». De hecho, no sólo se ha ganado un nuevo elemento para exponer en la sala, sino que se ha puesto en valor una composición como esta.
Pero el viejo reloj no es la única antigüedad que se puede ver en el museo del Campanario. En este espacio museográfico se puede encontrar la antigua cruz de hierro que presidía la iglesia, las vallas que había en el altar mayor, los moldes de las esculturas de San Vicente y San Alfredo, o los planos del campanario que pueden tener unos 220 años de antigüedad, según los cálculos del propio párroco. Además, fuera de la parte más religiosa, ahora también se puede contemplar una muestra de cerámica artesanal local que completa el fondo de este edificio que pretende convertirse en un referente del turismo de la Vall d'Uixó.
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