GOSÁLVEZ, Patricia - El campanario era una provocación

El campanario era una provocación

La iglesia neorrománica alemana, una joya escondida en plena Castellana

Iglesia de la Paz

El plano deja bien claro que el campanario era una provocación. Tachada y recortada del proyecto original, la torre que iba a coronar la iglesia de habla alemana de Madrid nunca se construyó. Era 1909 y la ciudad católica, apostólica y romana no vería con buenos ojos una competidora protestante. "Pero por encima del problema religioso, estaba el político", explica Carlos Clemente, restaurador de este edificio neorrománico escondido en pleno paseo de la Castellana.

"En los años previos a la I Guerra Mundial, tanto en Alemania como en España triunfaba el nacionalismo", dice el arquitecto. "Que en ese momento una iglesia protestante reivindicase a los visigodos y el tesoro de Guarrazar no es lo que mejor iba a sentar", continúa Clemente, "¡así que cualquiera le coloca un campanario a la iglesia!".

Los alemanes fueron prudentes: "Las obras tuvieron que realizarse con gran disciplina y en silencio debido a la intransigencia religiosa y la trascendencia política". Cayó el campanario y el templo se retranqueó del solar, escondiéndose tras la casa parroquial. La iglesia, anexa a la embajada del imperio alemán, se consideró capilla de la misma. Hoy, en la ubicación de la antigua embajada está el edificio IBM de Fisac, un anguloso bloque de hormigón que oculta aún más la iglesia.

Los nacionalismos políticos de finales del siglo XIX y principios del XX tenía como lenguaje arquitectónico el historicismo, que se esforzaba por buscar en el pasado las raíces de la identidad frente a movimientos modernos que pretendían olvidar la tradición para empezar desde cero. Clemente descubrió la iglesia de la Paz cuando recibió el encargo de restaurarla. "No hay un ejemplo igual en toda la ciudad y su colección de capiteles es única en la Península".

De las 75 columnas talladas del templo, 57 tuvieron que ser restauradas. En sus capiteles hay símbolos de todo tipo, águilas de la sabiduría y ranas de la suerte, Daniel con los leones aplacados y bondadosos monstruos antropófagos que representan el eterno retorno. Todos podrían haber estado en una iglesia del siglo XII, pero también, como en casi todas las obras historicistas, hay homenajes anacrónicos. En varias columnas aparece el emperador Guillermo II de cuyos enormes bigotes salen mágicos dragones.

Las tallas sobre la piedra de Novelda fueron obra (por ley) de los artesanos españoles que estaban construyendo el barrio de Salamanca. Más de un siglo aguantando los coches de la Castellana hicieron enfermar el edificio. "El llamado cáncer de la piedra está provocado por los ácidos que se derivan de la contaminación", explica Clemente. Estos ácidos orgánicos tienen microorganismos que producen una costra negra que no deja respirar y que corrompe la piedra que hay debajo. Los microorganismos crean unas galerías en las que habitan. Para sacarlos hay que lavar la piedra con agua nebulizada con ácido fosfórico muy diluido. Las "gotitas infinitesimales" entran en las galerías microscópicas y llega a los intersticios entre los granos. Clemente lo resume para legos: "Es como pasarle la vaporeta".

Un millar de personas están adscritas a la iglesia de la Paz, que celebra bautizos y bodas y a cuyas misas en alemán acuden unos 50 fieles, la mayoría alemanes, pero también suizos, escandinavos y holandeses. Los pastores vienen de Alemania y aunque nunca se ha elegido una mujer, sí ha habido vicarias y durante unos meses se hizo cargo de la iglesia una obispa. Cuando está vacío es difícil adivinar que este no es un templo católico. "A primera vista no lo notarías en nada", dice Gunnar Carlos Christensen, que fue su sacristán durante décadas.

Tras el altar hay un mosaico neobizantino con un pantocrátor en el centro, del techo cuelga una enorme lámpara que emula una corona votiva visigoda, el organista ensaya una pieza que inunda la sala que en vez de bancos tiene sillas talladas, algunas originales. "Normalmente, las iglesias protestantes están más desnudas", dice Clemente, "pero aquí se aúna la tradición española". Afinando el ojo, hay algunos detalles que muestran la doctrina evangélica de esta iglesia: un cuadro de Lutero en una galería, la ausencia de imágenes de la Virgen y una corona de pino sobre la pila bautismal con las cuatro velas de adviento que en la tradición germana se van encendiendo según se acerca la Navidad.

GOSÁLVEZ, Patricia

El País (20-12-2010)

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