Desde hace 14 años, las campanas de Murla repican en el suelo porque ninguna institución oficial ha reconstruido el campanario que se derrumbó en 1990, destruyendo una casa colindante y causando la muerte a dos vecinas de la localidad.
La falta de un campanario ha hecho que se dispare la imaginación para lograr que las campanas avisen las misas y las fiestas. En el Patio de la Abadía, sobre dos improvisados soportes de ladrillo, descansa la campana conocida como San Miguel Arcángel, y una señora de la localidad se encarga de hacer que repique cuando es menester.
El párroco de Murla, Antonio Miralles, recordó que “desde 1990 las cuatro campanas de la iglesia están en el suelo, a la espera de que se les construya un campanario”.
El derrumbe del campanario provocó serios daños a las asas de madera de las campanas, que finalmente pudieron ser reparadas gracias a una línea de subvenciones que se abrió hace cuatro años. De esta forma, se pudo instalar la San Miguel Arcángel sobre un soporte de ladrillo.
Las otras tres campanas, llamadas Tiple, Divina Aurora y Santísimo Sacramento y Purísima, están también en el Patio de la Abadía.
En febrero, la Iglesia recibió la visita del director general de Patrimonio, David Serra, hoy secretario autonómico, y del director general de Arquitectura, Ferrán Mut “y se comprometieron a construir el campanario” señaló el párroco.
Serra y Mut adquirieron el compromiso de convocar un concurso de ideas para la construcción de esta nueva estructura, y aseguraron que la primera piedra se pondrá en 2005. El proyecto tendrá un coste aproximado de 240.000 euros.
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