SORIANO, Lola - Los barberos del Miguelete

Los barberos del Miguelete

Los montañeros que cortaron las plantas de la torre cobraron 1.500 pesetas de la época

Los barberos del Miguelete
Los barberos del Miguelete

No hay turista que visite Valencia y no se haga un retrato con el Miguelete, uno de los edificios más altos del centro de la ciudad y símbolo de la ya parecida Cifesa, pero no todos saben que este monumento pasó hace 52 años por la navaja de unos barberos de altura. Se trata de ocho valencianos, miembros del Centro Excursionista de Valencia, que pusieron a disposición del Arzobispado de Valencia sus conocimientos como montañeros para 'afeitar' el Miguelete. «Era la primera vez, que se tenga constancia histórica, que un grupo de personas se descolgaba por el Miguelete para eliminar todas las plantas y hierbas que habían crecido durante años y que estaban agrietando la torre», explicó ayer Mario Jiménez, uno de los ocho experimentados montañeros que protagonizaron esta curiosa anécdota y que ahora son protagonistas en un reportaje de la revista Catedral de Valencia que edita la Agencia de noticias del Arzobispado de Valencia.

Ahora, 52 años después, uno de los tres supervivientes de aquella hazaña recuerda cómo surgió la idea y toda la masa verde que se eliminó. «Tuvimos que quitar en un sólo día maleza suficiente como para cubrir el suelo de las calles próximas a la Catedral, como se hace por el Corpus», indicó Mario Jiménez. Además de maleza, también eliminaron higueras y hasta un olivo.

A sus 75 años confiesa que tanto él como un compañero, Antonio Martín, siempre soñaron con descender por el Miguelete, «y Antonio propuso al dean de la Catedral colaborar con ellos haciendo la limpieza. Como se tuvo que marchar, yo retomé el proyecto. Busqué colaboradores, como José Soler, que por motivos de salud no ha podido venir. O Miguel Gómez, que falleció la semana pasada».

Mario indica que cuatro personas realizaron los descensos por las paredes de la torre y otros cinco dirigían la operación. «Hicimos 17 descensos con cuerdas de cáñamo, porque no había de nylon. Descendimos con grandes medidas de seguridad, con rappel, pero entonces no llevábamos casco», detalla este valenciano.

Llevaban dos cuerdas de 50 metros, otra de 45, una escala de 10 metros y los mosquetones y anillos necesarios, como si se tratase de un descenso de montaña. «Entonces era seguro, pero nada que ver con las medidas de hoy día. Recuerdo que por la visita del Papa Benedicto XVI vino una empresa experta a hacer estos trabajos, hablé con ellos para explicarles que ya hicimos esa azaña cincuenta años atrás».

Comenta que, entonces, «propusimos que nos pagasen 1.000 pesetas. El canónigo, Guillermo Hijarrubia, nos dijo que nos daban 800 pesetas. Y al final, les gustó tanto el trabajo que nos dieron 1.000 pesetas. Pero además, nos llamó el arzobispo, Marcelino Olaechea. Nos confesó que había seguido nuestro trabajo con prismáticos y que nos iba a dar una cosa. Pensé que nos repartiría una estampita, pero nos dio 500 pesetas más. Cuando en la época el sueldo medio era de 1.000 pesetas, y nosotros lo sacamos en un día para todo el equipo».

La revista Catedral de Valencia fue presentada ayer en el relicario de la Catedral con la presencia de Jaime Sancho, presidente de las Comisiones Diocesanas de Liturgia y del Patrimonio Histórico-Artístico. En este número dedican la portada a la custodia del Corpus, de 5 metros y 600 kilos.

SORIANO, Lola

Las Provincias (05-04-2011)

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