COSANO, Raúl - ¿A qué suena la Part Alta?

¿A qué suena la Part Alta?

Una tesis de la URV analiza el mapa de ruidos del Casc Antic a través de postales sonoras como los gritos, las campanas, los silencios o las terrazas. Todo, bajo una idea: sin conflicto no hay identidad.

Por sintetizar mucho una tesis de años de trabajo: la Part Alta suena a campanas, a tráfico, a terrazas, a gritos y a, valga la paradoja, a silencios. En ese puñado de ítems se resume el trabajo Sociofonia, identitat i conflicte. La vida sonora a la Part Alta, un estudio del antropólogo Miguel Alonso, recién doctorado en la URV. Se trasladó de su Barcelona natal (aunque criado en Galicia) y se instaló en la Part Alta para comenzar su labor. «Hace 10 años que me dedico al estudio de lo sonoro. En la URV por lo menos me escucharon y me puse a trabajar», explica Miguel Alonso.

De la mano de su director de tesis, Joan Josep Pujadas, eligió el Casc Antic como objeto de estudio. «Quería estudiar qué piensa la gente de los sonidos de la Part Alta, cómo se construye ese entorno sonoro. Es un análisis cualitatitvo a través de entrevistas. He querido recoger todos esos imaginarios a través de las lecturas que hace la gente. Recopilar esos sonidos te da una idea de qué ocurre en ese espacio, en ese barrio que está en proceso de transformación».

Un pasado de puticlubs

He aquí la evolución reciente. «Hace 20 años tenía un estigma social marcado. Había alrededor de unos 30 puticlubs y era un sitio de malvivir». Eso ha cambiado y lo ha podido percibir en una tesis elaborada ‘in situ’. «Intentas fundirte con la gente, aunque nunca dejas de ser alguien de fuera que pregunta todo el rato y molesta, en el fondo».

A través de 40 entrevistas –a perfiles heterogéneos: desde vecinos de toda la vida a representantes de la comunidad gitana, pasando por turistas– aplicó su metodología. «Usé una técnica sencilla que se llama postal sonora. Es preguntar: ‘Si tuvieses que enviar una postal de un sitio y en lugar de tres imágenes tienes que elegir tres sonidos, ¿con qué te quedarías como elemento más emblemático’?», se preguntó.

El ‘efecto borrado’

Y así salieron, a la manera de conclusión, varios conceptos. Uno: las campanas. «Al principio de llegar escuchas las campanas pero luego se produce un efecto borrado. Pasan dos meses y ya no te enteras de que suenan. Te has integrado por completo».

Dos: los silencios. «A nivel espacial hay que pensar en los alrededores de la Catedral, el edificio del seminario, la calle Sant Pau… son escenarios muy silenciosos. También hay momentos silenciosos, como esa franja entre la recogida de mesas de las terrazas, entre las tres de la mañana y las siete del día siguiente. Hay silencio en todo el barrio».

Tres: los gritos. «Son las llamadas prácticas hiperdecibélicas, que nos llevan a un ambiente de pueblo, como si el barrio fuera una especie de isla, con su propia forma de funcionar. Los gritos se ven en las señoras hablando de balcón a balcón o en la gente que no usa el interfono».

Aquel rumor constante

Cuatro: el tránsito. «Con ese proceso de peatonalización, que tiene voces en contra y a favor. Hay conflicto». Cinco: las terrazas. «La marcha en Tarragona comienza en la Part Alta. En la puerta del Cau siempre hay conflictos sociofónicos. Es impresionante el rumor constante».

En este punto, aparece la palabra clave: el conflicto y las convivencias imposibles. «He llegado a ir a reuniones de las asociaciones de vecinos del barrio que son monográficas porque sólo se habla sobre los ruidos. Desde mi punto de vista, las terrazas son una perversión. Es un uso privado de algo que es de titularidad pública. El Ayuntamiento alquila algo que no es suyo. En la Plaça de la Font he visto a un hombre quedarse dormido en uno de los pocos bancos que hay, despertar y verse rodeado de mesas. En el Pallol tiene cierto encanto pero en la Plaça de la Font no. Y luego está toda la picaresca. Hay bares que tienen permiso de lechería», cuenta Miguel.

Todo ese conjunto confiere a la Part Alta un halo especial. «Particularidades sonoras hay en otros sitios. Por ejemplo, los gritos también se dan en El Serrallo. Tengo un amigo que lo está estudiando». El trabajo le ha servido también como aproximación sociológica. «Nos encontramos desde poblaciones históricas, como el colectivo gitano a jóvenes a los que les atrae el rollo artístico y bohemio del barrio, ese encanto. Luego también vive gente con bastante dinero que se arregla las casas».

Después de ejercer de observador –más allá de la tesis, lleva cinco años viviendo ahí–, entrega varias conclusiones, entre las que destaca el proceso de transformación que vive el Casc Antic o la particularidad de este rincón que, en realidad, aún conserva mucho de pueblo. «La Part Alta no debe perder su carácter híbrido. Me gusta que la parte de ocio conviva con la turística, por ejemplo. Cuando una zona se especializa demasiado, es más vulnerable. Es verdad que el ruido provoca conflicto, pero sin conflicto no hay identidad».

COSANO, Raúl

Diari de Tarragona (02-08-2011)

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