CORREAL, Francisco - El Danubio es afluente del Jarama

El Danubio es afluente del Jarama

Julio Manuel de la Rosa

Lo despertaban las campanas de San Ildefonso y los cánticos de las monjas de San Leandro, convento que se cae a pedazos con melancolía cernudiana

Sonaba una voz femenina cascada como una esquila vieja". La cita de Ocnos está en el convento de San Leandro. Fue una de las que seleccionó Julio Manuel de la Rosa (Sevilla, 1935) en el centenario de Luis Cernuda. Entramos al patio del convento poco antes de que lo cierren. Hay pestiños de San Agustín y magdalenas de Santa Rita. "La receta de las yemas de San Leandro sigue siendo un secreto absoluto. Decía Cernuda que era como morderle la boca a un ángel".

Allí empieza su vida. "Nací en el número 1 de la calle Zamudio, médico que libró a Sevilla de una epidemia de cólera. Mi despertador eran las campanas de San Ildefonso y los cánticos de las monjitas de San Leandro". Venden la casa de Zamudio y se van a San Isidoro. Oía músicas distintas a las que salen de la horrísona radio del coche: Machín, Bonet de San Pedro, doña Concha.

La Alfalfa es el epicentro del paseo. "¿Estás escribiendo mucho?", le dice alguien. "Estoy escribiendo. ¿Qué voy a hacer si no?". Se va el amigo y viene la memoria. "Es el hijo de don Ramón, que tenía una tienda de comestibles, el Danubio, donde yo venía con mi tata a por las raciones. Hasta 1953 existió la cartilla de racionamiento. La tata se llevaba el aceite, los garbanzos. La suerte es que mi abuela, la mujer del notario de Sanlúcar la Mayor, traía todos los lunes cosas increíbles como el azúcar blanco o el pan blanco. Ojalá y no vuelva eso, aunque ve uno cosas...".

Manolo Moreno lleva cuarenta años de camarero en el Gran Tino. "¿Ese señor es Julio de la Rosa?", pregunta al periodista. "Su hermana María Dolores vive en la calle San Isidoro". Por la Alfalfa aparece la hermana del novelista que dejó el barrio cuando se casó en 1968 y se marchó a Los Remedios, con un paréntesis de cinco años en el barrio de Santa Cruz. "El bar Alfalfa sigue igual, era la tienda de Luis Alonso donde papá compraba el queso". En el quiosco atiende un joven, nieto de Rosa, donde de niños María Dolores compraba las muñecas recortables y Julio "todos los sábados el Guerrero del Antifaz".

Entre campanas y maitines, el escritor sin móvil viaja del oficio más antiguo a las nuevas profesiones. "En la calle Alhóndiga había una casa de niñas, la más cara de Sevilla, en la que una vez, en acto de servicio, murió un señor muy importante, episodio que recreo en mi novela Las campanas de Antoñita Cincodedos". El primer viernes de marzo, precedidas por su ama, las pupilas iban a rezarle al Cautivo, para escándalo de sus tatas asomadas a la ventana de la casa.

En Fin de semana en Etruria, novela la calle Sierpes, el Labradores. "Sevilla está a la espera de su novela definitiva". De su Vetusta particular, la Oviedo que Clarín retrató en La Regenta. "Lo hizo Alfonso Grosso en Florido Mayo, donde Sevilla es la Ciudad Fluvial". Un escritor del que Julio fue amigo y biógrafo. "La Sevilla de Grosso es la de la famosa casa de las 52 habitaciones en la calle Alfonso XII, con la figura de su tío el pintor". Grosso le llamó un día para decirle que en el Parador del Sol, una fonda de Alhóndiga, estaba Rafael Sánchez Ferlosio. "Llevé un ejemplar de El Jarama y vi a un hombre sin afeitar, hosco, que se puso a hacer diatribas contra su libro y contra el oficio de escribir. No tuve valor para pedirle que me lo dedicara".

En una taberna muy próxima, con su tata, vio un tumulto de hombres y supo, con diez años, que había terminado la II Guerra Mundial. "De milagro me salvé de ir a la guerra secreta de Franco, la guerra de Sidi Ifni". Con una breve carrera como boxeador para redimirse de un ganglio en el pecho, es muy amigo del premio Cervantes Caballero Bonald, con quien compartía veranos en la otra Sanlúcar. Cada casa es una historia. "Allí vivía Felipe de Pablo-Romero. Su hija mayor era muy amiga de mi madre, iban juntas a misa en San Ildefonso. Todos los meses de mayo la hija del ganadero dejaba un ramo de flores en la tumba de Joselito el Gallo". Mayo florido.

CORREAL, Francisco

Diario de Sevilla (28-04-2013)

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