CARTAS A LA DIRECCIÓN - El campanero

El campanero

La víspera del día de Corpus en Nurtzaio, el campanero se dirige nervioso hacia la torre de la iglesia, subiendo de dos en dos la escalera de caracol, con sus 125 escalones, con el tiempo justo para preparar las tres campanas y tensar la cuerda que une el badajo con el "palo mayor". La campana más grande, la que se toca con los pies, le ha costado más, pero ya está todo preparado para anunciar al pueblo la festividad solemne del Corpus.

Comienzan a repicar las campanas, con ritmo largo al principio, para ir creciendo poco a poco y termina el primer movimiento en un allegro-vivace, llegando algunas veces al presto.

Tras un pequeño descanso, comienza el segundo movimiento de dobles en forma de adagio creciendo el ritmo poco a poco y culminar con un alleggro sonoro que hace retumbar las paredes de la torre, esa torre majestuosa que se divisa desde lejos y que nos habla con sus campanas, alegres y tristes, como la vida misma, que nos emociona con su majestuoso semblante y su sinfonía sonora.

Pero el campanero está triste: ya no va a tocar más las campanas de Nurtzaio, le han sustituido por un mecanismo eléctrico. Las campanas también están tristes, el badajo se está muriendo de tristeza; el campanero no sube a la torre para tensar la cuerda que lo une a la vida, le han cortado su cordón umbilical, que lo unía al palo mayor, porque ahora este nuevo sistema martillea la campana en su piel, la hiere cada vez que le golpea el martillo y su sonido viaja lánguido por el pueblo de Nur-tzaio, contagiando su tristeza por todo el valle.

El campanero se sienta a la orilla del río que cruza el valle de Nurtzaio, escuchando los sonidos de la primavera, los txantxangorris, tarines y jilgueros que cantan alegres, con el río cantarín que les acompaña en esta melodía. Este canto de la naturaleza inspiró a Beethoven en su Pastoral, a Edvarg Grieg en la suite de Peer Gynt o a Smetana en su Moldava, mientras un poco mas adelante, en el bidegorri, circulan personas en bicicleta, a pie, con los auriculares en los oídos oyendo… ajenos a los hermosos sonidos que la primavera nos ofrece.

Igual que las campanas, en Nurtzaio algo se está muriendo: la sensibilidad humana se transforma. Aunque yo, como el campanero, prefiero el tiempo anterior.

CARTAS A LA DIRECCIÓN

noticias de Gipuzkoa (29-03-2014)

  • ASTIGARRAGA: Campanas, campaneros y toques
  • Electrificación, mecanización sin restaurar: Bibliografía
  • Toques manuales de campanas: Bibliografía

     

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