Se nos ha ido Patxo. Un Ictus y sus consecuencias se lo han llevado en menos de una semana.
Habíamos coincidido muchas veces, en Amurrio, en Oiartzun, en la casa de Pellón de Vierna donde Abel Portilla está ubicando su colección de campanas.
Y siempre compartiendo experiencias de campanas, desde dos mundos tan alejados como Euskadi o la Comunitat Valenciana, con toques y campanas tan diferentes y sin embargo con tantos puntos en común. Pero no sólo teorizaba y compartía conocimientos de campanas, campaneros y toques. También tocaba: las campanas, a veces, la pandereta acompañando, también.
Nos quedan sus palabras, sus escritos, el eco de sus toques...
Hemos perdido otro amigo.
Descansa en paz, Patxo.