SEVILLANO, Antonio - Revuelo de campanas (I)

Revuelo de campanas (I)


Quisiera poder vivir
en un barrio de Almería
para de noche sentir
la campana de La Vela
cuando me voy a dormir

De manera muy puntual y aislada, el pasado mes de septiembre se volvía a escuchar en la Alcazaba a la campana de La Vela en una ceremonia de la confusión. Ajena a su razón de ser. Al pie de la espadaña las fotografías muestran al cofrade mayor de La Soledad asido a la cuerda del badajo para hacerla sonar tras más de medio siglo en silencio. Resulta cuando menos chocante la patrimonialización de la centenaria atalaya sonora en beneficio de la imagen titular de dicha hermandad. Para ello, a modo de título de propiedad, se atienen a la leyenda grabada en su cuerpo de aleación en bronce: "Me llamo Santa María de los Dolores. Reinando Carlos III. Año 1763". Como si no hubiese más vírgenes de igual advocación en la diócesis, casos de la parroquial de San Pedro (Santo Sepulcro) u otras ya fuera de culto. Desconozco si la iniciativa ha nacido con ánimo de continuidad y de establecerse como costumbre. Cabe aquí recordar la laica tradición granadina de su homónima alhambreña: cada día dos de enero -coincidiendo con la "Toma" de la ciudad en 1492-, la mocita en edad casadera que logra tocar la campana de la Vela del palacio nazarita asegura su boda ese mismo año. Algo similar a beber agua del "cañillo" de Puerta Purchena.

Ciertamente se trata de un asunto menor, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (centenario del cambio de la onomástica mariana) se arrogan un hecho histórico sin base documental alguna. Como es notorio, el "bautizo" sistemático de las campanas dedicadas a santos y vírgenes es práctica común; aunque en este caso no fue instalada con fines religiosos y sí por el contrario civil y militar. Inducido por un "notable" cronista, años atrás cometí el error de afirmar que "con cargo a la Corona de Castilla mandó fabricarla Carlos III", cuando no está demostrado que el monarca costease su fundición, solo que se construyó durante su mandato. En cualquier caso, llueve sobre mojado y son notables las lagunas que sobre su propio origen fundacional exhibe la Hermandad del Stmo. Sacramento y Ntra. Sra. de los Dolores. Es más: Carlos III obligó a la pía entidad parroquial a integrarse en la sacramental bajo amenaza de hacerla desaparecer.

Mirada al pasado

Es lógico colegir que la primera campana de la Alcazaba se destinó a la ermita de San Juan -presumiblemente sobre la desacralizada mezquita original- para convocar a los servicios litúrgicos prestados por la orden de San Francisco a la tropa acuartelada en la fortaleza. Paralelamente, y no de menor importancia, con el fin de alertar a los vecinos almedineros ante cualquier ataque berberisco. Tarea a la que se incorporaría el campanario de la catedral vieja y nueva. En "La Alcazaba de Almería", guía editada por el IEA en 2006, el arqueólogo Lorenzo Cara le dedica el siguiente párrafo antes de extenderse en la explicación de los toques:

La famosa campana de la Vela, ahora mudo testimonio de la vida de una ciudad, fue un símbolo para la Almería de la época. Como anuncio y centinela, la fortaleza dispuso de una campana, pero solo hasta el último cuarto del siglo XVII no contó con una espadaña o campanario sobre el muro que la hiciese oír. Con anterioridad los arrebatos y alarmas se hacían con la campana de la Catedral o bien desde la misma fortaleza con alguna pieza de artillería. La campana era pequeña y apenas llegaba su sonido a la vega, así que en marzo de 1744 se fundió una nueva que costó unos 600 reales. Por desgracia duró bien poco. El terremoto de 1º de noviembre de 1755 dio con ella en el suelo. La nueva campana es la que hoy existe. Ella misma se presenta en la inscripción que aparece en su vuelo (…) Guía de pescadores en las inmensidades del mar, avisaba del peligro y del fuego, sus toques acompañaban las tandas de los riegos. Y como buen sereno dormía de día y velaba de noche...

Martín del Rey

El poeta de Fondón, auxiliar del Archivo Municipal y habitual articulista sobre temas locales, la incluye entre refritos y apreciaciones personales en su segunda Guía Turística, publicada en 1970:

La Campana de la Vela está emplazada sobre el lienzo que desune el primer recinto de la Alcazaba, encima de la Mezquita. Carlos III ordenó la construcción de esta campana, símbolo de historia fecunda. Ella anunció con sus toques los barcos que entraban de Poniente o Levante; reunió con sus repiques a los defensores de la Fortaleza; convirtiéndose más tarde en reloj, marcando a los regantes de la Vega la hora del agua; y últimamente, se consagró a contar la vida durante las tinieblas de la noche, cesando sus sonidos al amanecer.

A la voz del muecín que, tras la oración de la tarde, convidaba al sueño; al sonido de las trompetas que marcaban "la queda" y el cierre de las puertas de la Fortaleza (…) le sustituyó el toque de "la Vela" como grito de vigilante que repite el "Alerta" hora tras hora. Desde el almenado torreón -espaldas de la Mezquita-, y cobijada por la Cruz se halla la Campana en airosa espadaña de piedra. Fue fundida en 1763 y se llama "Santa María de los Dolores".

Ella avisa del peligro y el fuego, hace eco a las campanas del reloj de la Sede y lanza sus toques en el silencio y soledades de la noche hasta horizontes y tramontanas. Por su situación elevada, su tañido se oye a grandes distancias. Es guía de pescadores en las inmensidades del mar; en noche de tormenta indica al navegante un puerto hospitalario….

Sirva de corolario a esta primera entrega una inclasificable gacetilla periodística, reproducida ahora creo que por primera vez. Respeto la redacción del diario fascista Yugo, portavoz de Falange, en la sección "Perfil del Día" 27 de agosto de 1941. Juzguen ustedes:

… Pero salvada, por fortuna, de la persecución de los horrores (que la impiedad sacrílega robó de la oración para dedicarla al fratricidio), nuestra Campana de la Vela, arquetipo de esas otras campanas de vigilia que eternizó el remedo afortunado de otras ciudades más felices, volverá a sonar de nuevo para anudar el hilo de las viejas leyendas con el armiño de los rosados amaneceres españoles. Hay el propósito de restablecer la antigua costumbre. Es más, trátase de que su esquila argéntica regocije este año el momento en que aparezca triunfal sobre las calles de Almería la imagen de nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Mar, en la procesión solemne del día 31.

La Campana de la Vela de Almería es cristiana y real, con realeza de Imperio: para la aleación de su masa metálica entregó tres monedas de oro la majestad del rey Carlos III. Y al fundirla, también arrojaron joyas y monedas nuestros antepasados almerienses; y que se hicieron después cantares y poesías en los labios y en las mentes de los romanceros y los poetas de esta ciudad de Almería, vaso de luz, cáliz de sol.

SEVILLANO, Antonio

El Almería (11-10-2014)

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