El trabajo estuvo a cargo de relojeros, restauradores y campaneros. En Bogotá hay unos 34 relojes en el espacio público. - Autor: ORTEGA, Carlos / EL TIEMPO
Después de una década, las campanas de la iglesia de San Francisco, en la avenida Jiménez con carrera 7.ª , en Bogotá, volvieron a sonar.
Anuncian la media hora y la hora, gracias a que, además, el reloj también se puso de nuevo en uso, después de que fuera arreglado.
Entonces, no es raro ver cabezas que giran y miran a la torre de esta iglesia, una de las más antiguas de la ciudad y cuya construcción se demoró 38 años (de 1557 a 1595), la cual tuvo adecuaciones, ampliaciones, sufrió daños por terremotos y, más recientemente, por los grafiteros que pintan su fachada.
Los trabajos, a cargo del Instituto Distrital de Patrimonio, terminaron y hoy se entregan las obras con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.
Allá arriba, en la torre, se ven el reloj y las campanas que alertan en este punto de encuentro en la ciudad. “Con el plan de revitalización del centro estamos restaurando varios monumentos de la zona, muy importantes para la ciudad”, dice María Eugenia Martínez, directora del Instituto Distrital de Patrimonio.
Los trabajos, cuenta la restauradora María Alejandra Malagón a cargo de este proyecto, empezaron hace cinco años gracias a que obtuvo una beca de estímulos para identificar el valor patrimonial de los relojes en el espacio público y en las fachadas.
“Identificamos 34 y tuvimos acceso a 28. Con el apoyo de, entre otros, el maestro relojero Juan Zamora, realizamos el estudio y encontramos que en el centro tradicional hay unos 14 y que son importantes los de otras zonas, como los de las iglesias de Lourdes, el Divino Salvador, Santa Ana (con 12 campanas), la del barrio Olaya Herrera y la de Usaquén, esta última con un reloj del siglo XVIII, entre otros”, cuenta Malagón.
Y en cuanto al de la iglesia de San Francisco, agrega, era muy importante la recuperación de este reloj, por tratarse de una edificación que es una joya arquitectónica “de la época colonial, no solo de la ciudad, sino de América Latina”, afirma Malagón.
Al iniciar los trabajos, “los datos que encontramos dicen que la sonería data del 19 de marzo de 1926 y que las campanas habían sido donadas por Rafael Almanza y fray Nepomuceno. Antes hubo un reloj más antiguo, según señala un cronista en 1850”, continúa.
El relojero Ómar Guerra, uno de los más tradicionales de la ciudad, estuvo a cargo del arreglo del reloj.
Malagón cuenta que al desmontarlo se hizo un inventario de piezas y luego la restitución de las mismas. “Los padres franciscanos nos dieron un espacio para los arreglos y además hicimos toda la documentación con fecha de este año, con el fin de que permanezca”, comenta.
En cuanto a la campana, cuyo trabajo estuvo a cargo de Margarita Acosta, “se le hizo una limpieza y se puso a sonar. Trabajamos mucho el tema de los decibeles, para que por la noche no moleste a los habitantes del sector, pero a las 12 del día tiene un campanazo especial”.
La limpieza general de la fachada se hizo con una máquina a vapor, pero, por desgracia, los grafiteros aprovecharon la noche para rayarla, por lo que se tuvo que repetir la limpieza.
Para María Eugenia Martínez este tema es complicado, porque sucede con mucha frecuencia “en distintos monumentos que recuperamos. Y, de verdad, yo quisiera promover que el arte no dañara el arte. Hay otros espacios para los grafiteros, que pueden aprovechar. Hace falta que la gente vea la historia y la que tiene el centro es muy importante y es de todos los que habitan la ciudad”.
Este lunes, a la 1 p. m., se realizará la entrega de la restauración del reloj, el campanario y la fachada, con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Esto ocurrirá en la plazoleta de la iglesia de San Francisco, en la avenida Jiménez con carrera 7.ª. Entrada libre.
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