Al coro se sube por una escalerita a la mano izquierda de la entrada, los escalones tienen atoques nuevos, la barandilla de madera torneada, similar a la balaustrada del coro. El coro es un amplio espacio elevado, situado a los pies, permanece iluminado por un amplio ventanal encristalado abierto en el centro del muro meridional. El centro está ocupado por algunos bancos antiguos, robustos y pesados. La baranda es de madera torneada, con un soberbio pasamano, seguramente original. Desde el coro se aprecia una estupenda vista de la nave central y del presbiterio, permitiéndonos valorar la calidad de los estucos de yeso y la cornisa que circunda el interior. Accedemos a la torre por un puertita situada al fondo, lado del evangelio: escalera de tipo castellano, escalones nuevos con atoques, hasta el piso de campanas. La torre, cuadrangular, posee cuatro vanos, dos de ellos cegados. Los demás están cubiertos por una tela metálica, para evitar entren las palomas, que lo ponen todo perdido de palomino. El que mira al sur está vacío, “una campana grande que había desapareció cuando la guerra” –comenta mi acompañante-. El que mira hacia oriente está habitado por un bronce mediano, dedicado a santa Bárbara, luce cruz potenzada con la imagen de su advocación -vaciada en 1697-: “El yugo es de hierro, pero antes era de madera” –sigue explicando mi acompañante-.
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