En plena faena. José Luis prepara el transporte de una campana restaurada. - Autor: E. C. / El Correo
Las dos campanas de la Iglesia de San Bartolomé volverán a su lugar de origen durante esta semana. Han sido restauradas en el taller de Campanas Quintana, en Palencia, en donde se les ha colocado yugos y motor nuevos.
La razón para determinar que las campanas (una de 235 centímetros de diámetro y la otra de 82) vuelvan en esta fecha al campanario logroñés es que las obras de remodelación de la torre del templo estarán terminadas para el 30 de noviembre. La finalización de estos trabajos permitirá el acceso directo desde la iglesia al campanario a través de una estrecha escalera de caracol.
El inconveniente es que, con la remodelación que se está llevando a cabo, la campana más grande ya no entra por los nuevos ventanales, con lo que las dos figuras deberán de ser transportadas vía aérea, aprovechando la grúa instalada para la restauración de la iglesia. Una vez colocadas en el interior, el tejado se cerrará y se habrán terminado las labores de la fachada externa del templo.
En ese momento, José Luis Tomás San Román, uno de los pocos riojanos expertos en instalación, restauración y mantenimiento de estos instrumentos, comenzará su labor con las campanas. «Desde fuera no se van a observar. Habrá que preparar unas barras de madera donde van a ir encajadas dentro del campanario. Eso nos costará y hasta mediados de diciembre no habremos terminado de trabajar con ellas», afirma.
Otra de las actividades en las que está inmerso Tomás San Román es en la dirección de la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol, de Torre y Campanas. Esta agrupación tiene como objetivo conservar y proteger este patrimonio en la Comunidad Autónoma de La Rioja.
Desde hace pocos años, este colectivo está luchando por tener en consideración la antigüedad de las campanas. «Ahora, en La Rioja, se empieza a valorar este tema, pero se han hecho muchos disparates arreglando campanas y relojes, sobre todo por ignorancia. Nosotros defendemos que las figuras que tengan cien o más años no se puedan fundir. Existe una ley que las ampara, pero está muy olvidada», remarca.
Dos son las soluciones que se ofrecen cuando una de estas reliquias tiene que ser reparada. Una es la soldadura (así se reformaron las campanas de la catedral de Santo Domingo de la Calzada). El inconveniente es que resulta bastante cara y este procedimiento sólo se puede realizar en el extranjero.
El otro método consiste en refundir de una forma especial, ya que previamente se tiene que realizar un molde exacto de la campana estropeada para realizar una copia igual que la original. Un ejemplo es la campana de Gorraiz en Navarra, que data del siglo XVI, y cuyo campanario cuenta con una imitación fidedigna. Además, la original, que permanece estropeada, está expuesta en la entrada de la Iglesia de San Esteban.
Dedicarse a este mundo de forma profesional no es muy usual por estos lares. En La Rioja existen poca personas que vivan de este oficio. Uno de ellos es José Luis, que comenzó en esta actividad por curiosidad.
«Soy de Villamediana de Iregua y empecé en esto porque, cuando era joven, el reloj de mi pueblo no funcionaba y me entró interés por ponerlo en marcha. Contacté con el religioso de la localidad y me propuso que intentara repararlo. Y lo hice. Fue un aprendizaje un poco autodidáctico porque no sabía nada sobre este asunto. El día de Navidad de 1989 volvió a funcionar el reloj de Villamediana tras 15 años parado», relata.
San Román no se quedó ahí y, poco tiempo después, se puso en contacto con la empresa Campanas Quintana de Palencia y se pasó cinco años en sus instalaciones instruyéndose. En 1999 se trasladó a Logroño para hacerse cargo de la delegación de La Rioja, Burgos, Álava y Navarra.
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