PÉREZ, Pablo José - Una nueva campana para Laguardia

Una nueva campana para Laguardia

Bárbara, que se desplomó el pasado lunes, no podrá volverse a fundir al tratarse de un ejemplar histórico


Los técnicos acceden en escalera al hueco de la campana.


El estado en que quedó la campana después del accidente da buenas pistas sobre el violento impacto.


Zona acordonada en el entorno de la puerta de San Juan tras la caída de Bárbara.


Bolardo de piedra destrozado tras el impacto de la campana.

Bárbara no volverá a repicar. La campana de la torre de la iglesia de San Juan de Laguardia, sobre la que se asienta la espadaña con otras dos campanas, no volverá a sonar, ya que se trata de una pieza histórica y la legislación no permite que vuelva a ser fundida.

Esta campana, Bárbara, fue protagonista el último día del año mucho antes de que todas las campanas y carrillones dieran la despedida a 2018 y la bienvenida a 2019. Y es que era poco antes del mediodía, cuando estaba a punto de comenzar la misa en la iglesia de San Juan, que además era misa funeral por un vecino de Laguardia, cuando un enorme estruendo conmocionó a la villa medieval.

Muchos fueron los que acudieron a averiguar qué había ocurrido hasta la puerta de San Juan, uno de los accesos a la villa amurallada, en el lugar que confluyen la Plaza de San Juan, la calle Capuchinos y la de la Cárcel y lo que allí se encontraron fue una de las campanas de la iglesia que, por la razón que fuera, se había desprendido de su anclaje y había caído a la calzada, afortunadamente cuando no pasaba por allí nadie.

Alguno decía que había sido un milagro que no hiriera a nadie, ya que esa puerta es utilizada por muchos peatones para acceder a Laguardia, especialmente desde el ascensor adosado a la colina, y es el único lugar por donde pueden acceder los vehículos hasta la plaza de San Juan, ya que en el resto del pueblo está prohibida la circulación. En su caída, la campana produjo pequeños desperfectos en el lugar que ocupaba y solo un pique en la calzada, ya que la colisión en el suelo fue contra un gran bolardo de piedra que cortó a lo largo como si fuera mantequilla. Y, como era de esperar, la campana quedó hecha añicos, completamente destrozada.

Mientras vecinos, visitantes y servicios de emergencia acudían al lugar, uno de los que llegaron decidió llevarse un recuerdoy, ni corto ni perezoso cogió un pedazo de la campana, la que llevaba la fecha de fabricación, 1821, y se la llevó sin darse cuenta del fenomenal jaleo que su acción iba a provocar. Y es que, según la fecha de fabricación, si es anterior a 1840 no se puede volver a fundir para hacer una nueva, ya que todas las campanas anteriores a esa fecha tienen la catalogación de históricas y sus piezas solo se pueden unir para ser mostradas, nunca más para volver a repicar. En cambio, si era posterior, se volvería a fundir y se haría una nueva campaña con su bronce. Las llamadas a la responsabilidad que se hicieron desde la parroquia y el ayuntamiento dieron resultado y finalmente, casi una semana después del suceso, apareció el trozo de la campana que había desaparecido del lugar.

En cuanto al suceso, los servicios de emergencia no tardaron en aparecer. Tanto la Ertzaintza como los Bomberos forales de la Uceis de Laguardia, como el alcalde y miembros de la corporación municipal llegaron enseguida y realizaron una primera valoración del estado de la torre, que se encontraba perfectamente, pero en previsión de algún accidente hasta que los técnicos comprobaran el alcance del desprendimiento de la campana decidieron cerrar el paso por la puerta de San Juan. Para ello, se colocaron cintas advirtiendo del peligro y prohibiendo el paso, aunque no amilanaron a muchas personas que se agacharon y entraron por allí a pesar del riesgo que corrían.

Visita a la torre

Ya al día siguiente un equipo integrado por el alcalde de la localidad, Pedro León, el arquitecto municipal, un ingeniero, el albañil y su hijo, que realizan tareas para el ayuntamiento y el párroco, el padre Antonio Mijangos, entraron en el edificio para valorar los daños y, sobre todo, conocer la causa del desprendimiento, acompañados por el campanero José Luis Tomás, de Campanas Quintana.

Ayudados por una escalera de mano, los técnicos accedieron a la torre y a la espadaña y fue cuando pudieron comprobar que se había roto uno de los ejes de hierro fundido que hacen voltear la campana de bronce. Se trata de una campana que habitualmente no se utiliza, pero ese día, para avisar del funeral, se había volteado y fue cuando se produjo el accidente. Inicialmente se aventuró la posibilidad de que la rotura fuera debida a lo que se denomina fatiga de material, un proceso de daño que se produce en los elementos mecánicos cuando se someten a cargas variables, como es el movimiento, pero posteriormente se apreció que había una zona oxidada en el soporte, por lo que se considera que ésa fue la causa principal del desprendimiento.

Ahora queda buscar una solución al hueco que ha dejado la caída de la campana. El campanero de Quintana, al igual que el alcalde de Laguardia, adelantaban que las piezas en las que ha quedado convertida no se pueden fundir porque se trata de una campana calificada como histórica, ya que es de 1821, y su destino será la colocación en algún lugar, como podría ser la Casa Garcetas o la propia iglesia de San Juan, para que pueda ser vista. Por lo tanto, la alternativa será la fundición de una nueva campana. El precio aproximado para la función se aproximaría a los 3.000 euros, a los que se tendrían que añadir los costes de anclaje y la mano de obra, una cantidad que aún no se han planteado ni desde la parroquia ni desde el Ayuntamiento de Laguardia para solucionar su ausencia.

En cualquier caso, Pedro León, el alcalde de la villa, recordaba que “el Ayuntamiento colabora siempre que puede con la parroquia. Hay que tener en cuenta que además de un espacio religioso, tanto San Juan como Santa María son lugares con un fuerte impacto turístico y es natural que la villa ayuda a su mantenimiento”. León explicaba que existe una subvención anual de 12.000 euros para la iglesia, además de la ayuda para el abono de la electricidad, la limpieza o temas específicos como fue, recientemente, el cepillado de la tarima de la capilla del Pilar, o las obras de revisión y restauración realizadas hace poco en la torre y la iglesia de San Juan, por lo que no habría problemas para ayudar en esta nueva tesitura a la casa parroquial de Laguardia.

Sin pesaje oficial

Por su parte, el campanero que revisó la instalación comentaba que la campana que ha caído es del estilo que denominan esquilón,de la que se hacen distintas series según su peso. Ésta, Bárbara, tenía 70 centímetros de diámetro y un peso superior a los cien kilos, aunque no se ha realizado ningún pesaje oficial de la misma.

Como anécdota, se da la circunstancia de que muy cerca de la puerta de San Juan, en La Barbacana, en un lateral del llamado Estanque celtibérico, existe el resto de un horno donde se fundieron campanas, una o varias. La guía del lugar, María José, explicaba a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que en ese lugar “se fundieron campanas en el siglo XIV, seguramente para la iglesia de San Juan”. Pero lo cierto es que cada vez que había una guerra, lo primero que caía eran las campanas de las iglesias, que se transformaban en armas o balas de cañón. De hecho, la que cayó a la calzada se debió fundir después de la Guerra de la Independencia, porque, seguramente, durante la contienda, desaparecieron las campanas de la villa.

Las frases

El primer edil de Laguardia destaca que tanto San Juan como Santa María “son lugares con un fuerte impacto turístico”, por lo que el Consistorio “ayuda en su mantenimiento”.

Esta guía local apunta como anécdota que muy cerca de la caída de Bárbara se llevó a cabo este cometido hace miles de años.

La cifra

1821 - Año de fabricación de Bárbara, lo que impide que vuelva a ser fundida para hacer una nueva campana.

PÉREZ, Pablo José

Noticias de Álava (06-01-2019)

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