En Tlahuelompa se han fundido cientos de campanas por generaciones - Autor: Foto tomada de la TV
En la Sierra de Hidalgo se encuentra Tlahuelompa, pueblo de campaneros, donde la tranquilidad se interrumpe por el golpeteo del martillo y el metal
La tranquilidad del pueblo de Tlahuelompa, en la Sierra de Hidalgo, se interrumpe con el golpeteo constante del martillo en el metal: son los campaneros que han iniciado su trabajo.
Tlahuelompa es una pueblo de campaneros, es una tradición que se hereda y en el que toda la familia participa.
Así lo cuenta Zenón Gómez, campanero de Tlahulompa: "de generación en generación... yo soy de la generación de hace 30 años para acá".
El proceso artesanal de la confección de las campas se lleva su tiempo, primero se elabora un molde en barro al que se le da forma de la campana.
"Es muy laborioso por el hecho de que lo hacemos de pura tierra, el barro y tierra quemada del mismo material... para que el molde por capas vaya teniendo lo que necesita, para que esté bien hecho, para que aguante el calor”, comenta Adán García, un campanero más de la comunidad.
Ya con el molde, comienza la fundición del metal en el horno de ladrillo, a más 1800 grados centígrados, luego el enfriado, donde la campana descansa durante una semana, para finalmente el acabado.
Los talleres de Tlahuelompa han fundido cientos de campanas, pero hay una en especial... la campana de San Juan Diego, que en la última visita de su Santidad Juan Pablo II le dio la bendición.
"Cuando se fundió la campana de Juan Diego de México, esos trabajos tienen un significativo para nosotros, nos deja un gran recuerdo”, afirma Zenón Gómez.
Un orgullo que los campaneros de Tlahuelompa guardan en su corazón y que los alienta a seguir en su labor.
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