LLOP i BAYO, Francesc - Curso de toques de campanas en Aragón (1)

Aprenda a tocar campanas al estilo de Aragón (1)

Campanas y campaneros en Aragón: una cultura casi perdida

Entre 1983 y 1984, gracias a sendas ayudas del Gobierno de España y de la Diputación General de Aragón pudimos estudiar los toques de las campanas de unos sesenta campaneros y sacristanes de todo Aragón. Nuestro propósito era recoger, estudiar y divulgar un hecho cultural casi desconocido y que parecía estar a punto de desaparecer. Casi todo esto se ha cumplido. Grabamos en vídeo a cincuenta profesionales, los cuales han fallecido sin sucesión en su práctica totalidad. Estudiamos sus toques para nuestra tesis doctoral, allá por 1988 en la Complutense de Madrid, en la especialidad de Antropología Social. En parte hemos divulgado estos conocimientos a través de artículos y conciertos. Pero nos faltaba, para cerrar el círculo, divulgar de la misma manera que los recibimos, estos toques tradicionales, a partir de la palabra, del gesto y de la enseñanza directa, para que sus ritmos antiguos, ahora silenciosos, vuelvan a sonar en las torres y espadañas de Aragón.

Las campanas: toques en la sociedad tradicional

Las campanas fueron, durante siglos, la manera más eficaz de comunicar mensajes, de coordinar actividades y de proteger comunidades en la sociedad tradicional. Al contrario de lo que ocurre con los actuales medios de comunicación de masas (radio, televisión, la propia Internet) no era necesario disponer de aparatos para percibir el mensaje. Tampoco era preciso tener conectados los mecanismos sobre la emisora precisa. El sonido de las campanas llegaba, por lo general, a toda la comunidad, e incluso más allá, para construir unos mensajes sonoros necesarios para el funcionamiento colectivo.
Solamente los sordos quedaban privados de su información. Los sordos y los forasteros, ya que los toques constituían mensajes comprensibles sólo en los límites de la propia comunidad. En consecuencia los propios toques contribuían a aumentar la solidaridad del grupo, a construir una identidad diferenciada: "nosotros tocamos bien, ellos (sobre todo, los vecinos) no saben tocar". En consecuencia, "nuestras campanas son buenas, las mejores; las demás son malas, pero las del pueblo vecino son las peores".
Sin embargo un rasgo diferenciaba al campanero tradicional de su colega actual, el periodista, y era su gran humildad. El campanero sabía que con sus toques podía despertar la comunidad, anunciar desgracias o romper los ritmos vitales. Y sin embargo no utilizaba su poder (ese que ahora llaman el "cuarto poder") para sus fines, sino que se ponía al servicio de la Comunidad, limitándose sin necesidad de censura, para cumplir con "su santa obligación", es decir la construcción de mensajes que coordinaban, informando, las actividades del grupo.

El instrumento musical: campanas, instalaciones, torres y toques

Las campanas formaban parte de un instrumento musical muy amplio y coherente, constituido por los bronces sonoros, sus instalaciones, su ubicación en la torre, el propio edificio y los toques. Unos limitaban y determinaban a los otros y así, como nos decía uno de los hijos del tío Simeón, el famoso y último campanero del Pilar, "la disposición" hacía posibles unos mensajes hermosos y al mismo tiempo llenos de contenido.
Porque, como nos dijeron varios campaneros aragoneses, lo importante no era, sólo, comunicar; también se trataba de no aburrir y de no aburrirse, haciendo variaciones, dentro de los límites marcados por el mensaje. O sea, comunicar sin aburrir, y al mismo tiempo sin llegar a desfigurar tanto el toque que fuese incomprensible.
Hemos hablado, y seguiremos haciéndolo durante todo el curso, de "campaneros". En realidad muchos de nuestros informantes eran también, o incluso más, sacristanes. El "campanero" (o "la" campanera, que de todo había) era un profesional exclusivo de las grandes iglesias: catedrales, colegiatas, parroquias de las capitales; en los demás sitios el sacristán aumentaba sus escasas ganancias con los toques de las campanas, que debía compaginar con sus cánticos y otras actividades rituales al servicio de la Iglesia. Hemos dicho "ganancias": en dinero o en especies, campaneros y sacristanes eran profesionales pagados, a veces con una vivienda, con trigo o con monedas, pero siempre recompensados por su labor, a menudo ingrata y poco reconocida.

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    © LLOP i BAYO, Francesc (1998)
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    Actualización: 19-03-2024
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