LLOP i BAYO, Francesc - Curso de toques de campanas en Aragón (3)

Aprenda a tocar campanas al estilo de Aragón (3)

Toques religiosos y toques civiles

Desde nuestra visión actual surge, inmediata, la pregunta. ¿Cuáles toques de campanas son religiosos? ¿Cuáles son civiles? La primera contestación es bien sencilla, pero falsa: son religiosos los toques de contenido o mensaje religioso mientras que son civiles los toques de contenido civil. En realidad la respuesta es falsa porque la pregunta no es correcta. Nosotros suponemos, desde nuestra experiencia actual, que había una separación entre lo religioso y lo civil. Sin embargo esa división tan absoluta no se daba en la sociedad tradicional. Los toques de campanas de oración, que marcaban las partes de la jornada (alba, mediodía, atardecer, tenían ambos aspectos a la vez: señalar, con una oración, el paso del tiempo. Los toques de vísperas de fiesta recordaban un calendario, basado sobre aspectos religiosos pero con evidentes efectos civiles (día de descanso laboral…). Quizás había unos pocos toques "civiles puros", si se puede aceptar la expresión. Por un lado estaban los toques del reloj, por otro las señales de contenido comunitario. Los toques de reloj se enfrentaban, como veremos a continuación, a los toques de oración y de llamada a los actos litúrgicos, ya que unos y otros se referían a dos maneras diferentes (e incluso opuestas) de medir el tiempo. Por eso, a menudo, las campanas del reloj estaban ubicadas en otra torre, o en otro lugar de la torre. Se da la paradoja que, con escasas excepciones, en Aragón, al igual que en el resto de España, no había "torres municipales", es decir campanarios de titularidad municipal con el solo destino de ser empleadas para transmitir mensajes del ayuntamiento, opuestos de alguna manera a los mensajes de la iglesia. Hemos dicho con escasas, pero hay que decir notables excepciones. La "Torre Nueva", de Zaragoza, se acercó al modelo europeo de independencia municipal frente a la Iglesia. Una torre municipal, hermosa, que servía de base para ubicar una gran campana, para tocar las horas más allá del perímetro municipal, y para recordar la grandeza y la autonomía del municipio. Las campanas, incluso, como es sabido, no sólo tocaban el tiempo regular del reloj, sino que sonaban, alegres o tristes, en los acontecimientos comunitarios, e incluso, como dice la tradición, marcaban con sus mensajes la dirección hacia la que iban a caer las bombas de los sitiadores franceses. Curiosamente, también, fue el propio Ayuntamiento de Zaragoza, que no supo entender la "Torre Nueva" como instrumento de independencia, llegando a ubicar las campanas municipales (la de los cuartos, gótica, aún existente y muda, en la llamada "Torre Nueva del Pilar", así como la de las horas, refundida a principios del siglo XVIII y llamada "La Campana de los Sitios"). En consecuencia, las campanas que eran símbolo de la separación entre el municipio y la iglesia, volvieron a la iglesia, donadas por un municipio inconsciente de sus derechos. Hablábamos de "toques civiles", por llamarlos de algún modo. Aparte de los toques del reloj estaban las señalas ciudadanas. En Aragón no hemos encontrado "toques de concejo", o de llamada municipal, como aún existen en Castilla, o aquellos toques de pastos comunes, también castellanos. Sin embargo estaban los toques "de perdidos", de los cuales se ha construido una imaginativa explicación no del todo exacta. Es probable que, en pequeñas comunidades sirvieran para llamar alguna vez a las personas perdidas, y permitir que pudiesen orientarse en la niebla o en la noche. Sin embargo no eran más que toques normales de queda, en una sociedad tradicional que acostumbraba a marcar, con las campanas, los ritmos de la comunidad, obligada no sólo por una rígida concepción de los deberes y obligaciones personales sino por una limitada tecnología. Es decir, era conveniente recogerse en casa y cerrar puertas y ventanas, al toque de queda, que se tocaba tras el de oración y antes de ánimas, porque ya había entrado la noche, en una población no iluminada, y por tanto de tránsito difícil o peligroso.

Campanas y campanos

En Aragón había (y hay) campanas y campanos. Curiosamente los segundos son menores, están ubicados en lugares distintos y señalan cosas diferentes. Dicho de otra manera. Es normal que en una torre aragonesa haya un par de campanas o tres, de tamaños parecidos y de notas muy cercanas, pero diferenciadas para poder distinguirlas. En otra torre, o en una espadaña (es decir una especie de ventana con el campano al medio) hay una campanita mucho menor, que se toca a menudo a medio bando mediante una larga cuerda. Las primeras campanas se tañen, a menudo desde la misma torre, aunque la mayor o un par de ellas pueden tener una cuerda unida al badajo y que llega hasta unos metros más abajo, para las señales diarias (oración, fuego…). El campano está mejor ubicado, a veces encima de la sacristía, en medio del tejado o incluso en la punta de la torre, y sirve para hacer dos tipos de señales: los toques diarios, para las "misas rezadas", o los avisos a los campaneros, por ejemplo para que toquen en el momento del Gloria o cuando va a salir la procesión. Hemos dicho que hay, a menudo, dos campanas, pero no siempre es así. Habría al menos tres modelos de conjuntos de campanas en Aragón, dejando aparte los campanos: dos, cuatro, cinco o más campanas.
  1. Dos campanas. Nota parecida (una segunda o tercera de diferencia). Pueblos pequeños. Todas pueden bandear. Es el modelo de numerosísimos pueblos aragoneses
  2. Cuatro campanas. Notas parecidas dos a dos (una segunda o tercera de diferencia, alrededor de una octava entre unas y otras). A veces solo bandean las dos mayores, o incluso las cuatro, pero casi nunca juntas. Es el modelo de las parroquias zaragozanas y de los municipios más importantes.
  3. Cinco o más campanas. Lo mismo que el anterior y una campana mucho mayor, que baja al menos una tercera o una quinta, generalmente ubicada en el centro de la torre.

Tiempo diario: el ciclo de veinticuatro horas

Las campanas y los campanos tiene que ver con la manera tradicional de medir el tiempo en Aragón. Recordemos que el reloj es una máquina ingrata que no necesita saber si es de día o de noche, verano o invierno, para marcar tiempos distintos. O, mejor dicho: el día o la noche, la temperatura alta o baja pueden repercutir en la exactitud de sus movimientos, pero este es un efecto no deseado. Recordemos que a mitad del siglo XVIII se inventa el péndulo (antes, los relojes, iban con "foliot", un regulador mucho más inexacto) y que éste se alarga o acorta en función de la temperatura existente. Una diferencia de unos milímetros puede suponer que oscile más o menos rápido, habiendo diferencias de diez o quince minutos a lo largo de las veinticuatro horas del día. Pero, insistimos: este es un efecto no deseado, puesto que se supone que el reloj es idealmente exacto (cada vez más con los mecanismos actuales). Los toques digamos de la iglesia (con todos los matices que hemos dicho antes) son mucho más humanos, o mejor dicho, mucho más naturales. Están basados en el mismo principio utilizado por los romanos: el "día" (24 horas) tiene dos partes: "la jornada" (cuando hay sol) y "la noche" (cuando hay oscuridad). Durante la jornada, se vive y se trabaja; las partes están marcadas por los diferentes toques de campanas. Durante la noche, excepto en caso inaplazable de extrema gravedad (alarma, fuego) no se tocan las campanas, ni siquiera para anunciar los muertos más importantes. En consecuencia la jornada está enmarcada por el toque de alba, que avisa del principio, ya que se toca al amanecer. El toque de mediodía o de Ángelus es el único exacto, ya que se toca a las doce "de sol", y esta referencia es la única externa que se puede conocer sin "relojes" u otros mecanismos artificiales. El toque de Ave María o del atardecer marca el momento de volver a casa, mientras que un poco más tarde suenan "los perdidos" o toque de queda, que preceden al toque de Ánimas o de cierre total de murallas y de viviendas. Naturalmente que los toques varían de un día a otro – dicho con el doble sentido, ya que se adaptan al ritmo de la Naturaleza. Había un par de actividades religiosas más, por la mañana y por la tarde, que marcaban los momentos intermedios: la "misa cantada" hacia las diez de la mañana, las vísperas hacia las tres o cuatro de la tarde. Otros actos religiosos diarios (misas rezadas, rosarios, novenarios) eran señalados con toques menores o no se anunciaban. Esta dependencia del sol, a causa de la limitación tecnológica, tiene una consecuencia lógica: los días tienen que comenzar en un momento exacto, mensurable, es decir "a las doce de sol". No nos extrañe esta manera tan antigua de medir el tiempo: a pesar de nuestros relojes digitales, no comienzan las fiestas "la víspera a las doce". A partir de este momento no nos comportamos ya de manera diferente, festiva, es decir como si ya fuera (que es) el día siguiente? Por tanto el tiempo diario estaba marcado por los toques de oración, a lo largo de la jornada, y los toques de campano que señalaban, exclusivamente, pequeños actos litúrgicos (como la misa "rezada o de día de labor"). En las grandes iglesias (Catedrales, Colegiatas, parroquias de ciudad) la mañana se cortaba con el toque de llamada a la misa mayor o cantada, y con repiques diferentes según la "clase" del día. Lo mismo ocurría por la tarde, es decir hacia las tres (de sol), donde las campanas llamaban a vísperas, para anunciar ese rezo comunitario que ya pertenecía, en consecuencia con lo que hemos dicho, al día siguiente.

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    Actualización: 19-03-2024
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