CATALÁN MARTÍNEZ, José - Estampas de un pueblo... Ayora... (el mío)

Estampas de un pueblo... Ayora... (el mío)

Lejos de su capital que es Valencia, en el límite de la provincia de Albacete está la Ayora valenciana, castellano parlante, donde a su belleza natural une la gran paz de su vivir.

Rodeada de montañas ha tenido siempre su privilegiado retiro.

Entre sus muchas y buenas costumbres, han destacado en el tiempo, los emotivos "toques" de sus campanas que en cierto modo con la autoridad que me confiere mi edad me atrevo a rememorar.

Hoy por desgracia queda poco de lo pasado, pero acompañado por mi nostalgia haré que en parte nos enteremos de algo que ya fue y que es permanente en el ser de los ayorinos que vivimos aquellos tiempos...

Ayora 20 febrero, año 2000
José CATALÁN MARTÍNEZ

¡Cómo eran las campanas de nuestro pueblo!

Al amanecer de cada día, anunciando el despertar en el crepúsculo, vibraban los regios y gallardos sones de las campanas resbalando sobre la fría, blanca y brillante capa de escarcha que cubría aquellos sobrios y terrosos tejados de las casas en los crudos y largos inviernos de Ayora.

El campanario de Ayora

Tres misteriosas y palpitantes "badajás", eran el pórtico del nuevo día, diciendo que el alba vencía la oscuridad de la noche, que diéramos gracias por la nueva luz, que nuestras primeras palabras fueran ofrenda y gratitud. Nos hablaba el bronce fundido, aquel bronce que pudiendo haber sido reja o balcón, objeto muerto y durmiente en el tiempo y en el espacio, tuvo la suerte de hacerse voz de metal para cantar las alegrías o llorar las penas de los ayorinos.

Elegante, robusta y estática en el tiempo, la torre de nuestra iglesia, como otero elevado en su impresionante altura, daba cobijo en sus arcos de piedra a nuestras centenarias campanas mirando a los cuatro costados para lanzar al viento sus mensajes.

En el silencio tan agradable y tan íntimo de las primeras horas del día sonaban profundas y madrugadoras para solaz y guía del pueblo. Más tarde sus latidos formaban un lenguaje que todos entendíamos. Si era fiesta, Misa, difunto, momento de oración... Estas campanas que desde pequeños habíamos oído eran algo tan nuestro, que al momento advertíamos cuanto ellas querían hacernos sentir. La alegría del volteo festero, la tristeza y el dolor cuando lloraban a nuestros muertos, lo enigmático de la plegaria, la emoción de aquellas "badajás" broncas y graves de la "Campana Gorda", o las acariciadoras, agudas y punzantes cantarinas del viejo chapitel desaparecido.

Ha pasado mucho tiempo, pero ellas son para nosotros, permanentes, con toda la esencia de su ser, tan entrañables y tan queridas, que nos llenamos de agradable turbación cuando las oímos, sintiendo verdadera emoción al ver como día y noche sus vibraciones están sintonizadas con las ondas, en nuestro pedazo de cielo. Los ayorinos, escuchándolas, nos emocionamos, porque en ellas y sus sones vemos e intuimos nuestra tierra. Para inmortalizar su recuerdo y que su esencia perdure en el tiempo, voy a plasmar en forma breve sus "toques" procurando en lo posible aproximarme a la realidad.

Campana Andrea

Mirando al Sur se asoma desde el siglo pasado, 1897, por arqueado y pétreo ventanal, la más grande y robusta campana, ANDREA. Antes, con su yugo de madera y el cabezal de piedra, así como sus esmerados y consistentes herrajes forjados por las manos artesanas de hombres del lugar y que hoy podemos ver conservados en nuestra ermita de la Virgen del Rosario. Es "la Campana Gorda". La que con sus tres "badajás" nos despertaba en el alba. La que todas las mañanas oíamos en el momento de la Consagración de la Misa Mayor. Aquella que a las doce nos anunciaba el Ángelus y al atardecer sonaba imperiosa y pausada en el "Toque de Oración". La que en el "Toque de Ánimas" se anticipaba diciéndonos que la campana "Petra" nos iba a pedir el recuerdo para las almas y la que en los días de fiesta daba grandeza y solemnidad a los volteos. La que lloraba, derramando sus golpes como lágrimas en la "señal de difuntos"... era el lamento, la plegaria y nuestra alegría, porque Andrea llevaba en sus entrañas un trozo del corazón de Ayora... pues según la tradición popular, un día pasado y lejano, fue restaurada por nuestros abuelos en una solariega casa de la calle San José y en su bronce hecho caldo, depositaron monedas y medallas algunos ayorinos que quisieron ser siempre la voz de todo el lugar.

Campana María de la Asunción

Mirando las casas de la Solana y la quilla majestuosa del Monte Mayor, está desde el año 1765 la campana "María de la Asunción" con una inscripción en latín que traducida dice: "Jesús... María ha sido Asunta al Cielo; se alegran los Ángeles, con alabanzas bendicen a María, Nuestra Señora". Diciéndonos durante el día y la noche, la hora que señala el reloj en el mutismo de su oscurecida esfera, o sonando perezosa y de mala gana cuando levanta su badajo y anuncia que alguien nos ha dejado, pasando a la eternidad. A veces, muy distinta, nos comunica su alegría iniciando el "volteo general" anunciador de la fiesta.

Campana Petra

"PETRA" es la campana que mira al Norte. Su inscripción en latín dice: "Te rogamos, oh Andrés, que por tu bondad nos libres de toda tempestad. Jesús. Ave María. Año 1496. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y en los infiernos. Ave María. A Tí, Dios alabamos". Contempla los bancales del Ángel, Chichiles, el Llano y galantea de reojo a la Virgen del Rosario recreándose en las verdes y redondas copas de arrogantes y corpulentos pinos que sirven de hermoso marco a la silueta de su ermita. Viene su nombre de San Pedro y es la que llamaba para sermón y se volteaba en las Misas Cantadas. Al anochecer daba su "Toque de Ánimas" y también cuando las llamas consumían alguna vivienda, ella tocaba a "fuego" y avisaba agitándose nerviosa para que en un momento fraterno los ayorinos corrieran y se ayudaran abrazados en la desgracia.

Campana Juana

La campana "JUANA" es la más pequeña de las cuatro y dice: "San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. año 1650. Al nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el Cielo, en la tierra y en los infiernos". Mira hacia la Sierra y después de recrear su vista en las elegantes cúpulas que le dan escolta, recibe complaciente los primeros rayos del sol, que dorados y acariciadores asoman por lontananza, mezclados con la brisa de montaña que viene perfumada con el romero y con el tomillo. "Juana" daba sus toques de "Gloria, Panpanicos o Albadetes" cuando algún chiquillo se había hecho Ángel y parece que se llenaba de alegría, pero en el fondo sus sones eran profundo lamento, sollozo, al darles su último "adiós".

Arriba del todo en el viejo chapitel desaparecido estaba la "campanica chica", la de "alzar a Dios", la que sonaba todos los días en la Misa Mayor, la que al anochecer llamaba a los rezos que se hacían en la iglesia.

Y también la campana de "Misa de Once", "el Esquilón", tiene su morada bajo la veleta y en su inscripción dice: "Santa Lucía ora pro nobis" Ayora 1876.

Había una compenetración perfecta entre la forma de expresarse las campanas y la de vivir de las gentes. Desde que amanecía hasta que venía la noche se sucedían rutinarios los "toques" de siempre.

Con el "toque del alba" despertaba el día y tres campanadas profundas rompían el silencio de la aurora. Más tarde, un "toque" jubiloso, anunciaba la Misa Mayor y en el momento de "Alzar a Dios", la pequeña campana del chapitel de la torre, gozosa y aguda, contrastaba con los recios, graves y pausados golpes de la "Andrea", para en su conjunción dar vida a un momento emotivo que invitaba a llevarse la mano al pecho y a descubrirse respetuosos los hombres, en la huerta y en el taller. Sonaban como de costumbre después de las doce las tres "badajás" proclamando el Ángelus y a la caída de la tarde se oía el "toque de oración" repetido como un lejano eco por las diminutas campanas de las ermitas del Ángel, San José y la Virgen del Rosario, con sus airosos tintineos que reposaban en la calma y el sosiego de toda la huerta de Ayora. El último, ya de noche era el "toque de ánimas" cuando también se oían las tres "badajás" de costumbre como voz de la "Andrea", seguidas de los repetidos golpes de la campana "Petra".

Sentados, muchas veces acariciando la lumbre, en las noches del invierno, las llamas prendían en nuestra mente el recuerdo y la oración... Nuestras campanas nos llenaban de alegría con sus volteos en los días de fiesta y nos entristecían cuando las oíamos llorar, eran el alma y el ser de Ayora, teníamos la suerte de conservar íntegra esta herencia. ¡Cuánto nos gustaría verlas ahora con sus viejos yugos y sus airosas melenas, -como diría Machado-, abrazadas por los herrajes de forja!... Ellas encierran una riqueza entrañable a pesar de sus cambios y que en nosotros perdura con el recuerdo de cómo eran en otros tiempos, porque muchos de los que nacimos en Ayora, así lo sentimos.

Acariciados por sus sones que a diario difunden hasta los últimos confines de nuestro entorno, nos identificamos con el pensar y sentir de la poetisa Rosalía de Castro, cuando dice de ellas:

Yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.

Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma a los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.

Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y halagüeño.

Si por siempre enmudecieran,
¡Qué tristeza en el aire y en el cielo!
¡Qué silencio en las iglesias!
¡Qué extrañeza entre los muertos!

(Rosalía de Castro, 1837-1885)

Recuerdo emotivo: Segundo el campanero, murió en la Primavera del año 1989...

El viejo campanero ha muerto. Es hoy un día de abril y la Primavera de Ayora acoge su cuerpo dándole un abrazo amoroso y rindiendo su merecido homenaje a este hombre sencillo que pasó su vida hablando a su pueblo con los alegres o tristes sones de aquellas campanas que tantas veces acarició. Él vivió muchos años la Primavera de su pueblo, la que hoy le daba su abrazo para siempre, la que mimaron sus ojos en aquellos trigales verdes y brillantes que como un mar de suave oleaje se mecía ondulante con la brisa perfumada de la montaña. Aquellos campos llenos de vida que se recreaban con el canto de la codorniz y la presencia altanera de las totobías. Aquellos campos que la niebla besaba muchas mañanas ocultando la claridad del sol que incapaz de vencerla, difuminaba el paisaje, la tierra, las piedras, los pinos y los matorrales adornados con los vuelos cortos de pajarillos posándose en las puntas de los romeros presumiendo de sus plumajes y dando con su color más belleza a esta Naturaleza que así se mostraba para que nosotros los amáramos en su bondad... Era la Naturaleza que en su Primavera acogía al anciano campanero, luciendo en las orillas de los caminos manchas amarillas de senecios, ribetes rojos de amapolas y florecillas diminutas de color violeta que una a una recibían el beso de las abejas...

Desde pequeño, toda la vida fue compañero fiel de nuestras campanas... de sus campanas... y mil veces subiría las escaleras de la torre, que su padre (también campanero) no podía escalar con facilidad. Él conocía a cada campana por su nombre y en su imaginación, muchas veces creyó que le obedecían al oír su voz. ¡Cuántos días en su vida, con el claror del sol aún oculto, hizo su llamada en el alba, para que despertara el pueblo!... Andrea daba sus tres "badajás" como aldabonazos en el llamador de todo el lugar y María y Juana la seguían caprichosas. ¡Cuántas veces, hizo su "toque de Misa Mayor y en él, "Alzar a Dios" con la campanica de los rezos!... ¡Cuántas veces, el toque de oración a la caída de la tarde, recordándonos lo enigmático, lo desconocido y haciendo su llamada al mismo tiempo las ermitas para que los hombres de la huerta se retiraran a sus casas! ¡Cuántas veces dio su adiós desde lo más alto del chapitel con el "toque de pampanicos" a los chiquillos que como ángeles iban al Cielo!... ¡Y cuántas veces dio su "Toque de Ánimas" con Andrea y Petra, recordando a los que detrás de los Calderones dormían para siempre en el "pueblo del silencio"! ...

También nuestro viejo campanero era feliz con sus "repiques" y "volteos", dando alegría a las fiestas. El día anterior a éstas, "repicaba" y así él decía: ... "Juana cantaba, Petra y María acompañaban y Andrea callaba" ... Muchas veces con su mirada desde la alta morada del campanario veía por donde iba la procesión para en su volteo hacer hablar gozosas a María, Petra y Juana acompañadas del "picar" de Andrea. ¡El cielo de Ayora se llevaba de grandeza y de alegría! ... En las fiestas más solemnes lucía el campanero su oficio con el "Volteo Villano", un saber hacer, una técnica especial que nos regalaba... ¡Ese era su vivir... y hoy éste su morir! ... Sobre azulejos barrocos adornados con cintas amarillas y canastillos de flores, en la iglesia que tantas veces pisara, yace sereno su cuerpo y recibe la última caricia de todo lo que él siempre tanto amó... Las campanas que infinitas veces lloraron al unísono de su pulso, hoy lloran "muy solas", dándole su eterno adiós... Ya no lo veremos en el final de su camino cogido como amoroso padre al brazo de su hija, entrando en la iglesia y componiendo tan sublime imagen! ¡Quizá ya no se pronunciará nunca su nombre, "Segundo el campanero", porque el tiempo se encargará de borrar su figura, pero hasta el límite de nuestro recuerdo siempre será el hombre humilde y bueno que con las campanas amó a su pueblo... En la puerta de la iglesia... su cuerpo yerto mira un momento la esbelta portada y se despide para siempre... todo el templo fue mimado por sus manos, era su casa y sosiego...

¡Hoy las campanas lloran más tristes porque han perdido a su dueño!... Asunción, Petra y Juana junto con Andrea son un río de lágrimas y no olvidan a su campanero, devolviéndole con sus sones parte de las caricias que de él siempre recibieron...

Segundo: Este "recuerdo" quiero que sea motivo en el tiempo para que tu imagen sencilla no se pierda y algún día quede reflejada como merece, en la historia de Ayora.

Ayora - Marzo - año 2000

TOQUES ANTIGUOS DE LAS CAMPANAS

(Con el asesoramiento del ya fallecido Segundo Sánchez, que fue campanero toda su vida, pues desde pequeño le ayudaba a su padre que también lo fue)

EN LOS DIAS CORRIENTES

TOQUE DEL ALBA
Comenzaba Andrea (la campana gorda) con tres "badajás" y luego, María de la Asunción y Juana (las dos al unísono) seguían.
Nota: Las tres "badajás" se daban desde abajo, así como los toques de las otras dos campanas que se hacían con una mano y un pie.
TOQUE DE MISA MAYOR
(A las nueve de la mañana). Era diario y se tocaban tres campanas de abajo (Andrea callaba).
ALZAR A DIOS
Daba seis "badajás" la Andrea y la acompañaba el Cimbalillo (campana llamada también "la de Alzar a Dios", "Campanica Chica" o "Campanica de los Rezos" y que estaba arriba del todo en el capitel desaparecido).
TOQUE DEL ÁNGELUS
A las doce del medio día Andrea daba las tres "badajás". (desde abajo).
TOQUE DE ORACIÓN
Al oscurecer (7 u 8 de la tarde) igual que el Toque del Alba. También al mismo tiempo, tocaban las ermitas.
TOQUE DE ÁNIMAS
Tres golpes la Andrea y siete u ocho Petra.

DIAS DE FIESTA El día anterior a la fiesta se volteaba o se repicaba (según la importancia de la fiesta). Volteos, para las fiestas importantes. Repiques, para las menos solemnes. Y estos toques se daban: A las seis de la madrugada. A las doce del medio día. A las ocho de la noche (los tres toques el día anterior).

El día de fiesta ya no se volteaba, excepto en el transcurso de la Procesión, si la había.

REPIQUE
En el repique, "San Juan cantaba y Petra y María acompañaban". (Andrea no sonaba).
VOLTEO
En este toque intervienen las cuatro campanas. Empieza María de la Asunción y le siguen Petra y Juana. La Campana Gorda (Andrea), acompaña "picando".
VOLTEO VILLANO
Era un volteo especial en el que se paraba cada vez una campana.
TOQUE DE MISA MAYOR EN DOMINGO
En este toque intervenían tres campanas. (Andrea, no tocaba). El toque lo efectuaba una persona desde abajo manejando con las cuerdas las tres campanas y otra persona tenía que estar arriba en el campanario porque entre toque y toque se volteaba una campana -en los intermedios-. La persona que estaba abajo, tocaba una campana con cada mano y la tercera con un pie.
TOQUE DE LA MISA NONA
Se hacía en la fiesta del Corpus y en la Ascensión. Era similar al de la Misa Mayor en Domingo.

OTROS TOQUES

TOQUE DE FUEGO
La campana Petra se agitaba nerviosa.
CALENDAS
Un golpe con las tres a la vez (Andrea calla) y luego haciendo un canto (Juana con un golpe seco y las otras acompañando).
ENTIERROS
De 1ª, llamado también "Doble". Tocan pausadas tres campanas. (Andrea calla). De 2ª (igual que de 1ª). De 3ª, llamado también "Din-Dan". Tocan María de la Asunción y Juana. "De Gloria", para los chiquillos. (En éste, solo toca Juana volteando). De "Pan-Pan", llamado "Pampanicos o Albadetes": (golpes pausados de la campana Juana).

(Con mucho gusto incluyo este capítulo, que contribuirá a conservar nuestras costumbres y tradiciones a través del tiempo).

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