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© José GARCÉS ROMEO (1999) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |
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Senegüé, asentado sobre la morrena terminal del glaciar procedente del valle de Tena, presenta una silueta de la que sobresale la verticalidad de la torre de su iglesia parroquial. esta situación permite que esta torre pueda ser vista desde distancia considerable. Dicha torre presenta cuatro cuerpos rematados por un tejado a cuatro vertientes con una airosa veleta en su vértice. la cubierta, anterior al incendio de abril de 1973, era de pizarra, pero su posterior reparación, años después, la transformó en uralita negra como consecuencia de las dichosas penurias económicas.
La torre ya existía en el siglo XVI pues en la documentación parroquial se hace alusión a los trabajos de reparación efectuados en 1575. Precisamente, sirvió de atalaya y bastión de las operaciones militares del ejército de Felipe II, antes de enfrentarse en esta llanura de la Galleguera a los rebeldes hugonotes y otras gentes azuzadas por Antonio Pérez que se habían hecho fuertes en Biescas.
Esta torre siempre ha sido portadora de varias campanas. No olvidemos que ha tenido disponibles hasta diez huecos para ello, ocho en el cuerpo superior y dos en el anterior. Así, hay constancia documental de que en 1622 había, nada menos, que nueve campanas, señalándose que dos eran grandes, cuatro medianas y tres pequeñas. Añadamos, además, un reloj que, por cierto, funcionó hasta hace cuatro décadas. De esas nueve campanas, a comienzos de este siglo sólo quedaban cuatro y en mal estado.
Así las cosas, es el Ayuntamiento de Senegüé y Sorripas el que decide, el año 1907, refundir las cuatro campanas. Para ello, se pone en contacto con los Hijos de Vicente Rosés de Adzaneta (Valencia) estableciéndose las condiciones de la refundición en un contrato.
Las cuatro campanas, una vez construidas, deberán pesar lo siguiente:
Dan un peso total de sesenta y dos arrobas aragonesas. A cambio, el Ayuntamiento hará entrega a los Hijos de Vicente Rosés de las cuatro campanas inÚtiles que pesan aproximadamente las dichas arrobas aragonesas.
Las campanas nuevas han de quedar colocadas entre el diez y veinte de septiembre del año en curso (téngase en cuenta que la fiesta patronal es el 29 de septiembre, San Miguel). Es decir, el plazo de realización no sobrepasa los dos meses.
Por la fundición de las cuatro campanas el Ayuntamiento pagará veinticinco pesetas por arroba aragonesa. Si el peso de las campanas nuevas excediese del que tenían las viejas se abonará a razón de cincuenta pesetas arroba; si sucediese el contrario, serán los Srs. Rosés los que pagarán treinta pesetas por arroba.
Se establece una garantía de cuatro años respecto a la solidez de las campanas. Los gastos de conducción de las campanas nuevas desde la fábrica a la estación de Sabiñánigo, así como de las viejas en sentido opuesto, corren a cargo de los Srs. Rosés.
El importe de la confección de las campanas lo pagará el Ayuntamiento en tres plazos iguales: el primero, el día veintinueve de septiembre de 1907, el segundo durante el mes de septiembre de 1908 y el tercero en igual mes de 1909.
El montador que los Srs. Rosés manden para la colocación de las campanas tendrá derecho a que se le facilite hospedaje y manutención durante los días que permanezca en Senegüé.
El contrato se realiza el 28 de julio de 1907 y lo firman el Alcalde, los Hijos de Vicente Rosés y los vecinos de Senegüé y Sorripas.
Transcurrido ya más de un mes de colocadas las campanas en la torre, el día 1 de noviembre el Ayuntamiento procede a realizar un escuarte por todos los vecinos de Senegüé y Sorripas para pagar el coste de la refundición de las mismas.
Primero se especifica cual es el peso definitivo de las campanas. A saber:
Total: 1013 kilos. Los cuatro badajos pesan en total 20 kilos. Las cuatro campanas rotas que se llevaron a Valencia pesaron en total 823 kilos.
En consecuencia se establece que hay que pagar a los Hijos de Vicente Rosés de Adzaneta (Valencia) 415 duros en cuatro plazos (en el contrato se establecían tres). Cada año, entre 1907 y 1910, el día 20 de noviembre se pagará 115 duros el primer año y 110 duros los otros tres años.
También debe hacerse frente a los gastos ocasionados por llevar las campanas viejas a la estación se Sabiñánigo y traer las nuevas desde la misma estación hasta Senegüé, tarea realizada por José Oros. SÚmense los jornales de los vecinos Mariano Bergua, Juan Gracia y Juan Pardo, además del trabajo de fragua de Ramón Pueyo. Por Último, los gastos ocasionados por la estancia del campanero en Casa Andresa. Todo ello representó 96 pts. y 4 cts.
Entre Senegüé y Sorripas eran entonces 45 vecinos. Cada vecino tuvo que pagar 35 pts. y 50 cts., distribuidos en plazos de 7 pts., 10,50 pts., 7,60 pts. y 10,40 pts.
En la actualidad, las cuatro campanas permanecen en la torre de la iglesia de Senegüé. Sin embargo, las dos más grandes fueron refundidas de nuevo en 1967 en los talleres Erice de Pamplona. Las dos más pequeñas se mantienen en perfecto estado desde 1907, con la Única salvedad de que han cambiado su ubicación, al trasladarse recientemente de la fachada este en el cuerpo superior a la fachada principal sur, en el cuerpo anterior.
Las cuatro llevan las correspondientes inscripciones del santo o santa a que están dedicadas, el año de su realización y los talleres donde han sido fundidas. Los nombres de las mismas no pueden ser más expresivos; la más grande Santa Orosia, patrona de la diócesis, la que le sigue Santa Bárbara, protectora de las tormentas, la tercera Santa Elena de gran devoción en la zona, y la cuarta Santos Fabián y Sebastián patrones de la fiesta pequeña de Senegüé y Sorripas.
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