Las campanas han sido siempre parte importante de lo que ahora se llama "equipamiento urbano". Las de Valencia no podían ser menos. En 1908 el propio Sanhís Sivera les dedicó una obra si bien la firmó con el seudónimo de "Lázaro Floro". Nuestras campanas estuvieron en la exposición de Sevilla dando realce al pabellón valenciano, prestamente bautizado por el reconocido buen humor andaluz con el nombre de "La Gasolinera".
El toque más importante, y complicado, es el "volteo general". Y fue ese el que quiso escuchar la Reina doña Juana, en 1502, precisamente desde el mismo departamento de las campanas.
A su llegada a la ciudad fue saludada por el jubiloso repique de las once campanas y quedó tan impresionada que quiso repetir la experiencia. Emprendió la tarea de subir los doscientos siete escalones del campanario y una vez llegada a la altura de las campanas estuvo embelesada oyéndolas repicar al menos durante media hora, como dicen las crónicas.
La función de éstas y de todas las campanas se plasmó en unos adónicos que publicó Herrero Lorente y que dicen así: "lloro a los muertos, debilito las tempestades, anuncio las solemnidades, incito a los lentos, disipo los vientos, aplaco a los cruentos".
Para no ser menos en nuestra campana "Bárbara" se puede leer traducido: "Alabo al Dios verdadero, llamo a los fieles, reúno al clero, lloro a los difuntos, ahuyento a Satanás, embellezco las fiestas".
© Paraula - València (2000) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 29-03-2024 |