BERMÚDEZ, Luis Ángel - Un pasado lleno de vicisitudes en la iglesia de Cereo, Coristanco

Un pasado lleno de vicisitudes en la iglesia de Cereo, Coristanco

En solo cinco años (1846-1851), el templo sufrió importantes desperfectos como consecuencia de tormentas y de huracanes


Iglesia de Cereo - Autor: CASAL, José Manuel / LA VOZ DE GALICIA

La carretera que une Buño con a Agualada deja en sus márgenes varias iglesias que son exponente del arte religioso rural de Bergantiños, pero, sin duda, de todas ellas fue la iglesia de Cereo la que más infortunios sufrió en su pasado, obligando a sus feligreses a reconstruirla dos veces en las décadas centrales del siglo XIX. En la Nochebuena de 1846 un rayo alcanzó la cumbre de la torre, desplomándola sobre el propio templo: «Derribó de todo y redujo a la nada no solo su espadaña y una de las campanas sino mucha parte de su techumbre y tribuna». Ese mismo día sucedió un caso parecido en el campanario de la iglesia de Traba. Entre 1847 y 1848 estaba al frente de las obras de reconstrucción el cantero José Martínez, que empleó piedra traída de Buño; los restos que habían quedado de las campanas fueron aprovechados y refundidos por el campanero Manuel Blanco. Poco tiempo después, en 1851, un huracán vuelve a destruir la torre y daña parte de la cubierta de la iglesia, por lo que fue necesaria otra intervención, en este caso dirigida por los canteros José Touceda (vecino de Traba) y Pascual Villar.

El aspecto que dieron a la fachada de la iglesia es el que vemos actualmente. Sobre la puerta de acceso se abre una hornacina para dar cabida a la imagen de Santa María, patrona de la parroquia, y una ventana semicircular sirve como entrada de luz a la tribuna y al interior. Finalmente, el campanario sigue el modelo repetido en las iglesias del rural gallego, inspirado en la torre del reloj de la Catedral de Santiago. Debió de existir otra iglesia previa a la que vemos actualmente y en otro emplazamiento, puesto que en las Memorias de Jerónimo del Hoyo, a principios del siglo XVII, aparte del templo parroquial todavía estaba en pie «una ermita de la Trinidad que parece que fue la parroquial antigua». Si pasamos al interior de la iglesia, llama la atención el retablo mayor compuesto a base de columnas salomónicas que se van sucediendo en cuerpos y dan cabida a las distintas imágenes. El retablo se puede datar en los años treinta del siglo XVIII; en el folio 11 del libro de fábrica (cuentas de 1735-1736) encontramos la siguiente nota al respecto: «Se admiten y hacen buenos 229 reales que entrego a Pedro de Couto Varela, cura de San Justo, por unas pocas tablas y pontones que vendió para el retablo de la iglesia». Al año siguiente se vuelven a presentar gastos referidos «al carpintero que serró la madera para el retablo nuevo».


Iglesia de Cereo - Autor: GARCÍA, Ana / LA VOZ DE GALICIA

De todo este conjunto destaca la expresividad de la imagen de la Patrona, Nuestra Señora de la Asunción; la talla fue profundamente restaurada por el taller de José Nimo (Cee) en 1850 y 1876 debido a los desperfectos antes citados que afectaron al patrimonio mueble del templo. José Nimo también acudió a Cereo para pintar los tres retablos (el mayor y los dos neoclásicos) entre 1876 y 1878, retocando las imágenes de San Juan y San Antonio. En este mismo proyecto iba el encargo de realizar un San José para sustituir a otro más antiguo. Esta imagen no debió de llegar a realizarse, puesto que la efigie que vemos actualmente en Cereo es de 1901 obra de Ramón Núñez Fernández, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Santiago. Esta talla de San José fue donada por el párroco José María Abelenda, que además dejó en el archivo parroquial un relato sobre la adquisición de la pieza, el traslado y su bendición. Aunque la iglesia consta de una planta rectangular, en el lado sur se adosó una pequeña capilla dedicada a la Virgen del Rosario, devoción arraigada en Galicia. La imagen antigua seguramente sea la que se encuentra en el retablo mayor, sustituida por otra más moderna y naturalista acorde al gusto de sus devotos. El retablo que preside esta capilla es de granito policromado, material escasamente utilizado en este tipo de piezas, aunque muy recomendado por las autoridades para evitar incendios. Carlos III, por ejemplo, en 1777, ordenó que los retablos fuesen realizados en mármol; como en Galicia este material es casi inexistente y su importación sería inasumible, se sustituyó por el abundante y económico granito del país. Algunos ejemplos de retablos pétreos los encontramos en la capilla de Vivente (Ardaña), en Goiáns (Carballo), o el magnífico retablo mayor de Queixas (Cerceda).

BERMÚDEZ, Luis Ángel

La Voz de Galicia (07-08-2021)

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    Actualización: 28-03-2024
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