POE, Edgar Allan - Las campanas

Las campanas

[Poema - Texto completo.]

I

¡Escuchad el tintineo!

!La sonata

Del trineo

Con cascabeles de plata!

¡Qué alegría tan jocunda nos inunda al escuchar

la errabunda melodía de su agudo tintinear!

¡Es como una epifanía,

En la ruda racha fría,

la ligera melodía!

¡Cómo fulgen los luceros!

-¡Verdaderos Reverberos !-

Con idéntica armonía

A la clara melodía

Cintilando, cintilando, cintilando,

¡Cómo los cascabeles

van sonando!

Y en un mismo son, son único,

Que igualiza un ritmo rúnico,

Los luceros siguen fieles

Cascabeles, cascabeles, cascabeles

El son de los cascabeles,

Cascabeles, cascabeles, cascabeles

Cascabeles,

¡El son grato, que a rebato, surge en los cascabeles!

II

Escuchar el almo coro

Sonoro

Que hacen las campanas todas:

¡Son las campanadas de oro

De las bodas!

¡Oh, qué dicha tan profunda nos inunda al escuchar

La errabunda melodía de su claro repicar!

¡Cómo revuela al desgaire

Esta música en el aire!

¡Cómo a su feliz murmullo

Sonoro,

Con sus claras notas de oro,

Se aúna la tórtola con su arrullo,

Bajo la luz de la luna!

¡Qué armonía

Se vacía

De la alegre sinfonía

De este día!

¡Cómo brota

Cada nota!:

Fervorosamente, dice

la felicidad remota

Que predice.

Y a la voz de una campana, siguen las de sus hermanas

Las campanas,

Las campanas, las campanas, las campanas, las campanas,

las campanas, las campanas, las campanas,

En sonoro ritmo de oro, de almo coro, ¡las campanas!

III

¡Oíd cual suena el bordón!:

el bordón

De son bronco

Que pone en el corazón

El espanto con su son,

Con su son de bronce, ronco.

¡que tristeza tan profunda nos apresa al escuchar

Cómo reza, gemebunda, la fiereza del llamar!

Cómo su son taciturno,

En el silencio nocturno

Es grito desesperado

Que no es casi pronunciado

¡De aterrado!

Grito de espanto ante el fuego

Y agudo alarido luego,

Es un clamor que se extiende,

Que el espacio ronco, hiende

Y que llama;

Que defiende.

Y que clama, clama, clama,

Que clama pidiendo auxilio

En tanto que ve el exilio

De aquellos que el fuego, ciego y arrollador, empobrece

Y el fuego que ataca y crece,

Mientras se oye el ronco son,

El somatén del bordón,

Del bordón, bordón, bordón

¡Del bordón!

¡Cómo el alma se desgarra

Cuando el son del bordón narra

La aflicción

¡De aquellos que arruina el fuego!

Y, cómo nos dice luego

Los progresos que hace el fuego

-Que va a tientas como ciego-

El somatén del bordón,

¡Que es toda una narración!

¡Oh, la tempestad de ira

En la que el bordón delira

Y en que convulso, delira!

El alma escucha anhelante

la queja que da el bordón

Con su son;

El bordón que da su son,

El bordón, bordón, bordón,

¡El bordón!

Que es toda una narración el somatén del bordón

Del bordón, del bordón, del bordón

Del bordón, del bordón, del bordón

¡Del bordón!

El grito ante el infinito, cual proscrito, ¡del bordón!

IV

¡Escuchad cómo la esquila,

Cómo el esquilón de hierro,

Llama con voz que vacila,

Al entierro!

Qué meditación profunda nos inunda al escuchar

la errabunda y gemebunda melodía del sonar

¡Cómo llena de pavura

Su son en la noche obscura!

¡Cómo un estremecimiento

Nos recorre el pensamiento

que provoca su lamento!

Cuando sueña

La grave esquila de hierro, con su lúgubre toquido,

Con su lúgubre toquido que la medianoche llena.

¡Es que las almas en pena

Se han reunido!

¡Oh, la danza

Al son que toda la esquila,

En una noche intranquila,

Su tijera de luz lila,

Tocando en visión del Juicio la noche sin esperanza!

Entonces, ya no vacila

La grave voz de la esquila,

De la esquila, de la esquila, de la esquila,

de la esquila, de la esquila,

Sino que suena furiosa,

Con su voz cavernosa,

Y, en un mismo son, son único,

Que igualiza un ritmo rúnico,

Algún ronco rayo truena

Y se alumbra con relámpagos la noche sin esperanza,

Mientras las almas en pena

Giran, giran su danza

Bajo la triste luz lila.

Y en tanto se oye la grave, la grave voz de la esquila,

De la esquila, de la esquila,

De la esquila, de la esquila, de la esquila, de la esquila,

Y en el mismo son, son único,

Que igualiza un ritmo rúnico,

Mientras se oye, la triste, la triste voz

De la esquila,

De la esquila,

Furibundo rayo truena,

El relámpago cintila.

Y los espectros en pena

Danzan al son de la esquila,

De la esquila, de la esquila, de la esquila,

de la esquila, de la esquila,

Y en un mismo son, son único,

Que igualiza un ritmo rúnico,

Danzan al son de la esquila,

De la esquila, de la esquila,

de la esquila, de la esquila, de la esquila,

¡De la esquila!

Y mientras que el rayo truena,

Que el relámpago cintila

Y que con furor terrible, danzan las almas en pena,

Se oye la voz de la esquila,

De la esquila, de la esquila, de la esquila,

De la esquila, de la esquila,

la voz de cuento lamento ¡de la esquila!

POE, Edgar Allan

Ciudad Seva - Casa digital del escritor Luis López Nieves (2022)

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