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© Municipios Puebla (2016) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 25-04-2024 |
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Después del lavatorio de pies no hay campanadas, tampoco pirotécnia, ni fiesta, ni regocijo.
Durante cuatro días el silencio reina en las calles de San Pedro Cholula, los persistentes cohetes y el estruendoso repique de las campanas que se escuchan a la menor insinuación durante todo el año en la ciudad milenaria, dan paso al tono lastimero del tochacate y las matracas.
Son días de luto.
El lavatorio de pies que ocurre la tarde de este jueves es el parteaguas, a partir de entonces no habrá campanadas, tampoco pirotécnia, ni fiesta, ni regocijo.
El tochacate o toxacatl -instrumento elaborado con carrizo, hueso y metal, una suerte de trompeta- protagonista de las celebraciones, acude al mismo tiempo a los prolegómenos de su extinción.
Según Graciela Herrera Tochomi, subtitular de Cultura del ayuntamiento, en el municipio sobreviven unos cinco instrumentos de este tipo y solo tres personas que dominan la técnica musical. Aunque Tonantzintla, en San Andrés Cholula, se ubica como la cuna de este instrumento antiquísimo, en San Pedro también tuvo su auge.
Aguas frescas de limón, chía, horchata y jamaica se reparten a las afueras de las iglesias durante la visita de las siete estaciones, que recuerdan el trajinar de Jesús antes de su muerte, como la representación de una obra de misericordia: darle de beber al sediento.
Tonos morados y negros a base de papel china decoran las fachadas de templos y casas, palmeras y trigos complementan el escenario de las calles.
Los tapetes monumentales elaborados con aserrín que cubren las calles y los bajos del portal Guerrero –el más largo de Hispanoamérica, con una longitud de 170 metros- también son característicos y sirven para adornar el paso de la imagen del padre Jesús, del templo de san Pedrito, acompañada de la virgen de la Soledad.
Para el momento de la crucifixión la flexibilidad de la imagen del Santo Entierro, elaborada con caña y unida en codos, rodillas y pies por una tela especial, la hacen ideal ya que la movilidad de sus dimensiones cuasi humanas proyecta un realismo que asombra.
Las de Semana Santa son tradiciones que se conservan fielmente entre la población cholulteca, considera Herrera Tochimi, y calcula que a la procesión del Viernes Santo asisten unos seis mil espectadores. Veinte mil en total, durante la Semana Santa y la semana de Pascua.
Como en el relato bíblico, un Barrabás saldrá libre. Cuando la procesión pase frente al Cereso regional uno de los reos, previamente documentado el cumplimiento de su condena y el proceso legal correspondiente, obtendrá su libertad.
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