LLOP i BAYO, Francesc - Visita del hijo del último campanero

Visita del hijo del último campanero


Francesc LLOP i BAYO; Jesús Luis FANDIÑO VIDAL, hijo del último campanero; Javier ALONSO, arquitecto

Gracias a la mediación del arquitecto Francisco Javier ALONSO, director facultativo de las obras de restauración de la fachada, pudimos acompañarle durante la visita a la torre de las campanas del señor Jesús Luis FANDIÑO VIDAL, hijo de Ricardo FANDIÑO LAGE, que fue campanero de esta Catedral de 1942 a 1978, junto con su hijo Francisco y su nieta Claudia.

La visita, el día 03-07-2014, nos sirvió para aclarar muchas cosas del extraordinario texto “Toques y repiques...” que el citado señor escribió, recordando el trabajo diario, festivo y de difuntos de su padre con este conjunto de campanas. El trabajo se completó con pequeños vídeos para recoger las técnicas de toque, que editaremos en cuanto sea posible.

Tomamos una serie de notas que completan estas informaciones y justifican tanto los toques que deben ser programados en esta Catedral como la necesidad de formar un grupo de campaneros para su interpretación en actos festivos y de difuntos extraordinarios.

Vida cotidiana

Vivían en una casa entre la torre das campás y la portada, de dos pisos, con escalera interior de madera. No estaba encima de la cubierta: esa casa, de la que hay huellas en el muro trasero de la fachada, ya no existía cuando ellos llegaron en 1942.

Llegaba una cuerda de la campana grande hasta la casa, por un tubo, con tapadera, para que no entrase el agua. Así tocaban desde casa el toque de las seis de la mañana.

En la torre, en la habitación que hay intermedia, tenían gallinas y conejos. Es cierto que las gallinas iban a veces por el tejado de la catedral, pero eso que dicen de los cerdos por la cubierta es una leyenda; al menos no ocurrió mientras ellos estaban.

En los primeros años el servicio estaba a lo largo de lo que ahora es una especie de muralla con almenas, que entonces no estaba, se hacía cada vez en un sitio.

Jugaban por todas las torres. Una vez, con diez o doce años, se escondió en la terraza de arriba, por fuera de la balaustrada, para que no le viesen, sin pensar que había treinta o cuarenta metros hasta el suelo.

Había tres tipos de flores por las terrazas y las torres.

Mi padre aprendió de sastre: primero para los conocidos, luego ya para muchos clientes.

Tenía el taller en la segunda habitación de la torre das campás, donde está ahora el despacho de las obras y luego, cuando crecieron los hijos, en la misma habitación de la torre da carraca, donde se enseñan ahora vídeos de la obra.

Mi hermano pequeño nació en la torre, yo vine de pequeño. Estuve 22 años viviendo aquí.

Técnicas de toques

Para el repique francés había debajo de la campana mayor un pedal largo en el suelo (aún están parte de los enganches) a cuya punta se ataban las dos sogas que iban a las dos campanas. El campaneiro se apoyaba contra la pared y tocaba este pedal con el pie izquierdo, tirando de la cuerda de la mayor con la derecha y de la otra campana con la izquierda.

Las seis campanas del carilón tenían cadenas al badajo unidas con un anillo central: tirando hacia adentro tocaban las seis, hacia arriba o hacia abajo tocaban unas u otras.

Se tocaban jotas y muñeiras, con una sola mano.

Los badajos de las campanas grandes no se giraban dentro de las campanas: sólo se tiraba de ellos. También la campana grande. Tocar la campana grande a los dos lados fue un invento de mi tío, que al principio le costó aprender el toque y lo hacía de esta manera.

Mi padre aprendió y tocaba a un solo lado. Mi madre tocaba el repique simple con dos campanas.

El toque vacante se tocaba con la campana, dando golpes cuando moría algún canónigo (y quedaba vacante una plaza). Cuando moría el Papa se hacía con la mayor.

Para el repique francés uno solo bastaba, para el toque solemne hacía falta más gente.

La de Foco solamente se tocaba si había muchos para tocar.

Ni la Prima ni la de cuartos estaban rotas cuando estábamos nosotros; se rompieron después.

La Prima que se tocaba para el coro de la tarde era la Bárbara, la que se rompió después.

Un día me enganchó la cuerda y me subió, menos mal que me pude soltar antes de llegar arriba. La campana de coro no se dejaba parada arriba.

Cuando llovía se tocaba la Prima desde abajo con una cuerda larga y también el esquilón de coro con una cadena: podía pasarse el esquilón si se tocaba fuerte.

La otra prima se podía mover también pero sólo se tocaba a repique.

Los yugos estaban todos pintados de verde.

Algunos llamaban la campana grande la Almanzora, porque decían que estaba hecha con las campanas que se llevó Almanzor.

LLOP i BAYO, Francesc

(17-07-2014)

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