GÓMEZ, P. - El Manuel vuelve a sonar en el Miguelete

El Manuel vuelve a sonar en el Miguelete

La gran campana, de 1621 y 1.955 kilos, regresa a su hogar tras un año de restauración para anunciar el cierre de las murallas al caer la noche y la celebración del Corpus este domingo

Una grúa eleva la gran campana hasta su lugar, en el Miguelete.

El manuel, la segunda campana más pesada de las 11 que hacen sonar al Miguelete –1.955 kilos– y creada en 1621, ha vuelto a su hogar tras más de un año de ausencia. Los trabajos de restauración han logrado mejorar el contrapeso de madera tan castigado por el paso de los siglos. Había llegado a pesar 200 kilos menos de los debidos dificultando, así, a los campaneros su oficio diario.

Un chorro de arena húmeda a baja presión y un pulido con discos de nailon sobre la campana, a cargo de la compañía Electrorecamp de Albaida, han hecho recobrar a la pieza su esplendor original, su tono fa sostenido y el 30% de la resonancia perdida con la capa de suciedad acumulada. Ahora, además de lucir un brillante bronce, El Manuel vuelve a sonar como en el siglo XVII, cuando comenzó a ser símbolo con su tañido y al caer la noche del cierre de las murallas de la ciudad que dejaban a quienes no podían pagar el impuesto a la Luna de Valencia.

A las 8 de la mañana de ayer una gran grúa cortaba el paso ante la puerta de los Hierros mientras el enorme yugo que permaneció unido a El Manuel desde el siglo XVIII aguardaba, hecho pedazos, en el interior de un camión, muy cerca de la renovada pieza. Estos castigados retazos de historia, hechos de carrasca autóctona, descansarán para siempre como piezas de museo. Hace siglos, se escogía el más grande de los árboles para construir los yugos –que deben pesar tres cuartas partes de la campana, en el caso de El Manuel alcanza los 1.500 kilos–, tras dejar a remojo la madera durante más de 15 años. Hoy, todo es diferente. La madera usada es tropical y resistente a las inclemencias de la climatología.

Repique de bienvenida

Cerca de las 9.30 de la mañana, la grúa comenzó a mover la campana. Cuatro resistentes cuerdas rodearon el yudo para elevarla cerca de 40 metros de altura y bajo la atenta mirada de una nutrida representación de campaneros. “La suerte es que su lugar está muy próximo a la puerta de los Hierros”, señaló Francesc Llop, presidente de la Asociación de Campaners de la Catedral.

“Es impresionante imaginar cómo hace siglos se las arreglaban para subir las campanas, careciendo de las medidas de seguridad que tenemos hoy. Era tal el control de su oficio, que el campanero se montaba sobre el yugo mientras un sistema de cuerdas hacía ascender la campana. Con sus piernas y su inclinación la hacían oscilar para colocarla en su lugar”, comentó Llop.

Una vez aferrada la campana, bastaron un par de minutos para verla en lo más alto, tiempo que periodistas y campaneros se apresuraron a aprovechar para subir los 146 escalones del Miguelete hasta la sala. Pronto, mientras los operarios intercambiaban órdenes en la distancia para hacer entrar correctamente a El Manuel por su ventanal, tres de las campanas que conforman el coro del Miguelete le dieron la bienvenida improvisada.

Seis profesionales voltearon a L’Andreu (del año 1605 y tañido en sol); El Jaume (que suena en la y data del 1429); y La Vicent (creada en 1569 y que suena en si) en un concierto que sorprendió a los valencianos a pie de calle. “Dicen que los campaneros se expresan a través de las campanas”, comentó Llop. Pero ayer también hablaron por ellos el nerviosismo y la ilusión de sus rostros por ver de nuevo en casa a El Manuel. Paco Minguet y Tico Gabarda, jardinero y estudiante, son los campaneros que habitualmente lo hacen sonar. “Se nos ha hecho muy largo este tiempo”, apuntaron. Con la colocación del badajo, el proceso quedó concluido durante la tarde.

Ya finalizó la espera. Cada anochecer El Manuel volverá a tocar el tradicional cierre de murallas. Y este fin de semana, sonará de nuevo en la solemnidad del Corpus Christi. Hasta la llegada de este momento, la campana ha estado expuesta a las miradas curiosas que se han acercado hasta los pies del Miguelete, durante las últimas dos semanas.Una muestra de la expectación suscitada con su retorno a la Seo ha sido la avalancha de visitas a la página web de los campaneros de la ciudad.

Las palomas se adueñan de cada recoveco

El tiempo invertido en la restauración de El Manuel ha sobrepasado las previsiones de los campaneros. Desde hace un año y dos meses aproximadamente el ventanal que da paso a esta gran campana ha permanecido sin sus rejas de protección. En su ausencia se colocaron unas lonas para impedir el paso de las palomas a la sala de campanas pero, poco a poco, las aves perdieron el miedo y han ubicado en cada recoveco sus nidos.

Las once campanas en lo alto del Miguelete han compartido, durante todos estos meses, sus conciertos con la visita de las palomas. Los campaneros han visto caer huevos al voltear las campanas y han tenido que esquivar los excrementos de las aves que, sobre todo, afectaban al hueco que ayer El Manuel volvió a ocupar.

El ventanal vuelve a estar protegido pero ahora resta desalojar a las familias que han anidado en la sala y hacer una profunda limpieza de suelos y paredes.

GÓMEZ, P.
Las Provincias (14/06/2006)
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