BOTÍAS, Antonio - Zarandona ya no marca las horas

Zarandona ya no marca las horas

Las denuncias de una vecina logran que un juez ordene detener durante la madrugada las campanadas de la torre de la parroquia


PARADO. José Hernández, a la derecha, observaba hace unos días el reloj de la iglesia de Zarandona, detenido en las cuatro. / JUAN LEAL

El reloj de la parroquia de Zarandona, aunque sean las doce de la noche, marca las cuatro. Y no está estropeado. En esa hora quedaron sus manecillas congeladas de improviso, después de que un juez ordenara silenciar las campanadas que, desde hace más de dos décadas, anuncian el paso del día en la localidad. Una vecina, cuyo hogar está ubicado cerca del templo, denunció al párroco porque le molestaba el sonido del reloj de madrugada. Y el juez ha ordenado que no suene durante la noche. Sin embargo, ya no lo hace tampoco de día.

El párroco, Francisco Aroca, al que todos conocen como don Francisco, más que molesto por la decisión judicial, parecía ayer sorprendido. Sobre todo, porque en sus casi cuarenta años de sacerdocio no se había encontrado en una situación parecida. Pese a todo, don Francisco respondió a la citación judicial para explicarle a su señoría que desconocía el funcionamiento del reloj y que la vecina tampoco había intentado llegar a un acuerdo con la parroquia para evitar las molestias.

El juez estableció que el reloj de la iglesia no podía dar las horas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana. «Lo cumplimos de inmediato -recuerda el párroco-. Sin embargo, cuando se iba la luz, el mecanismo se reiniciaba y volvía a sonar. Yo pensaba: ¿Ya estamos!».

Malestar vecinal

Aunque don Francisco avisaba con rapidez a los operarios para que volvieran a enmudecer el aparato, pasaban dos o tres días antes de que acudieran. «En ese tiempo -comenta el cura-, había un vecino que me llamaba a las dos y a las tres de la mañana para advertirme de que el reloj había sonado».

La decisión judicial no es compartida por muchos vecinos en la pedanía, quienes consideran que el sonido del reloj no era tan molesto como otros aseguran. Así, María Bernal, advierte de que «durante muchos años he escuchado las campanas de día; pero de noche ni me enteraba». La pedánea de Zarandona, Purificación Manzano, también muestra su sorpresa ante la noticia y señala que «todas las iglesias tienen reloj y en ninguna se ha suscitado este problema». En su opinión, desde su residencia próxima a la avenida Río Segura «escucho hasta las campanas de la mismísima Catedral. Y no me molestan».

José Hernández, empresario de la pedanía, añade que la situación provocada por la denuncia «es algo absurdo y carece de sentido. La parroquia no pretende inquietar a nadie de madrugada». Además, añade que, «si se hubiera hablado antes, no se hubiera llegado a este extremo. De entrada, ya se bajó el volumen». Hernández también asegura que desde su casa, próxima a la parroquia, «escucho mucho más las campanadas de la iglesia de Cabezo de Torres». Entretanto, Hernández insiste en que «nadie en el pueblo conoce quién a denunciado».

El propio párroco, aunque reconoce que no comparte la denuncia, evita desvelar a su denunciante. «Mi misión no es denunciar a nadie», concluye.

BOTÍAS, Antonio
La Verdad (07/03/2006)

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