Una simple llamada de móvil y las campanas de Alagón o Figueruelas empiezan a repicar. Para cualquiera de los cinco sacerdotes claretianos de la Ribera Alta del Ebro, anunciar que comienza la misa o que han llegado las fiestas del pueblo ya no supone subir a lo alto de la torre para voltear las campanas. Ya ni siquiera tienen que ir a la iglesia para pulsar el botón desde el que se accionan desde hace tiempo en muchos municipios. Marcar un número de teléfono, poner un código secreto y atender a las instrucciones de la "servidora virtual" son los pasos que hay que seguir para que el acompasado ritmo de las campanas empiece a oírse.
Javier Díez Quevedo es uno de los párrocos de esta zona, que recorre los municipios de Alagón, Alcalá de Ebro, Bárboles, Cabañas de Ebro, Figueruelas y Grisén. Una comarca en cuyos campanarios hay notables diferencias. Desde Grisén y Bárboles, donde todavía se siguen volteando las campanas con una cuerda, a Alcalá de Ebro, donde fueron electrificadas hace más de una década, o Figueruelas y Alagón, donde las nuevas tecnologías se incorporaron hace ya tiempo.
El funcionamiento de este último sistema es muy sencillo. El párroco sólo debe hacer una llamada a un número secreto. Entonces, una voz explica los pasos que debe seguir. "Hola. Soy su servidora virtual. Introduzca la clave", dice un contestador automático al otro lado de la línea. A continuación, marca la numeración y la voz telefónica continúa diciendo: "Situación del activador 1 desconectado, ¿quiere conectarlo?". En el caso de que se activara éste, tocarían las campanas para avisar de que algún vecino del municipio ha fallecido. Si no, se pasará al siguiente tono.
Hay hasta seis toques diferentes, según se trate de un día de las fiestas del municipio -cuando el sonido de las campanas se prolonga durante cinco minutos seguidos-, el toque de la misa diaria (con tres avisos en la media hora anterior al comienzo de la celebración), la de domingo o el Ángelus, que suena todos los días cuando es mediodía.
"El sistema lo electrificamos hace muchos años, en torno a 1985, pero luego cuando tuvimos que renovarlo, nos propusieron esta posibilidad y nos pareció muy adecuada", comenta Javier Díez.
"Antes tenías que venir aquí y darle al botón, pero ahora puedes hacer sonar las campanas de Alagón aunque estés en Estados Unidos", añade.
Se trata sólo de un ejemplo, pero este párroco ya lo ha probado. "Cuando me marché de vacaciones toqué las campanas para anunciar el comienzo de las fiestas", explica con total naturalidad Javier, que tiene 56 años. Para él, la adaptación a las nuevas tecnologías no ha supuesto un importante obstáculo, aunque asegura que, al principio, a los párrocos de mayor edad les costó un poco más.
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