LLOP i BAYO, Francesc - La más alta música. La restauración de las campanas de Biar

La más alta música. La restauración de las campanas de Biar

Culmina, después de varios años, la restauración de las campanas de la Asunción de Biar. Vuelve, de nuevo, a sonar la más alta voz de la comunidad. Proponemos una serie de reflexiones en torno a estas antiguas campanas.

La voz del pasado

Hemos apuntado muchas veces que las campanas son la única voz que queda, viva, del pasado. En efecto, las campanas son quizás el único instrumento musical cuya voz no cambia, hasta que de pronto, por rotura, se quedan mudas. La reflexión no carece de interés, ya que ninguna otra cosa nos transmite la misma sonoridad que oyeron nuestros antepasados durante siglos. Es cierto que, ahora, tenemos mecanismos y procedimientos para grabar voces y sonidos, pero no es menos cierto que las grabaciones más antiguas apenas sobrepasan los cuarenta años, ya que, hasta final de los años sesenta, los equipos de grabación eran escasos y caros.

La campana suena siempre igual, con algunas condiciones. En primer lugar que permanezca en su lugar de origen: es sabido que el instrumento sonoro, el conjunto musical, está formado por la torre, las campanas y las instalaciones. Es como si hablásemos de una gran guitarra: las campanas son las cuerdas, pero no hacen nada si no están encima de una caja de resonancia, que en nuestro caso es la torre, y si no están debidamente colocadas.

La torre, pues, actúa como caja de resonancia. Por eso las hacían tan altas. Es verdad que, también, de lejos, la torre es señal de comunidad, que indica la existencia de un pueblo, vivo. Pero también es verdad que la torre está puesta de cierto modo para que las campanas suenen más lejos y mejor. Por ejemplo, las campanas pequeñas se instalan más altas, ya que su sonido más agudo se extiende, por decirlo de algún modo, en vía recta. Por tanto, si están altas, si se "ven", también se "oyen". Este es el motivo de ubicar, en Biar las campanas pequeñas arriba. Las campanas grandes, más graves, pueden estar más bajas, porque su sonido se extiende en todas direcciones. Esto tiene, además, otra ventaja, ya que pesan más, y por tanto si están en un piso inferior afectan menos a la torre (aunque luego veremos que influyen poco en el edificio). Las salas, además, están cubiertas por una bóveda que permite que los sonidos "se mezclen", consiguiendo una voz única, y al mismo tiempo "resbalen", es decir salgan hacia el exterior. No olvidemos que la finalidad sonora de la sala de campanas es precisamente servir de altavoz, de amplificador de las voces de las campanas. Precisamente para reforzar esa voz, las campanas mayores tienen, debajo, una especie de barandilla, que no se puso para proteger a los campaneros, o por lo menos no con esa única finalidad, sino para reforzar la sonoridad de las campanas graves. Por un lado, por la bóveda, los sonidos salen hacia fuera. Pero por otro, y previamente, los sonidos graves se han amplificado en la parte baja, que actúa como auténtica caja de resonancia de los tonos más bajos.

Si la torre es la "caja" del instrumento y las campanas la voz, la instalación de las campanas es importantísima, porque determina la forma en que van a sonar. Antiguamente las campanas tenían siempre yugos de madera, porque absorben las vibraciones, aíslan acústicamente las campanas de la "fábrica" (es decir de los muros de la torre) y protegen mejor al conjunto de los golpes producidos al voltear. Sabemos que el volteo, que es nuestra forma más aparente de tocar las campanas (aunque no la única) es relativamente moderno: probablemente la campana tercera, la gótica, llegó a conocer el cambio desde el balanceo hasta el volteo, a finales del XVI o principios del XVII. Pero este volteo necesita unos yugos bien equilibrados: si están demasiado igualados las campanas giran demasiado despacio (lo que se llama campanas "bobas"), sin ritmo, y con gran peligro de rotura (ya que el badajo cae con gran fuerza y permanece sobre el bronce). Por el contrario, si están poco equilibradas, la campana al voltear da un solo golpe o ninguno, porque la velocidad de caída del bronce es superior a la del badajo. Se trata por tanto de encontrar un equilibrio para que las campanas suenen mejor, y produzcan los menos daños posibles al campanario. Hay estudios hechos por el Doctor Ingeniero Salvador IVORRA, para su tesis doctoral, que demuestran que las campanas equilibradas a la manera valenciana tiene un esfuerzo horizontal, durante el volteo, menor del 10% de su peso en cada uno de sus ejes. Esto que parece un poco complicado se puede decir de otra manera: una campana de 1000 kilos, cuando voltea, "tira" horizontalmente de la torre con una fuerza de 100 kilos en cada eje, lo que es prácticamente despreciable para el edificio.

Se observará que no hemos dicho que los yugos de madera son "más bonitos". Y es que las campanas deben considerarse como objeto sonoro. Por tanto, los yugos de madera "suenan mejor", y por eso los antiguos los ponían, y por eso se vuelven a reponer.
Pero decíamos, al principio de este apartado, que las campanas eran la voz del pasado. En Biar es ciertamente así. La torre de la Asunción cuenta, como se sabe, con ocho campanas y un "campanó", de diversos siglos.

Comencemos por lo más alto. El "campanó" es una especie de timbre, un objeto semiesférico, en este caso de bronce, cosa poco habitual, utilizado exclusivamente para tocar las horas. Por eso, porque se utilizaba para otros fines diferentes, tenía una forma diferente y una sonoridad diferente. Tiene parte de la inscripción en latín y parte en español. Dice "SANCTUS VINCENTIUS TIMETE DEUM ET DATE ILLI HONOREM QUIA VENIT ORA IUDICI JUS. SE CONSTRUYO POR SUSCRIPCION POPULAR DEL PUEBLO DE BIAR AÑO 1919 CONSTANTINO DE LINARES Y ORTIZ ME CONSTRUYO". Aquí se indica la dedicación, la iniciativa, el año y el fabricante. Es decir, está dedicada a San Vicente Ferrer, y se acompaña su nombre con una inscripción, procedente del Apocalipsis (14,7).

Debajo hay cuatro campanas pequeñas, de 1871 y 1876, una de las cuales fue llevada a soldar a Alemania. Debe recordarse que cuando una campana se rompe, deja de transmitir la voz del pasado, y que solamente la soldadura permite recuperar esa voz. También debe recordarse que el perfil de una campana es tan sensible e importante, que una diferencia de uno o dos milímetros puede suponer un semitono arriba o abajo.

Las cuatro campanas mayores son una muestra de diferentes autores y épocas. La "tercera" es la más antigua: tiene caracteres góticos, en su parte superior y en el medio, y esperamos estudiarla más detalladamente, para comprender no sólo su voz, sino el significado de sus inscripciones. La menor es de 1767 y está dedicada, como es habitual en aquel momento, a la Sagrada Familia. Dice en latín y español "IESUS MARIA Y IOSEPH AÑO DE 1767".

La mediana fue fundida por el mismo autor del "campanó" y tiene una inscripción bastante similar: "STABAT MATER DOLOROSA IUXTA CRUCEM LACRIMOSA. REFUNDIDA POR SUSCRIPCION POPULAR BIAR AÑO 1919 FUNDICION DE CONSTANTINO LINARES CARABANCHEL BAJO MADRID" El texto latino es el principio de un conocido himno a María del siglo XIII, que dice ESTABA LA MADRE DOLOROSA; LLORANDO JUNTO A LA CRUZ...

La campana mayor fue refundida en 1972, y mucho nos tememos que era también una campana antigua, y con una inscripción más elaborada. Dice en la actualidad NTRA. SRA. DE LA ASUNCION. FUNDICIÓN DE SALVADOR MANCLÚS CALLE INDUSTRIA 27 VALÈNCIA. PARROQUIA DE BIAR SE REFUNDIO EN EL AÑO 1972 SIENDO CURA PARROCO D. MANUEL ABAD CERDAN"

La sonoridad recuperada

Las ocho campanas han recuperado la sonoridad original, no solamente por la soldadura de la campana rota sino y sobre todo por la recuperación de los yugos de madera. Hemos dicho antes que los contrapesos de madera suena mejor que los metálicos. Otro de los motivos es que tienen los ejes por encima de las asas de la campana, de modo que ésta gira con más fuerza, y en un radio mucho mayor. Por eso suena más y mejor, ya que sale más de al torre (o entra más) produciendo así un cambio sonoro mucho más sugerente y rico.

Pero además las campanas tienen elementos para poder tocarlas manualmente. Dijimos antes que el instrumento musical era la torre, las campanas y las instalaciones. Debemos añadir "y los toques". Esto quiere decir que la forma de tocar las campanas es tan importante (y a veces más antigua) que la propia torre o que las propias campanas. De este modo, si las instalaciones, como las actuales permiten los toques manuales, tenemos la posibilidad, al menos para ocasiones especiales, que los campaneros se expresen como mejor saben hacerlo, que es a través de sus toques manuales.

Aunque parezca extraño, la iglesia Anglicana es la que más toca las campanas: para la llamada al culto de los domingos hacen toques que a veces duran dos y tres horas seguidas, sin parar un solo instante. Y, además, los miércoles o los jueves, por la tarde, dedican un par de horas o tres para ensayar. Todo el mundo lo sabe y a todo el mundo le parece bien. Pero tienen, además, una cosa muy interesante: no hay campanas electrificadas en Inglaterra, porque piensan, con muchísima razón, que las campanas son la voz de una comunidad, y que por tanto solamente pueden sonar si hay una comunidad detrás: los motores no son gente, son máquinas.

Recuperemos, pues, nuestras campanas, reconociendo no solamente su voz y su historia, sino la expresión, a través de ellas, de los más profundos sentimientos de la comunidad.

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Dr. Francesc LLOP i BAYO
Campanero de la Catedral de València
Antropólogo de la Generalitat Valenciana
"Llibre de festes" - Biar (2008)

  • Parròquia de l'Assumpció de la Mare de Déu - BIAR: Campanas, campaneros y toques
  • BIAR: Campanas, campaneros y toques
  • MANCLÚS, SALVADOR (VALÈNCIA) : Inventario de campanas
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  • Francesc LLOP i BAYO: bibliografia

     

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    Actualización: 19-03-2024
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