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© Las Provincias (1999) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |
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J. Vicente, Antonio y Pascual voltean a "Josefa", "Concha" y "Petra", las tres campanas de la iglesia de L'Alqueria de la Comtessa.
Juan Vicente Giner Blasco toca la Josefa, "la más pequeña de todas", que tiene un peso de 555 kilogramos. Pascual López Frasquet impulsa la "Concha", "la segunda" que alcanza los 780 kilos y Antonio Díaz Anduig se ocupa de Petra, "la más grande todas", que necesita mucha fuerza para poder poner en funcionamiento sus 1.240 kilogramos de peso.
Todas ellas son campanas de la iglesia de L'Alqueria de la Comtessa y ellos vecinos de la población que han decidido recuperar una vieja tradición que había caído en el más absoluto de los olvidos: voltear las campanas de la iglesia de forma manual.
Ellos confiesan que no tenían "ni idea de tocar las campanas", pero a fuerza de escuchar una cinta "que se grabó hace 25 años" con el sonido de las campanas empezaron a cogerle el tono.
Díaz Anduig cuenta que en un principio "había un sistema electromagnético de movimiento y debido a que las cargas de rotación se transmitían a la estructura del campanario ocasionaba un importante deterioro". El sistema cambió hacia uno de "motores electrónicos manejados por un sistema de ordenador, que permite una rotación autónoma y además puede recuperar los hábitos del toque manual". Pero para lograr una perfecta sonoridad "se volvieron a instalar los antiguos yugos de madera que pesan menos y logran un mejor sonido".
Los campaneros recuerdan que las tres campanas fueron costeadas por el pueblo hacia 1880. Durante la Guerra Civil, la mayoría de las campanas fueron destruidas en la Safor a excepción de las de la Alquería que permanecieron y gracias a esta circunstancia tienen un timbre nada fácil de encontrar porque "la fundición de antes les daba un sonido más profundo".
"La primera vez que subimos - señalan los campaneros - le dábamos muchos golpes para poder moverlas, pero ahora las podemos del revés y atamos un hierro al yugo con una cuerda y las vamos dejando caer. Este sistema nos da mucha facilidad a la hora de tocarlas".
El sistema eléctrico todavía permanece y como señalan "es mejor que se conserve porque nosotros tenemos un trabajo y no siempre nos es posible venir".
Los tres campaneros tienen muy claro que "en los días señalados estaremos aquí tocando las campanas".
Están, aproximadamente, unos cinco minutos volteando, pero no realizan un entrenamiento específico porque segÚn declaran "subimos a ratos a practicar y para lograr una mejor sincronización". Lo que tienen muy claro es que "hay que tener una concentración máxima, porque un despiste te puede costar muy caro" ya que sino se fijan, el volteo de las campanas puede golpearles en la cabeza "y resultaría mortal".
Juan Vicente, Pascual y Antonio tocan las campanas por "gusto" y para "recuperar una tradición perdida".
Ahora están trabajando más en serio, porque están en contacto con el Gremio de Campaneros y además han empezado a ensayar "una canción". Los tres están muy orgullosos con sus instrumentos musicales y no dudan en afirmar que posiblemente "la Petra sea la campana más grande de la Safor, después de la de la Colegiata".
Llega el momento. Empieza el ritual. Juan Vicente sonríe y afirma que él no hace un ejercicio especial antes de empezar, sino que simplemente se santigua "para que todo vaya bien". Antonio Díaz bebe agua y afirma que "la Petra pesa mucho y marca el ritmo de las otras dos". Pascual mira a sus compañeros y "empieza el espectáculo".
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