Mi padre amaba las campanas; no las quería, las amaba; eran como su vida, eran como si fueran hijas o hijos. FMHabía llegado a la cúspide dentro de su profesión: era el campanero del Pilar. Por esto al serle ofrecida en cierto momento la plaza de campanero de la Catedral de San Isidro, en Madrid, rehusó inmediatamente: puesto que estaba, como campanero, en la posición más alta de su trabajo, cualquier cambio iba a ser para peor.
Eusebio Gómez Rubio, mi buen campanero y buen amigo, encargado del servicio desde febrero de 1937; sólo recuerda a algunos campaneros precedentes: desde 1890 Andrés García. A partir de 1930, Joaquín Sánchez Catalán. Posteriormente, Alejandro Laborda.
Precisamente cuando terminó la guerra, con aquello del centenario de la venida de la Virgen... ¡todo el año cuarenta, entonces fue extraordinario!... Y ha habido, seguido, seguido, unos años que había mucho movimiento de... ¡claro, era natural! La gente iba mucho [a las iglesias] y las campanas pues si había gente que las tocara, ¡pues mejor! JMLa ciudad ya no era la misma: las torres de las iglesias eran todavía edificios altos, pero no los únicos, como bien describe CISTUÉ DE CASTRO (1945:7): No faltan tampoco esas otras torres, torreones y cúpulas, que son exponente y símbolo de grandeza, de progreso y de ambiciosos propósitos. Y así las diviso desde mi atalaya, sobre los Bancos, las azoteas de las empresas industriales y aún de las entidades benéficas y sociales. Y como avanzada de todos, allá donde la ciudad se ensancha, en la Feria Nacional de Muestras, que en anual superación refleja el fruto de todas nuestras actividades productoras, y para servir de guión al proyectado Palacio de la Producción Aragonesa, la gran torre de estilo mudéjar, afiligranada y erecta, orgullosa de sí misma. No hay mejor mirador que aquél para contemplar la ciudad de Zaragoza en el pasado, en el presente y en el futuro.
La del sonido fenómeno, que era algo extraordinario, que era el no va más, era la Santa Ana, una pequeñita; ¡ésta se oía más que la grande! Estaba la Santiaga, la Teodora, la Braulia, la Indalecia, y la Pilar, la grande. JMAlgunos llamaban Pilara a la grande, pero los campaneros preferían llamarla Pilar. O, mejor aún, la grande porque en la tradición campanil de Zaragoza el nombre era algo erudito, alejado del trabajo diario del campanero: las campanas tenían una categoría, un valor relativo, que servía para ejecutar los toques. En el Pilar había las dos campanas pequeñas, las dos medianas y la grande, y, aparte, la Santa Ana que se empleaba para algunos toques muy especiales a lo largo del año: fiestas de la Virgen, repiques de pontifical y también para la bendición de los campos, el día de la Santa Cruz. Las campanas podían tener otra clasificación más allá del nombre, según su colocación: la de la plaza, la de los tejados, decían en el Pilar.
La Valera, que es la mayor, la Vicenta, la Pilar, la María, un campanico que le llaman Miguelico, y de las otras no me acuerdo. AGPero para nombrar a las dos medianas decían:
La de la plaza, la de la calle de la Pabostría. AGY llamaban a otra campana menor emplazada entre las dos medianas la del garito porque se encuentra (todavía) sobre una pequeña habitación donde los campaneros, entre toque y toque, se protegían algo del cierzo y del agua:
Siempre hay una especie de garitica allí; te metías allí, pero... ¡no estabas porque se metía allí todo! ¡Las tormentas entraban dentro! JMLa distribución de las campanas en las tres grandes torres zaragozanas, todas ellas octogonales, era similar: la grande en el centro, sobre dos vigas de madera, y las dos medianas en los ventanales exteriores; la una (la mayor) frente a la campana grande y la otra en sentido perpendicular.
Las campanas de San Pablo, algo menores, procedían de la refundición de campanas anteriores, tras la rotura de la mayor, la Pabla, y eran en 1976 Pabla, Petra, Blasa, Nuestra Señora del Pópulo y Gregoria, [que] son iguales, y Cimbal [que] es más pequeña. JMGCDe todas estas campanas de las grandes torres, la más famosa era la Santa Ana, en la que decían que había entrado oro y plata, y también que era mora:
Tenía ese sonido maravilloso, ¡fantástico! Podíamos decir que esa campanita, que pesaría cincuenta o sesenta kilos, llegaba su sonido casi tan lejos como la campana grande, la Pilar, que pesaba cinco mil. FMY también la Pabla, que estaba en San Pablo:
San Pablo tenía un juego de campanas algo extraordinario; entonces más o menos San Pablo tenía aires de Catedral: ya no era una iglesia o una parroquia cualquiera. Y el sonido de la campana grande San Pablo era sonido de... de gran señor! Es el sonido de ... como la de la Seo. Tiene un sonido extraordinario, de voz potente, de esas que suena de campana grande. JMEntonces había campanero, aparte del sacristán, pero luego éste se encargó de las campanas al carecer de sentido la existencia de alguien dedicado exclusivamente a los toques por el menor tamaño y número de bronces:
Se hizo cargo porque la campana grande se rompió y al estar rota la campana grande, pues ya no tiene objeto.... JMLas campanas de las parroquias, muchas de ellas desaparecidas o modificadas hoy, tenían, en la mayoría de los casos, una curiosa distribución: había cuatro campanas, dos de ellas muy pequeñas, casi unos cimbales y dos grandes, aunque no tanto como las medianas de las Catedrales. Las campanas, dos a dos, estaban muy próximas en el tono musical, pero entre las pequeñas y las grandes había un gran salto tonal, quizás una octava y media o dos. Esta curiosa colocación de cuatro campanas se daba, entre otras torres, en San Miguel, en San Cayetano, en San Nicolás. en San Gil, en el Arrabal, en la Magdalena, mientras que otras torres, sólo tenían dos, como Santa Engracia, Nuestra Señora de Gracia y San Fernando, o cinco como San Felipe, aunque en éste último caso la tercera, esto es la campana del medio, que es una típica campana de reloj, sin asas y con agujero central, parece ser cosa añadida recientemente.
La disposición de las cuerdas de pies y manos para tocar la campana, que en ninguna parte quizás se vuelvan a poner de la misma disposición. FMLa disposición era un término lleno de significados: quiere decir su colocación en la torre, de cierta manera y en cierto lugar, y también con cierto tono. Cada torre tenía una manera propia de tocar porque las campanas, con su propio sonido, con su conjunto de sonidos, estaban colocadas de tal modo, que solamente podían sonar de unas ciertas maneras. Y si modificamos el número de campanas, su tono o su colocación el resultado cambia:
No puede repetirse el toque de las campanas en ninguna otra iglesia. Esa es la diferencia, y eso es la pena que ya se haya perdido. ¡Sí! ¡Se ha perdido para siempre!. FMEl sonido de la campana varía no sólo con la colocación, como hemos visto, o con las técnicas, como veremos luego: las campanas modificaban su acústica según el clima:
Esto era cierto, y sobre todo si la variación era... si hacía hielo, el hielo hacía apagar mucho el sonido, apagaba mucho el sonido. FM
Se ataba a ese madero o a unas clavijas que habrá por aquí... porque tiene que haber, en este lado unas clavijas, media vuelta y media vuelta. Había que coger la cuerda y bajar esto, bajar la boca, que fuera más para fuera, para poder, para cuando pegas el golpe te viniera bien a la mano. JMLos badajos tenían, en el extremo que golpea la campana, un agujero por el que se pasaba un gancho, unido a una cuerda más o menos larga. Para los repiques sencillos el otro extremo de la cuerda era cogido directamente por la mano del campanero, que podía así tocar dos campanas, una en cada mano,
combinando las voces. JMTocaban a menudo la campana grande, la que estaba en el centro de la torre, a badajazos, desde la misma casa del campanero, a media escalera. Unían una larga cuerda al extremo del badajo, forzándola a través de una especie de palomilla para que tomase un ángulo, obligando al badajo a golpear en la campana, cuando tiraban del otro extremo, muchos metros más abajo.
Los repiques eran todas excepto la grande: entonces intervenían todas. Había un juego de cuerdas, donde estaban enganchados los badajos: había esas que se manejaban con los pies, y después una cuerda en una mano y otra cuerda en otra mano. Las de los pies eran una campana a la derecha, otra a la izquierda y otra cuerda que subía a la Santa Ana, que no se tocaba en todas las fiestas. Entonces se hacía una especie de triángulo y con el pie se tiraba de esa cuerda, en triángulo, y sonaban las tres campanas a la vez, y según la dirección del pie se iba a la derecha o la izquierda sonaba con más fuerza una u otra. [Mi padre] tocaba de pies, apoyado en la espalda en una escalera de mampostería. FMHay una manera intermedia de tocar las campanas, entre el repique y el volteo, muy empleada en los toques zaragozanos: tocar a medias, es decir hacer oscilar la campana, sin que llegue a rebasar la vertical, y por tanto sin que llegue a voltear. Este era el toque especialmente apropiado para los difuntos:
A media... a media vuelta porque, claro, a muerto no se puede hacer el bandeo JMOtros toques aparte de los mortuorios exigían esta técnica, aunque algo más complicada: se trataba de mantener la campana hacia arriba, dando de vez en cuando media vuelta, para que sólo produjese un golpe, sonoro y seco, y volviendo a mantenerla invertida, durante más o menos tiempo, con la ayuda de cuerdas, maderas u otros ingenios. Ésto requería cierta habilidad:
¡De pronto has dado dos vueltas a la campana! Pues, naturalmente, al estar dando las medias vueltas, pues a lo mejor pegabas un tirón más fuerte... y pin-pan. JMEl propósito de esta técnica era la producción de golpes alternados y sonoros, con dos posibilidades acústicas: si la campana tocaba a media vuelta, o a medias, si oscilaba sin llegar al punto más alto, los toques eran sonoros, pero largos y regulares: el intervalo entre toque y toque dependía del ritmo propio de oscilación de la campana y de la fuerza con que se daban los tirones a la cuerda. Si la campana estaba invertida y se daba una media vuelta, el golpe era sonoro (el badajo golpea con todo su peso sobre la campana) y seco (la campana, al volver a subir recoge el badajo y éste se encarga de amortiguar el sonido). Por éso, un mismo ritmo producido a campana parada, a campana oscilante o a campana a media vuelta producía un sonido de igual tono pero de mayor o menor resonancia y volumen, y por tanto con un timbre muy distinto, voluntariamente buscado.
Menudas carreras había que pegarse para coger la cuerda arriba y tirarte que a lo mejor te fallaba una mano y tozolón que llevabas. JMLas campanas de la Seo así como la mayor aún existente de San Nicolás se diferenciaban de las otras parroquias que hemos conocido (San Miguel, San Gil, San Felipe, ambas con yugos de madera: San Pablo, con modernos yugos de hierro de Fundiciones Averly, pero con similar técnica): en el primer caso la cuerda, unida a una barra de hierro introducida en el yugo de madera, se enganchaba en las vueltas posteriores únicamente entre el eje y el yugo. El campanico de la Seo, el Miguelico, aún debe tener unos cuantos metros de cuerda así enrollados. Aunque carecía de barra de hierro (que los campaneros de la Ciutat de València llaman ballesta, pero cuyo nombre desconocían los zaragozanos) la campana Valera era inicialmente volteada del mismo modo. Su yugo de hierro tenía en lo alto una especie de cuernos y en el eje una como guía para marcar el lugar por donde enrollaban la cuerda, cuyo extremo iba enganchado a una argolla, colocada de manera alternativa en cada uno de los extremos superiores del yugo (es decir, viendo de frente la campana, por cualquiera de los dos lados, en el lado superior derecho). También las antiguas campanas de Santa Engracia tenían estas barras de hierro, pero se volteaban a mano. Las otras campanas parroquiales aumentaban la complicación ya que ese barrote metálico (o de madera, como en San Felipe, aún hoy) tenía un pequeño travesaño casi en su extremo, de madera que la cuerda, enrollada, hacía una especie de triángulo, pasando por el eje, el yugo y el travesaño citado.
Muchas veces me ha pegado la cuerda en la cabeza, si se me escapaban cuando se engrasaban pues, corrían mucho y empezaban bimbán, bimbán y zás, ¡adiós cuerda! ¡Ya te podías apartar! JMGCOtro de los problemas, a la hora del volteo a cuerda era que se metiera la cuerda por el eje, lo que bloqueaba la campana, impidiéndole girar. Había que sacar, con gran esfuerzo a veces, la cuerda que estaba pellizcada entre el yugo y la pared, y que además se llenaba de grasa, para que la campana pudiese voltear de nuevo libremente. Al terminar el volteo dejaban la campana con toda la cuerda rollada, excepto los dos o tres últimos metros, necesarios para tirar de ella en el siguiente volteo. Ataban ese mismo cabo de cuerda a unas clavijas o a la madera que hay debajo de las campanas para dejarla fija en los repiques. Cuando terminaba el volteo dejaban caer la campana, hasta que se parase por sí sola:
Ella sola, pin... pan... poco a poco se va parando ella sola. JMHabía que dejar al final la cuerda rollada por el lado del campanero, y no por el del exterior del campanario, de modo que al tirar de la cuerda, dejándose caer desde los escalones, la campana comenzara a elevarse, por el lado exterior de la torre, y gracias a ese impulso iniciase el volteo. El madero que se encuentra debajo de cada campana consistía generalmente en un trozo de tronco descortezado y algo desbastado, que podía girar libremente dentro de los huecos del muro donde estaba; era un auxiliar básico para el volteo a cuerda según la técnica tradicional zaragozana. A la hora de tirar de la cuerda, saltando, no servía para nada, pero luego, al desenrollar la cuerda en el otro sentido, el madero, que ya tenía un desgaste de tantos años de rozar la cuerda, facilitaba el volteo y aportaba una seguridad para el campanero:
Es que te ayuda, te ayuda el madero ese, la cuerda te ayuda, en el rasfilón este... Y además como defensa para tí también, porque claro, si te llevaba la campana, pues te llevaba como quien dice fuera, y así parabas ahí. JMEsta técnica de volteo, más complicada, exigía una particularidad: las campanas tenían que estar altas, para poder subir y dejarse caer con eficacia y sin el peligro de ser golpeado directamente por el bronce o por el contrapeso. El madero estaba siempre algo desplazado con respecto a la vertical de los ejes para facilitar el volteo. Este desplazamiento aumentaba con el tamaño de las campanas, que estaban lo suficientemente altas para no golpear a alguien que estuviese de pié, en el suelo del campanario.
Tocar la campana grande era una paliza terrible, porque hay que tener en cuenta que eran cinco mil kilos, y había que darle vueltas a mano o a pie. La campana grande del Pilar, los cinco mil kilos no tenían cuerdas, para tirar de ella, sino que era a mano; desde los laterales, a mano. Estaba muy bien nivelada esa campana, sí, tenía un nivel muy bien hecho y el arranque era bastante... Pero claro, mantener en aire, dando vueltas a cinco mil kilos, pues por muy bien nivelado que esté, había que hacer mucho esfuerzo, sí. FMEsta campana se tocaba con la mano y con el pie: y lo más penoso era ponerla en marcha:
Y entonces, para coger el impulso, le metía el pie... ¡Todo el cuerpo! Salía fuera de la campana y el cuerpo es el que le impulsaba, y al volver otra vez, claro, hay que coger la boca y después el yugo para aprovechar ese impulso, que aunque estaba con ejes de ésos de bolas y éso, pero ese impulso de cinco mil kilos, cuando está plana está muy bien, pero primero hay que darle la vuelta y después mantener ese ritmo. JMSe trataba pues de hacer un gran esfuerzo, para que la campana girase con regularidad y con viveza, es decir con un ritmo constante. Y por otro lado este trabajo, tan peligroso, no lo podía hacer cualquiera:
No podíamos fiarnos de amigos o de alguien que dijera: "Yo te ayudo", ¡porque era peligrosísimo! Porque un descuido... A tener en cuenta que la campana ésta va en el interior de la torre al aire. FMCuando la familia Millán llevaba la Seo, volteaban la campana grande, la Valera, con una técnica mixta, es decir a cuerda y a mano:
A cuerda y a mano: conforme venía la cuerda tenías que correr a coger la cuerda arriba... precisamente para éso [tenía] una cuerda muy gruesa: para coger. Y mientras tanto, si el uno estaba con la cuerda había otro arriba que es el que impulsaba, a mano, desde arriba; que también ese se jugaba la vida desde arriba: al pasar el yugo, te pasaba a milímetros a la cabeza! La cuerda muchas veces, no llevaba bastante impulso y el de arriba, sí, impulsaba para poder arrollarla otra vez. JMEsta técnica de volteo a cuerda de la campana mayor de la Seo fué abandonada: aunque se conseguía una mayor velocidad de la campana, y posiblemente el esfuerzo fuera menor, exigía una gran agilidad y era mucho más peligrosa. Por ésto se tocaba esa campana también a mano, con tres o cuatro hombres, dos a cada lado.
Siempre empezaba la pequeña, y una vez que empezaba la pequeña ya empezaba la segunda, y después la otra, y después la otra: o sea, llevan un ritmo. Cuando... en cuanto paraba la primera pues se paraban todas. JMEl toque más importante de las Catedrales zaragozanas, y que exigía la colaboración y la coordinación de mucha gente era tocar la grande: para las grandes festividades, la campana grande volteaba, en el centro de la torre, mientras que el campanero, en un lado, recostado en una pared, repicaba, tocando todas las demás campanas de la torre. Para esta ocasión subían hijos, cuñados, amigos, pues el toque de la campana debía ser continuo y rítmico, y sin embargo era preciso un gran esfuerzo para producirlo. El volteo de la campana mayor era el ritmo básico, al cual se adecuaba, con variaciones infinitas, el campanero con su repique: las campanas pequeñas en las manos y las medianas con el pié.
En la misa de infantes, la Santa Ana sólo se podía tocar si era santo de Virgen, de Santo, no; exclusivo para santo de Virgen. JMDaban alrededor de ochenta golpes, de una sola vez, que tocaban desde la puerta de casa, excepto los días de fiesta grande, como el Pilar, en el cual la misa de Infantes era dos o tres horas antes, a las cuatro de la mañana. Entonces subían a tocar junto a las campanas:
A las cinco de la mañana, para no tener que subir arriba, pues se hacía también, que por éso se enganchaban éstas también, y éstas, el sonido de todas es la misa de infantes normal... Ahora, la misa de infantes de día grande había que subir arriba, repicar y bandear la campana grande: éso ya es de primera clase, de solemne. JMDespués tocaban a coro, toque que cambiaba según la clase:
A no ser los grande, los grandes, para el Pilar y cosas de esas, que era, pues una hora, tocando cada cuarto de hora. JMLuego, en la misa conventual, tocaban para la consagración, unos golpes con la campana grande. Por la tarde estaban las vísperas, que se tocaba según la clase de día, y después los maitines:
Y después estaban los maitines, que es el cuarto de hora después de vísperas, ¡y entonces se tocaban todas a la vez! Un toque todas a la vez y cortado. JMLa torre era el medio de comunicación entre las actividades de la iglesia y el mundo exterior circundante. Pero los campaneros, en la torre, necesitaban un aviso para tocar sus grandes campanas al tiempo en que estaban ocurriendo, o iban a ocurrir, los acontecimientos a nivel del suelo:
Que antes había, si habrá visto, abajo, en el tejao de la iglesa, un campanico. Cuando terminaban vísperas entonces empezaban los maitines. En el coro tocaban el campanico y entonces era el aviso para empezar. JMTodo es relativo, en esta vida. El campanico, situado en el tejado de la iglesia, se encontraba sin embargo abajo para el campanero, acostumbrado a los más altos horizontes.
Esos toques de coro se hacían por la mañana. Al principio, como había coro por la tarde,también se hacían igual, pero lo quitaron. La Valera tenía una cuerda para pegar badajazos, desde el piso que hay a media torre. Desde allí mismo, a la Consagración, se daban tres o cuatro badajazos, cuando oíamos el campanico que hay en el tejado para avisarnos. A mediodía, cuando nos acordábamos, tocábamos tres o cuatro badajazos para las oraciones. Por la noche, si era invierno a las ocho, y en verano a las nueve. AGLa iglesia de San Pablo tenía también diversos toques a lo largo del día, para significar las distintas ceremonias, muy simplificados:
Por la mañana tocaba una campana... Todos los días la misma... Por la tarde, en la víspera se tocaba la pequeña, el cimbal y después la otra mayor. JMGCA lo largo de todo el día, y según la densidad de ceremonias, las torres tocaban más o menos veces las campanas, y de modo adecuado:
¡Muchos días era completo! Las campanas te ocupaban desde las cinco de la mañana; había muchas veces que las cinco de la mañana y eran las nueve de la noche ¡y estabas pendiente de las campanas! Más o menos horas, pero pendiente todo el día. JMLos toques a lo largo del día estaban marcando actividades litúrgicas, en las iglesias mayores, toques que para el zaragozano, más allá de su connotación religiosa, se convertían en referencias horarias, en límites de tiempo con los que ordenaba su vida diaria. Así, el toque de perdidos, que sonaba en la iglesia de San Miguel, todas las noches, era, en su origen, un toque para que los que estuvieran en la huerta, más allá de las murallas, encontrasen su camino de vuelta a casa, en las noches de niebla zaragozanas. Pero este toque, que tenía un sentido caritativo, de ayuda al perdido, resultaba ser, en la Zaragoza urbana de principios de siglo, otra referencia temporal y de significado: los perdidos eran los sinvergüenzas que volvían a casa, medio borrachos, después que en San Miguel hubiesen tocado la campana, descrito por AZAGRA MURILLO (1980:) así como por BLASCO IJAZO, anteriormente citado. Toque de perdidos que sonaba, por cierto, en el otro extremo de la ciudad; lo tocaban unas monjas de la plaza de Santo Domingo, pero que no era interpretado en ninguna de las grandes torres urbanas.
¡Había que tocar mucho esa noche! JMEn San Pablo, las fiestas más celebradas eran San Pablo y San Blas. Tocaban la víspera y el día de la fiesta a las doce: volteaban las seis campanas, para lo que hacía falta un hombre en cada una, y luego para la misa; si ésta era a las 12, tocaban una sola vez, una media hora antes, aunque en el caso de no haber bastante gente volteaban la mayor y repicaban con las otras cinco, e incluso, en casos extremos volteaban sólo la campana mayor.
El día de la Santa Cruz, pues de siete a ocho de la mañana entonces se salía a la ribera, a bendecir los campos y todo aquello, y había una especie de toques, un repiqueo: tocaban la Santa Ana que sonaba más que la campana grande, por el sonido ese tan fino que tenía, y conterstaban las otras con otros... repiques... como si fuera una llamada de atención... y contestaban las otras con otros repiques. No se empleaba esa campanica a no ser que fuera el día de Santa Cruz, la Santa Ana... tocaba, y contestaba otra; salían tres sonidos diferentes, la pequeña, y repiqueteo de otra, y otra, y eran seguidas. JMEste toque, que era para los campaneros zaragozanos uno de los más bonitos, se realizaba en el Pilar, con las tres campanas pequeñas: la Santa Ana, que estaba fija, y las otras dos. Por lo que sabemos tocaban todas un mismo repiquete, de sólo tres o cuatro compases musicales, repiquete que repetían una y otra vez, interpretando variaciones del ritmo original con las campanas, mientras duraban las ceremonias. Las campanas servían en este caso de música de fondo para la bendición de los campos, que realizaban desde la ribera del Ebro.
Lo único que se hacía era matarlas: en la Semana Santa se mataban las campanas: quiere decirse que se ponían horizontales, con cuerdas, y atadas que se quedaran en posición horizontal; la grande también: aunque no se viera, también se ponía, y ella por su nivelación quedaba en sentido horizontal. FMEs realmente destacable este sentido de la responsabilidad de la familia MILLAN: procuraban que estuvieran muertas las campanas, aunque no se viesen desde la calle. Contaban a su favor con la campana Pilar que estaba tan equilibrada que podía dejarse horizontal: probablemente esto era imposible de hacer en la Seo, donde la Valera era tan pesada. La familia GOMEZ, también inmovilizaba algunas de las campanas:
Entonces ya, matar las campanas, o sea, totalmente muertas. JM
Para la Semana Santa se tocaba como si fuera un repique de primera clase, y después se pingaban las campanas que se veían dela calle, como la de la plaza, la de la calle de Pabostría, el campanico. Se dejaban así, pingadas hasta el Sábado Santo. AGDurante este tiempo, en que las campanas estaban muertas, tocaban las matracas, de madera:
Se tocaba durante todos los días estos, se tocaban las carraclas, las matracas, tenían muchos nombres eso, y no sonaban las campanas. FMLas campanas, muertas, sonaban de una manera espectacular, para celebrar la Resurrección de Cristo, y el renacimiento, otro año más, de la primavera:
Y después había un momento en que se tocaba a muerto y en un momento determinado, cuando era la hora de la Resurrección, entonces todas las campanas se ponían a vuelo; quizás fuera éste el toque más extraordinario... Entonces nos juntábamos la familia, amigos, y tocábamos todas las campanas que se podían dar vueltas, desde las pequeñas a la grande, todas a vuelo, ¡era fabuloso! ¡Era impresionante, impresionante! Que, ¡los que estábamos arriba que acabábamos medio sordos! ¡Tarumbas! Porque si eran las dos campanas grandes, vamos, las que llamábamos medianas, las otras dos pequeñas, y la grande que eran cinco campanas que iban a vuelo; ¡pues el ruido era atronador, atronador!... La única que no iba a vuelo, en este caso, era la Santana, que ésta era fija, ¡ésa era fija! FM
Primero la pequeña a vueltas, y después una de estas medianas, ida... y vuelta; ida... y vuelta, y ¡vale! Ése es el simple. JMPara los semidobles:
El semidoble ya era lo mismo. Primero la pequeña, y después la mediana esta, igual. Pero, conforme tocaba el media vuelta, el pin, entonces a mano contestaba... Volvía otra vez, sonaba y contestaba otra. JMEl semidoble introducía una variación respecto al simple. Una de las dos campanas medianas, la pequeña, daba de vez en cuando medias vueltas, y la mantenían parada con la copa invertida, mientras que la otra mediana sonaba a mano, tirando de la cuerda que iba unida al badajo. Como consecuencia de estas técnicas, la mediana pequeña daba golpes sonoros y secos, más cortos, mientras que la mediana mayor daba golpes de menor volumen (nunca se toca con la mano tan fuerte como lo hace el badajo al caer con todo su peso) pero más largos (el badajo no interfiere, y por tanto la campana vibra durante más tiempo).
La segunda era ya la campana, la mediana, ¡pero la mediana mayor! Se hacía el mismo toque, pero entonces contestaba la otra, ¡al revés!... No se llegaba a voltear, sino a medias. Es el mediovolteo ese. JMEl toque empleaba las mismas notas pero con sonoridad invertida: la nota más seca y sonora correspondía entonces a la mediana mayor, y la más vibrante correspondía a la otra mediana. Este mensaje, tan parecido, y sin embargo tan diferenciado, era entendido por la gente:
Había mucha pero muchísima gente que entendía los toques de las campanas, y con arreglo al toque de la campana sabían la solemnidad de la fiesta... Sí, gente de la calle. El zaragozano, el zaragozano conocía el toque de la campana, lo conocía; era curioso. FMLa primera clase era el toque más completo e importante:
La primera era la mediana mayor, y entonces la grande sólo de sonido, de badajo, sin moverla. La mediana mayor, moverla, que no dé la vuelta, y volver. Éso se hacía un cuarto de hora o media hora según. Pero terminaba una parte de ésa y seguía: en vez de medias vueltas, no sonaba nada; sólo cuatro campanadas de la grande y al final es cuando ya se repicaba; con las cinco. Y si era solemne, con el volteo de la grande. Pontifical que se solía llamar, toque de pontifical. JMEso era por la mañana; por la tarde los toques eran más complicados:
Por la tarde más o menos igual: los demás toques más o menos iguales. Cuando es de primera, por la tarde, las vísperas, entonces se tocaba a vueltas la pequeña; a continuación la segunda también a vueltas. [Luego] una campanada de la grande y contestaban las tres otras, en vez de todas, que son estas tres unidas aquí [las dos medianas y la Santa Ana] que tocaban pon, la grande y después clin, sonaban las otras. Y después, claro, cuando terminabas, al terminar siempre el repique al terminar, y en las solemnes, entonces, es el volteo de la grande. JMEstos eran los toques usuales para las clases, pero había algunas ocasiones en las cuales eran sustituidos por toques de muerto: el día de los difuntos, el dos de noviembre, y también cuando fallecían el Papa, el Arzobispo:
En la torre de la Seo había algunas diferencias: allí tenían, como en el Pilar, tres campanas pequeñas, pero para el toque de coro diario volteaban la más pequeña, y para los repiques sólo tañían las dos campanas medianas con los pies.
Según la festividad debía de tocar de una forma o de otra, tocaba los toques de coro en tres tiempos, el primero, media hora antes, el segundo, un cuarto, y el tercero a la hora.
Si era un toque de día ordinario, el primer tiempo era bandear el Miguelico con una cuerda que se enroscaba y desenroscaba. Se le hacía dos bandos. El segundo tiempo era con la campana que da a la calle de la Pabostría, que no me acuerdo como se llama, que movía a medio bando, y la dejaba pingada, o sea que con unos maderos y cuerdas que tenía mi padre, y que se apoyaban en el yugo, se quedaba así, pingada. Después la dejaba baja. En el tercer tiempo repicaba.
En todas las clases se repicaba al final, o sea que mi padre, apoyado en la pared del garito, con una mano repicaba el Miguelico y otra, con la otra mano otra campana, y con los pies dos más; con unas cuerdas que tenía, pisaba primero una y después la otra. Para un día normal repicaba sólo con el Miguelico y dos más.
Las campanas que se tocaban con los pies era sólo para los días de fiesta grande.
Para un día de segunda clase, se empezaba igual, bandeando el Miguelico. El segundo tiempo era con la campana que hay encima del garito y se contestaba a badajazos con la campana de la calle de la Pabostría. El tercer tiempo era siempre un repique, con cuatro o tres campanas.
Para los días de primera clase, se tocaba así: el primer tiempo era a badajazos con la campana Valera. Después se pingaba la campana de la plaza y al final se repicaba. AG
Los toques, en vez de ser... de las ocho a las nueve de la mañana, en vez de ser de volteo de campanas por lo... no, siempre era toque de muerto. JMLos toques de coro eran sustituidos igualmente durante las Cuarenta Horas, que antiguamente iban de iglesia en iglesia:
También eran repiques; en vez de ser de ocho a nueve del volteo de las campanas, y aquello, ¡no! Eran repiques seguidos; cada cuarto de hora un repique. JM
Cuando sale se empieza a repicar, mientras iba toda la procesión funcionando, pues se repicaba. Ahora, en el momento que salía, o era la Virgen o el día de Corpus, entonces mientras salía de la puerta de la iglesia, hasta que desaparecía en la primera calle, estaba volteando la grande; cuando desaparecía por la primera calle cortaba de voltear la grande y de repicar, y cuando aparecía por el otro lao, entonces, empezaba otra vez a repicar, y a la entrada se volvía a tocar la grande otra vez. JMEl toque inicial, que señalaba la salida y la puesta en marcha de la procesión, podía durar a veces un cuarto de hora:
¡O más! Porque hasta que se pone en marcha la procesión, que si estaban los soldados, por ejemplo; a la salida, que tocaba la Marcha Real, se hace la comitiva, se ponen los canónigos, sale el palio, sale ésto, la parada, pues mientras tanto tienen que estar tocando. JMEl toque indicaba un momento crítico, cuando empezaba a formarse la procesión, y cuando aparecía ante su vista la Imagen o el Corpus, pero también señalaba con su música, la ocupación de un espacio:
Al medio camino sabíamos exactamente donde estaba, al minuto. ¡O sea, seguirlo, total! Porque sabías que sale del Pilar; cuando aparecía por San Cayetano, tocaban las de San Cayetano; cuando pasaba por el mercao, ya tocaba San Pablo; cuando pasaba por los Escolapios, ya que cogía, Santiago. O sea, que va cogiendo San Felipe, después San Gil. Hasta la de Santa Cruz, la Magdalena; aunque no pasaba por la Magdalena pero pasaba por su terreno, como Santa Engracia, que paraba bien lejos, pero sin embargo también sonaba. JMEn el conjunto ciudadano, los toques señalaban el momento y el lugar donde ocurría el acontecimiento comunitario:
Sí, desde arriba sabíamos: ahora la campana de tal; ahora está en tal sitio; ahora la campana de tal. JMPara estos casos lo normal, lo que estaba marcado, era tocar la grande en las dos Catedrales y voltear en las otras torres, aunque la familia MILLAN, alguna vez volteó las campanas del Pilar para la salida de la procesión:
Cuando sale la carroza de la Virgen del Pilar, volteábamos todas las campanas; pues lo hacíamos nosotros, como que sé yo, una cosa extraordinaria, no es porque estuviera marcao. JMTocaban todas las campanas de la ciudad para las más importantes procesiones, o sea el Pilar y el Corpus: la primera salía desde su Basílica y la otra salía desde la Seo. Para otras procesiones, menos importantes, sólo repicaban o incluso ni siquiera ésto:
Dependía de la clase de procesión, si salía el Santísimo o salía la Virgen, salía la imagen de la Virgen del Pilar, entonces sí, se tocaba la campana grande, sino, si eran otras procesiones, era repicar, simplemente. FMEn la Seo, para la familia GOMEZ:
Cuando se hacía la procesión claustral, como son la de la Candelaria y la de la bendición de Ramos, se repicaba durante toda la procesión, cuando salían a la plaza. El domingo después de Pascua se lleva el Viático a los enfermos; también le llaman Quasimodo a ese domingo. Pues se repica la víspera por la noche, en tres tiempos, y cuando la procesión daba la vuelta por la plaza. El día de Corpus se repicaba cuando salía la procesión y cuando se veía venir, y se bandeaba la Valera cuando se veía la Custodia. También antes salía la procesión del Pilar desde la Seo, y entonces se repicaba al entrar y al salir. Ahora ya no porque sale la procesión desde el Pilar, y entonces ya no se repica. A la procesión del Rosario de Cristal no se repica, porque es particular, de la asociación del Rosario de Cristal, aunque salga de la Seo. AG.Las campanas de San Pablo, en los últimos años, sonaban, para sus procesiones locales de un modo similar, aunque dependiendo mucho de la gente que subía a tocar:
Se bandeaban todas, cuando salían las procesiones también [a la salida] y a la entrada; según la gente que había, una siempre bandeaba, y las otras si estábamos dos, pues se repicaba; se bandeaba la mayor, la Pabla, y el repicar era con las cinco. JMGCLas campanas no sólo informaban de la categoría de la fiesta o del momento en que iba a comenzar: también indicaban el espacio donde tenía lugar el hecho. La gran relación que había unos años antes de unas torres con otras era cada vez menor, y de hecho la Seo había dejado de coordinar y armonizar los toques de las demás campanas ciudadanas; fué entonces la otra Catedral quien tomó el relevo, y sólo para la fiesta del Pilar:
Cuando se anunciaban las fiestas, el día once, al mediodía, sonaba la sirena; en el Banco Zaragozano sonaba la sirena. En la plaza del Pilar sonaba el cohete y entonces era la oración del Pilar, las tres campanadas con la grande, y entonces ya empezaba to'l Zaragoza; primero tenía que sonar el Pilar. Para San Valero, sólo tocaban las de la Seo, porque era su fiesta, su fiesta grande. JMLa vieja dependencia de unas con otras torres había desaparecido en una ciudad en expansión, en la que las torres habían dejado de ser los más altos edificios urbanos. También estaba resuelto el conflicto entre la Seo y el Pilar sobre su preeminencia:
El día del Pilar no se repica a coro ese día [en la Seo] porque ese día se hace el coro en el Pilar. El día de San Valero era al revés: no tocaba el campanero del Pilar, y es que vienen a la Seo, a hacer el coro. En todo ésto de la Seo y del Pilar, como el Cabildo es el mismo, que están medio año en cada sitio, si había una fiesta importante, repicaba el campanero del sitio donde iba el Arzobispo. AG
a media vuelta, porque, claro, a muerto no se puede hacer el bandeo de vuelta de campana; era media vuelta. JMPara el simple las dos campanas pequeñas oscilaban a su ritmo propio, marcado por sus características internas como la colocación, peso del yugo, engrase de sus ejes, con golpes alternados y largos, mientras que con la mediana pequeña, invertida, daban golpes alternos, secos y de gran volumen:
El simple son... pues tocaban las dos pequeñas, a media, y después la mediana, la mediana pequeña podemos decir, esa de vez en cuando se daba media vuelta: clin... clan... clin... clan... y entonces la otra clon... clon, y cambiaba el tono de ésto. Se tenía boca arriba cuando estás tocando, boca arriba, porque no hacías más que dejarla caer, una vez, y vuelta otra vez, y cogerla, con unas clavijas que había allí, que sujetan. JMEl toque de segunda era un poco más complejo:
Muerto segunda, que era las dos pequeñas a media desto, y la otra mediana a media vuelta... se daba media vuelta, y conforme caía aquella, clon, y contestaba la otra mediana, y ya eran cuatro voces: pega al badajazo y contesta otra. JMPara el toque de primera se tocaba también la grande:
Después la primera clase ya era con la grande: las pequeñas, y después el sonido, ya sonaba la grande. JMPara esta primera clase, la familia Millán, cuando actuaba en la Seo, tocaba también la otra pequeña a media, es decir que hacían oscilar las tres pequeñas, a su ritmo propio. En el momento que dejaban caer la mediana grande, la de la plaza, daban un badajazo con la Valera, e inmediatamente sonaba la mediana grande, que dejaban en esa posición invertida. Inmediatamente después del segundo badajazo tocaban otro con la mediana pequeña, a mano.
Si hay muertos importantes, como el Papa, o el Arzobispo, o del Cabildo, se hacía en tres intervalos, los tres iguales. Se daban badajazos con la Valera, y contestaban con la de la plaza. Al final del tercer intervalo, con el Miguelico y con la campana que hay encima del garito, se daban badajazos, cada vez más deprisa. A los difuntos ordinarios, al final no se tocaba ya, pero al principio se hacía pingando la campana que da a la calle de la Pabostría y contestando con la de la plaza. Al tercer intervalo se acababa como con los difuntos importantes, con las dos campanas pequeñas.No había toque de muertos para niños, ni siquiera para Infanticos, en ninguna de las dos Catedrales, y tampoco existía la distinción sexual: se tocaba igual para hombre y para mujer, al contrario de lo que ocurre en la gran mayoría de las torres aragonesas.
Se hacían los responsos igual, según la clase. Esto era al principio, pues al final sólo se tocaba a los difuntos importantes, como son los beneficiados, los canónicos, etc.
Los difuntos los llevan donde está el deán, medio año en cada sitio, en abril cambian de Catedrales. AG
Agonía, si era el obispo o cosas de esas, pues entonces, sí. En cuanto anunciaban ellos, entonces tocabas, porque eran campanadas, con intervalo: sonaba la grande, y allá al rato sonaba otra, mientras duraba la muerte. En cuanto avisaban, pues entonces ya se tocaba a muerto. FM
Sí, se volteaba la campana una o dos veces o tres, depende la festividad que era, vamos, salvo a veces que ocurriera cuando venía el Caudillo, entonces sin ser festividad pues subíamos. PG.Alguna vez tocaron las campanas del Pilar como música de fondo en los autos Sacramentales, en el momento del apoteosis final, pero estas eran ocasiones extraordinarias.
La campana Valera sólo se bandeaba esos tres días [San Valero, Corpus, el Pilar] a no ser que hubiese un nuevo arzobispo o un nuevo Papa, o que viniese el Caudillo, que también mandaban bandearlas. AG
Los viernes de Cuaresma, que se hacían Via Crucis, se daban tres veces cinco o seis campanadas con la Valera. AGCuriosamente no había, en el Pilar un toque específico para bautizos, aunque esta Catedral tiene el raro privilegio de poder administrar el bautismo a cualquier niño, aunque no haya nacido en su demarcación territorial. Sí había, como ya describimos antes, un toque de bendecir los campos, toque y ceremonia ya perdida en la Seo:
Hubo un tiempo en que el Sacristán Mayor [un sacerdote], al principio, subía el día de la Santa Cruz, a la barandilla que hay en la torre, y daba cuatro hisopazos para bendecir los campos, pero no se tocaba nada; al tiempo, el mismo sacristán ya no subía. AGLas campanas, en Zaragoza, transmitían también señales de alarma:
Cuando la guerra, la sirena del banco, que está al final de la calle Alfonso tocaba la alarma, nosotros tocábamos la alarma, unos toques de campana rápidos, con las de repicar, las dos o tres que estaban enganchadas, y entonces la gente se venía a refugiar, muchos, mucha gente allí, a las escaleras de la torre, ¡porque decían que quizás era uno de los sitios más seguros que existían! Las escaleras de la torre: aquello, pues, se llenaba de cientos de personas que venían a refugiarse allí. FMAunque luego nos dieron una explicación racionalizada, parece que la gente buscaba una protección simbólica, un estar cerca de la Virgen:
¡Porque decían que quizás era uno de los refugios más seguros que existían! Porque tenía que ser una coincidencia muy grande que cayera una bomba y entrara por una ventana. FM
conocerlas... interpretar su sonido; es porque toda su campana es un alma viviente, como quien dice: hace falta manejarla, mimarla; hay que darle su sabor, de sonido. JMSIMEON MILLAN, el famoso campanero del Pilar, supo vivir con y por sus campanas; murió, y parecía que sus técnicas, sus valores había desaparecido con él. Pero sus hijos JUAN y FERNANDO supieron expresar, con alguna dificultad, sentimientos, valores que se llevan dentro, que se viven, y que son tan difíciles de contar. También supieron captar estas sensaciones algunos periodistas que escribieron y reflexionaron sobre los toques de campanas zaragozanos. Los testimonios de unos y otros nos descubren un mundo de sentimientos ya perdido, otra manera de entender música y comunicación.
Los toques para coro, para vísperas y todo éso era como si nosotros dijéramos a los infanticos... a los sacerdotes de que ya es la hora: Vámonos preparando que ya...que ya vamos a empezar la ceremonia; era, pues, el aviso. Y, para los fieles que seguían esas ceremonias pues era el aviso de decir: ¡Ale! ¡Ya pueden venir! Porque cuando empezaba la ceremonia entonces acababa, acababa el toque de las campanas; era el anuncio de que va a empezar. FMNo sólo era comunicación de acontecimientos; también trasnmitían sentimientos:
[Tocar] era entre emocionante y satisfactorio; era la satisfacción de, de estar haciendo algo que te gustaba y que quizá alguien que te escuchara también le gustara: algo de eso era lo que sentía. FMPara que la comunicación fuera posible los mismos campaneros se autocontrolaban para que los mensajes fueran correctos aunque ellos eran los especialistas y sabían mejor que nadie cómo había que hacerlo:
Casi podíamos decir nosotros que, sobre esa materia entendíamos mucho más que ninguno, mucho más que ellos. FMLos campaneros procuraban interpretar bien los mensajes, pero siempre había gente que oía los toques y divulgaba si éstos estaban bien o mal interpretados, lo que constituía un cierto control del mensaje:
Sí, pero principalmente los canónigos, muy poco; es gente que iba a decirselo a los canónigos de que... "Pues el toque tal no lo han hecho tal; y la misa de infantes, en vez de tener ochenta toques, sólo han tocado setenta..." Cuando hacíamos toques extraordinarios, que hacíamos nosotros, pues el mismo Deán nos llamaba: "Les felicito por el toque tan extraordinario que han hecho." O sea que... JMAhora bien este control del toque no tenía efectos económicos: el campanero cobraba un sueldo al mes y le daban vivienda, y que tocase de un modo u otro no repercutía, que sepamos, sobre su economía.
Tocar campanas, las toca cualquiera, como se toca cualquiera una guitarra, pero hay que sacar sonido a la guitarra y hay que sacar sonido a la campana: ¡es un arte! ¡La música que hacía mi padre con las campanas era fabuloso, era impresionante!... ¡Una música que daba escalofríos, era emocionante! ¡Porque es un sonido totalmente distinto a cualquiera que hemos oido en otros instrumentos musicales! FMPor éso era inconcebible tocar mal las campanas:
Tocar mal las campanas, ¡es una desgracia! ¡Porque no se concibe que se toquen las campanas mal! ¡Porque las campanas están hechas para tocarlas bien! ¡Decían que era la voz de Dios llamando, llamándonos a todos; si esa voz de Dios sale ronca o sale mal, mala llamada nos podría hacer! FMLos toques necesitaban unas campanas correctamente colocadas para poder adaptarse a ellas y sacar el mejor sonido, sonido que no podían conseguir en las parroquias:
Porque no hay campanas para hacer juegos de toques. JMPara ello eran precisas distintas técnicas (repiques, a medias, volteos) para conseguir distintos sonidos; y no sólo porque las formas distintas pudieran tener otro significado, sino porque producían distintos resultados sonoros: por ejemplo el volteo, si se imitaba con golpes de badajo, estando la campana inmóvil
¡porque claro, pegarle con el badajo suena ese vacío! JMEs decir, como observamos antes, el volteo produce un tipo de sonidos distintos de los producidos a mano o a medias. Hay que intentar
sacar sonido diferente, porque si no, sonarían todos casi igual. JM¿Cuáles eran, pues, los toques más bonitos? Depende de gustos personales pero hay cierta unanimidad en elegir el toque de la grande:
Un día de toques, la campana grande, cuando suena la solemnidad, ¡esa potencia que daba, de grandeza! JMEs precisamente en este toque donde se coordinaban ritmos, donde unos y otros iban construyendo el efecto:
Para un profano era todo simultáneo, para un profano iba cada cual a su aire. Pero para los que estábamos metidos dentro sí que había una diferenciación y había una medida! Había una medida, se daban distintos ritmos! FMA pesar de la riqueza de expresiones que intentan contar cómo había que armonizar los repiques cuando tocaban la grande desconocemos realmente cómo improvisaban, cómo seguían el ritmo. Poco más aclaran algunos artículos de prensa, coincidentes con los números especiales dedicados a las fiestas del Pilar. Los hermanos ALBAREDA (1976:37) escriben:
Con el pie y las otras para las manos: mientras tenías que hacer el repique tin-tan-tin-tan-tin-tan pero combinando: se combinan las voces: ¡mi padre llegaba a sacar como si fueran notas! JM
Aún recordamos aquellos magnos repiques - puramente artesanos - del día 11 de octubre, dando brillante comienzo a las fiestas del Pilar. Qué grato y emocionante despertar el día 12, cuando [a] las cuatro de la mañana las campanas de la basílica nos citaban a la fiesta mayor. Ese día el campanero - Simeón Millán - "echaba el resto" y a las doce, a las tres, a las cinco y a las siete, la ciudad escuchaba el alegre volteo incluso con geniales improvisaciones de Simeón. Este se hacía ayudar en estas ocasiones por su hija Asunción. Nosotros la vimos en su original trajín en un par de ocasiones; valiente y decidida; casi como una heroina legendaria manejando cuerdas y sorteando audazmente las bocas de las campanas.Otro observador, GAY (1976), muy atento al hecho cultural, transmitió mejor sus impresiones:
Y sorprendía el dominio con que llenaba su misión, como tenía enlazadas las cuerdas que movían los badajos de las diferentes campanas para que los distintos sones encajaran en el momento justo y fueran las voces de bronce todo lo expresivas que debían serlo, y como tenía que correr al ritmo que volteaba la campana gorda del dentro del campanario... Hombres que todo lo que tenían que decir lo decían, por ellos, las campanas, o que hacían decir a las campanas lo que les había encargado que dijeran ellos.A través de estas palabras, basándonos en estas impresiones podemos llegar a presentir los sentimientos que animaban a los campaneros en su trabajo, o mejor en su arte:
Aquello que tenía mi padre, ¡eso era muy difícil de superar! !Era algo que llevaba dentro de sí! ¡A nosotros nos comunicaba bastante su, podemos llamarle arte musical! ¡Pero no llegamos a llegar a su altura! Entonces se hacìa el juego de sonidos, de agudos, graves... y llegaba mi padre a sacar música, pero música de maravillas... y esto es una pena que se haya perdido. FM
© Francesc LLOP i BAYO (1988) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |