Informó este diario de que el Colectivo Bardos Cultural de A Gaiteira ha encontrado las dos campanas que faltan de la espadaña de Santa María de Oza, la ermita originaria románica, la del Lazareto -diferente de la actual parroquia de Santa María de Oza, de trazado neoclásico, situada en una calle lateral de la subida de Monelos-, que están abandonadas como maceteros en el recinto próximo al viejo faro, donde queda el campus de Ciencias da Saúde de Oza. Ya es sin razón que unas campanas sirvan de maceteros, como siempre lo será dar a los objetos una finalidad distinta de aquella para la que han sido pensados y creados.
Pero antes que a las campanas, mi atención se dirige a la propia ermita que, desde que fue restaurada -y muy bien por cierto, según me dicen los que la vieron-, allí continúa cerrada, deteriorándose -por experiencia sabemos que todo desuso es preludio de ruina-, sin utilidad alguna. Como depende de la Universidad de A Coruña -me aseguran que el Arzobispado no dispone clero para atenderla-, y, por estatutos, la Universidad debe estar al margen de asuntos religiosos. Ello no obsta para que la institución que cultiva la razón, en un símil de recuperación de la memoria histórica, restaurase la utilización razonable de esa iglesia, con algún acto de culto o celebración en alguna fiesta de la Virgen, devolviendo a un barrio de la ciudad una de sus señales de identidad.
