Son innumerables las variedades de repiques que pueden salir de un campanario y diversas las finalidades de los mismos, sin embargo ayer los miles de sonidos emitidos por las campanas de Villavante solo tocaban a fiesta.
Alrededor de 60 campaneros procedentes de diferentes provincias de Castilla y León así como de Asturias y Galicia, se dieron cita en esta población paramesa que vive este encuentro como una de sus más importantes citas anuales. Así lo explica el único maestro campanero de la localidad, José Miguel Trigal, quien lleva aprendiendo el manejo de las campanas desde que tenía seis años. Para él, “esto es más grande que las propias fiestas del pueblo, aunque hay que llevarlo en la sangre”. En este sentido, hace referencia a la Escuela de Campaneros de Villavante que fue creada hace 22 años y que a día de hoy sigue acercando el aprendizaje de esta ‘música’ a los niños y vecinos que han sentido la ilusión del oficio. Entre ellos está Jorge, un joven de 17 años que también ayer deleitó a los allí congregados con un majestuoso repique de campanas.
En su XXII edición, los organizadores del encuentro ya tienen su objetivo puesto en la celebración de las bodas de plata “para las que queremos hacer algo grande”. Mientras tanto seguirán poniendo en marcha una iniciativa que, con pocas copias en la provincia, ha conseguido erigirse en la más grande.