LLOP i BAYO, Francesc - Un sueño hecho realidad: la restauración de las campanas de San Martín de Callosa de Segura

Un sueño hecho realidad: la restauración de las campanas de San Martín de Callosa de Segura

Hace año y medio volvimos a visitar la torre y las campanas de la parroquia de San Martín de Callosa de Segura. Volvíamos con mucha ilusión a documentar un conjunto de campanas y una torre que ya habíamos conocido mucho antes, en 1989, cuando aún se tocaban manualmente de manera regular.
Por una parte estábamos ilusionados en volver a sentir de cerca un elemento patrimonial tan importante. Pero por otra parte nos temíamos lo peor. Como así fue.

Una torre monumental

La torre campanario forma parte de un templo que tiene la mayor categoría patrimonial que otorgan nuestras leyes. Se trata de un BIC o Bien de Interés Cultural, que es el nombre que atorgan las actuales Ley de Patrimonio Histórico Español y la Llei del Patrimoni Cultural Valencià, respectivamente a los monumentos de primerísima fila. La iglesia parroquial de San Martín es un BIC inmueble, declarado en 14-11-1980 (BOE 09-01-1981) por sus extraordinarios valores culturales y patrimoniales.
La torre posee, además, una extraordinaria inscripción, mal conocida, pero que figura en muchos manuales de paleografía, por ser el texto grabado en piedra en lengua valenciana ubicado más al sur. Curiosamente, mucha gente del ámbito universitario conoce Callosa, en todo el mundo, exclusivamente por esta inscripción, que es desconocida por los callosinos. En realidad aunque se puede leer (con gran dificultad, puesto que ahora se encuentra en una sala oscura) forma parte del muro exterior de la iglesia, a la que se adosó más tarde la torre. Dice "Lo diset de iuliol se principa la obra ... / sen mati de callosa any ISSI i regt ... / quintor inperator e esta obra m... / fer el mol noble e magnifihs senor ... / quians de callosa / el mestre era alonso de arteaga". Como la piedra está ubicada en el principio de la bóveda de la sala, la última parte de la inscripción está oculta, pero parece razonable proponer este texto "Lo disset de juliol se principià l'obra de sant Martí de Callosa de l'any 1551, regnant Carles quint emperador i esta obra manà fer el molt noble i magnífic senyor Juans de callosa, el mestre era Alonso de Arteaga." Indica por tanto la fecha de inicio de la obra (17 de julio de 1551), reinando el emperador Carlos V, y que realiza la obra Alonso de Arteaga, siendo señor local alguien apellidado algo así como Juanes. Ciertamente, la antigüedad de la inscripción y su lengua, que en aquel momento era habitual en Callosa, justifican por sí solas la declaración de monumento de la iglesia. Pero sigamos más adelante.
Documentamos la inscripción y observamos, con alegría, que aún llegaban las cuerdas de las campanas hasta el pie de la torre: señal que aún las tocaban…
Luego, el reloj, silencioso y callado. Ya se sabe, un reloj parado es un reloj muerto, y no vale decir que un ordenador ejerce mejor sus funciones, porque no es verdad. Sí que es cierto que un ordenador es mucho más exacto, y que se puede programar con gran precisión, determinando muchos y variados toques, pero no menos cierto es que un ordenador dura, como mucho, diez años, mientras que un reloj con la categoría de éste, bien cuidado, puede durar ciento cincuenta o doscientos años.
Al reloj le faltaba una pieza importante, que habíamos documentado en 1989. Se trataba de una especie de carillón, o mejor de caja de música amplificada que transmitía unos sones parecidos a campanas, que reproducían cada hora los Gozos de San Roque… ¡Pero nuestro gozo en un pozo! El rudimentario carillón había sido sustituido por una grabación, de escasa calidad sonora, que reproducía la melodía de forma confusa y cuando menos poco atrayente. El mecanismo se encontraba expuesto en la sacristía, sin uso regular.
Nueva desilusión: las campanas litúrgicas estaban fijadas y tenían además los electromazos dispuestos de tal modo que era casi imposible moverlas (en el caso que se hubiese quitado el soporte soldado que las fijaba al muro).
Como es sabido, las cuatro campanas son del 1947, fundidas por los hijos de Constantino LINARES, una prestigiosa fábrica de Madrid desaparecida en los años 60… Las cuatro no, otra desilusión, ya que una de ellas, la Inmaculada, fue refundida por MANCLÚS de Valencia, sin poner la fecha real…
Ciertamente la campana Mariana del reloj (vaya nombre tan peculiar para una campana: ¿querían decir María?) seguía tocando, pero ya no mediante el mazo exterior por gravedad que le dio durante siglos un sonido peculiar sino mediante un electromazo exterior…
Al menos, una pequeña alegría: la “campana de palo”, la matraca, no solamente seguía en la sala de campanas sino que había vuelto a sonar en la última Semana Santa…
Luego tuvimos dos alegrías más, dos alegrías inmensas. Descubrimos que la campana de la sacristía no era tal, sino la antigua de los cuartos, que desplazaron tras el saqueo de la guerra civil, a esa espadaña para tener un primer servicio de comunicación de las señales diarias y de los toques de misa. No solamente era una campana antigua; era la más antigua del conjunto… hasta el momento. Fechada en 1754 ponía en español de su época CHRISTO # VENCE # CHRISTO # REINA # CHRISTO # NOS DEFYENDA # # # # " y sin duda había sido la campana de los cuartos del reloj, como luego nos confirmaron.
Luego, otra alegría mayor. La emoción de contemplar una de las campanas más antiguas de la Comunitat Valenciana, la más antigua de Callosa, y la segunda o tercera de toda la Vega Baja, con una inscripción utilizada en su momento (hacia 1550) para defender de las tormentas y otros males externos: + ihs # maria # ecce crucem domine fugite partes aduerse # " es decir en español “Jesús, María. Esta es la cruz del Señor, huid los enemigos”. La campana se descubrió en la ermita del Rosario, aunque a saber qué avatares tuvo que sufrir, cuantas subidas y bajadas a diversas espadañas, hasta llegar allí. Varios años antes habíamos propuesto que se sustituyese por una copia, que figura desde entonces en la espadaña de la ermita, y que se destinase a un uso más acorde con su importancia y antigüedad. Lo cierto es que la vimos sobre una mesa, en la propia ermita, un poco sola y abandonada, con cierto peligro para su conservación y lo que es lo peor: callada, que no hay mal mayor para una campana. Esta campana tiene además una peculiaridad muy poco habitual, en nuestras tierras: la inscripción se halla cubierta de pan de oro, seguramente para destacarla más y mejorar sus efectos protectores.
La visita nos sirvió para alimentar sensaciones contradictorias: cuánto patrimonio, y cuánto abandono al mismo tiempo.
Y de todo lo que vimos y compartimos, tuvimos un sueño: la posibilidad de recuperar el conjunto de campanas litúrgicas, de interpretar dignamente, de la mejor manera posible, los Gozos de San Roque, de volver a recomponer las campanas del reloj, de dotar finalmente al monumento de una campana dedicada a San Roque, y que sirviese para los toques más diarios, a través de su ubicación encima de la sacristía.

Se escribe un sueño

Pero los sueños precisan, para ser realidad, que alguien los escriba primero. Y eso es lo que hicimos, a través de una propuesta técnica muy concreta y ambiciosa.
Para las campanas del reloj, el reto era muy claro: debían volver a estar juntas la campana de los cuartos, ubicada entonces en la sacristía, y la de las horas, y debían colgar ambas en el centro del piso superior de la torre, su lugar original, y el destinado a los toques civiles, esto es del reloj y de las melodías. Para interpretar melodías, nada mejor que unas campanas afinadas. ¿Qué quiere decir afinadas?
La campana es un complejo instrumento musical que al ser golpeado, en el lugar oportuno, produce una amalgama de cinco notas principales, y muchas otras menos importantes. La nota de referencia o prima va acompañada, por encima, de una tercera siempre menor, de una quinta y de una octava, es decir de tres notas ubicadas en esos lugares de la escala. Hay además otra nota, que técnicamente se llama el Hum que, como indica su nombre es la resonancia que acompaña el golpe de una campana, y es la que permanece durante más tiempo. Desde escasos segundos para las campanas menores, más agudas, hasta varios minutos para las mayores, más graves. Este Hum se encuentra, al menos en teoría, una octava por debajo de la nota prima. Si todas esas notas están en su sitio, y si tenemos una serie de campanas con las diversas notas, al menos una octava, se pueden interpretar melodías.
Así pues, para interpretar de manera digna y sonora los Gozos de San Roque hacía falta un pequeño carillón. ¿Qué es un carillón? Es una tradición nacida en los Países Bajos, donde los ayuntamientos suelen tener un conjunto de más de 20 campanas, con un teclado manual y otro automático, para interpretar melodías en ciertos momentos de la jornada, de la semana y del año. Se trata de instrumentos civiles, que acompañan actividades como el mercado semanal, y sirven de música de fondo, una especie de hilo musical que acompaña desde lo más alto. También suenan para fiestas, y sobre todo, a cada cuarto de hora, de día y de noche, mediante una pequeña melodía, que se suele cambiar cada pocos meses. El carillonista es un músico profesional, pagado por el municipio, y que interpreta melodías al menos una vez a la semana. Los pueblos pequeños comparten a veces entre cuatro o cinco carillones a un solo intérprete, pero en las ciudades el profesional vive de su sonoro trabajo.
Claro, un carillón, para interpretar todo tipo de melodías, exige al menos dos octavas. Recordemos que una octava son las siete notas de una escala con los cinco semitonos (las blancas y las negras de un teclado de piano) lo que supone, para dos octavas, al menos veinticuatro campanas. Dotadas, además, de un teclado manual, para que el intérprete exprese mejor su música. En España hay unos pocos carillones que cumplen con estas normas (Sant Pasqual de Vila-real con 72 campanas, Palau de la Generalitat de Barcelona con 49, Escorial con 48 campanas, Diputación de Zaragoza con 36, San Pablo de Córdoba con 36) pero solamente uno cuenta con carillonista diario, en este caso una mujer que toca cada día a las 12 en el carillón de la Generalitat de Barcelona, junto con un concierto mensual y otros extraordinarios al largo del año. El carillón de El Escorial suele tocar cada semana, en verano, y los demás carecen de intérprete regular a lo largo del año, aunque hacen a veces conciertos.
Ciertamente estas campanas son diferentes ya que sirven para hacer melodías, y por tanto deben estar perfectamente afinadas en ellas mismas y entre sí. Callosa no necesita, al menos de momento, un instrumento completo, con más de 20 campanas, pero si precisaba, para tocar los gozos de su santo patrón, 13 notas diferentes, junto con un complejo sistema informático para interpretar ésta u otras melodías.
Puestos a soñar, propusimos pues que se ubicase un pequeño carillón en la terraza, rodeando a las campanas del reloj. Estas campanas debían ser lo más lisas posibles, sin decoraciones ni inscripciones, para que su nota fuese lo más pura y agradable posible.
Ya teníamos soñadas las campanas de la terraza. Era preciso bajar a la sala de campanas, a las campanas litúrgicas, en realidad aquellas que transmiten los sentimientos de la comunidad: el trabajo diario, las fiestas y los gozos, los difuntos y las penas.
Ciertamente había que recuperar los yugos y contrapesos de madera, para tener una sonoridad más pura, más original de las campanas. Claro que estas campanas actuales nacieron con yugos metálicos, en los años cuarenta, pero eran años de muchas limitaciones y no sólo económicas, sino también técnicas. Los contrapesos metálicos puede que faciliten los volteos, pero cambian la sonoridad de las campanas, el ritmo de oscilación y sobre todo facilitan la rotura de campanas, de badajos y de instalaciones, como ya se tuvo la experiencia, en esta torre, con la Inmaculada, la tercera campana de la sala, que se rompió y hubo que refundirla en 1978 (aunque esta fecha no figura en sus inscripciones).
Para recuperar los toques antiguos, los repiques, los balanceos o los volteos de las campanas, es preciso recuperar sus instalaciones tradicionales, sus yugos de madera que acompasan el toque, mejoran el sonido y protegen la campana.
Se trataba de poner mecanismos que reproduzcan los toques tradicionales, permitan los toques manuales y no modifiquen la sonoridad original. No era el caso de las últimas instalaciones, ubicadas de modo que las campanas se quedaban inmóviles, cambiaban su sonoridad y no reproducían más que algunos de los toques antiguos: solución de emergencia ante el estado precario de las instalaciones.
Seguíamos pues soñando. Si las campanas del reloj volvían a su lugar, debían sonar como antes, mediante la maza que cae y se separa, para conservar aquella sonoridad antigua que las indultó en los días negros de la guerra. Y para las campanas litúrgicas, lo mismo. Motores de impulsos que permiten el balanceo o el volteo, en un sentido o en otro, con mayor o menor velocidad, todo programado, y que no impiden el volteo manual, junto con electromazos exteriores para los repiques y otras señales.
¡Ah! Y una nueva programación, adaptada a las necesidades actuales, pero basada en los toques antiguos. Con un reloj que tocase, al menos las horas, de día y de noche (quizás en las horas nocturnas sin cuartos y sin repetición) y acompañado durante el día del toque de los cuartos. Con unas campanas litúrgicas que oscilasen para los toques de domingos, de fiestas menores o mayores, y con una escasa representación de volteos, como antes se hacía: sólo dos campanas para las procesiones, y la Martina, la campana mayor que solamente daba la vuelta tres veces al año: para el Corpus, para San Roque y para la Inmaculada.
Nuestro sueño dejaba vacía la espadaña de la sacristía con una doble intención: el regreso de la campana de los cuartos a su hogar, y la fundición de una nueva campana, dedicada a San Roque, que no tenía, aún, ninguna dedicada a su nombre en el conjunto de campanas de San Martín. Esta campana, como la antigua, debería tocarse a balanceo para las misas diarias y quizás a volteo, los domingos, para las misas dominicales.
Aún quedaba el sueño por completar: la campana gótica procedente de la ermita del Rosario, aunque sin duda mucho más antigua que ésta, y que había sido sustituida en sus labores por una réplica, por una copia del original, utilizando los mismos textos y decoraciones, debía ser utilizada, contemplada y conservada de la manera más digna posible, como corresponde a la campana más antigua de Callosa y una de las más antiguas de la Comunitat Valenciana. Su lugar, sin duda, la sacristía de San Martín, y su uso, también sin duda, el toque de salida de misa de domingos y su víspera, y de todas las festividades (reservando la otra campana existente, también antigua, pero de apenas un siglo o dos, para los toques de salida de misa entre semana). Todo un lujo (y un orgullo) para Callosa y su monumental parroquia.

Un instrumento musical

Nuestra propuesta intentaba, sobre todo, la consideración de la torre de San Martín como un extraordinario, como un singular instrumento musical.
Muchas veces se dice que la campana, por sí sola, es ya un instrumento musical. La idea es cierta solamente en cierto modo. No hay duda, como hemos dicho, que la campana por sí sola, incluso sin accesorios, ya tiene cinco notas bien precisas y que se repiten siempre iguales a lo largo de los siglos. Es este precisamente uno de los aspectos más interesantes, sugerentes y yo diría que mágicos de la campana: su voz permanece igual, a pesar del paso del tiempo; la voz del reloj de Callosa suena ahora igual que hace casi 300 años cuando se fundieron aquellas dos campanas…
Pero las campanas son como las cuerdas de una guitarra, que solas no producen armonía, melodía y comunicación. Campanas, instalaciones, torre… y toques forman una unidad, construida por cada comunidad a través de un trabajo de siglos, y que ahora, con las tecnologías y la aportación de las personas, podemos recuperar. La torre tiene mucho que aportar, con sus formas y su altura, para la resonancia, la reverberación y la difusión de los sonidos.
Se trata por tanto de considerar todo el conjunto como un solo instrumento musical, comunitario, con diversos niveles y funciones: en la parte superior las melodías que marcan el paso del tiempo regular; en la parte intermedia las melodías que transmiten las emociones, las sensaciones y los dolores de la población, y en la parte baja, ahora en descanso, el antiguo reloj que ordenaba los tiempos, ahora sustituido por un ordenador ubicado en la sacristía.
Pero el conjunto, al menos de campanas litúrgicas, puede y debe también ser tocado manualmente, para mejor expresar esas sensaciones, esos sentimientos de la comunidad. Quien sabe si, algún día, el carillón también crece y puede tocar manualmente para interpretar melodías, sin otro fin que alegrar y acompañar…

A veces, los sueños se cumplen

Desde nuestro trabajo diario como inspector de patrimonio etnológico de la Generalitat Valenciana, nuestros sueños técnicos se expresan en forma de informes, de propuestas, de recomendaciones. Se trata, al menos, de marcar un camino técnico, un proyecto, de modo que todo aquello que se realice vaya en la misma dirección con una sola finalidad: transmitir a las generaciones futuras, de manera mejorada, aquello que gratis recibimos de nuestros antepasados. No es cierto que somos los destinatarios del patrimonio de los antiguos: nunca debemos olvidar que junto al necesario goce y disfrute, nuestra principal obligación es la conservación, mejora y transmisión a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos de aquello que recibimos de nuestros padres y de los padres de nuestros padres.
Y en este caso, los sueños, la propuesta técnica, se hicieron realidad, gracias a la generosa interpretación de nuestros informes por parte de la Cooperativa Eléctrica de Callosa. Ellos han sabido interpretar muy bien aquella propuesta nuestra de recuperación del doble papel de la torre de las campanas: instrumento civil y religioso, de transmisión de mensajes y de melodías, de expresión, a través de sus campanas, de los sentimientos más elevados y compartidos de toda una comunidad.
Las campanas han sido limpiadas, por dentro y por fuera, para recuperar la sonoridad original, deformada sobre todo en las campanas del reloj por siglos de intemperie. Estas campanas del reloj han vuelto a su lugar y su uso original, el que justificó su salvación en 1936: la comunicación del paso del tiempo a la ciudad, de día y de noche, un derecho de los ciudadanos y una obligación municipal.
El carillón de San Roque – ¿qué mejor nombre? – interpreta finalmente las melodías de los Gozos y todas las que se programen, recuperando las campanas originales del carillón que las limitaciones de tiempos pasados impidieron realizar. Sus campanas, fabricadas en Holanda por la empresa EIJSBOUTS, probablemente la mejor fundición de campanas del mundo, marcarán, probablemente en los próximos siglos, a través de sus melodías, el paso del tiempo, acompasadas y dialogando con las campanas del reloj. Siglos delante, siglos detrás, para una misma ocupación.
La nueva campana de San Roque ha sido fundida por HERMANOS PORTILLA (aunque su nombre no figure en el bronce, donde solo está la marca de la empresa instaladora), probablemente la fundición de campanas de España que mejor interpreta las necesidades musicales y decorativas de las restauraciones y de los nuevos conjuntos.
Las campanas litúrgicas han sido restauradas por la empresa murciana RELOJERÍA VALVERDE, que ha sabido ejecutar el proyecto de restauración de acuerdo con sus capacidades técnicas y tecnológicas.
Y, finalmente, la placa ubicada entre las campanas menores y la mayor del carillón, expresa la generosa voluntad de la Cooperativa Eléctrica, al propiciar la restauración de este instrumento musical único: LA COOPERATIVA ELECTRICA / OFRECE ESTE CARILLÓN A / SAN ROQUE, EN SUFRAGIO DE / LAS ALMAS DE TODOS LOS / CALLOSINOS. / CALLOSA DE SEGURA, 9-10-2009"

Agradecimientos

No se puede terminar una reflexión como ésta sin agradecimientos. El primero y principal a nuestros antepasados que nos legaron, con tanto cariño y a veces a pesar de tanta destrucción, un poderoso conjunto patrimonial, que da sentido a nuestra vida en comunidad: iglesia monumental, torre elevada, campanas antiguas, toques diferentes y propios de Callosa.
El segundo agradecimiento, no menor, a la Cooperativa Eléctrica de Callosa por interpretar tan generosamente nuestras propuestas, nuestros sueños de restauración de un instrumento tan singular como el campanario de San Martín.
Y un pensamiento, dedicado a las generaciones futuras, a los hijos de nuestros hijos, a los que deseamos que gocen tanto de estas campanas como nosotros estamos gozando y gozaremos ahora.


LLOP i BAYO, Francesc

(01-11-2009)
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