MARTÍNEZ, Emiliano - El entorno de Don Fortunato

El entorno de Don Fortunato

La Parroquia de Santa María de la Asunción, de Hellín, estaba considerada como una de las cinco mejores de toda la Diócesis de Cartagena. Por eso era un honor el ser Cura Párroco de la misma, ya que conllevaba el cargo de Arcipreste de Hellín.

Don Eduardo Rodríguez García viene a Hellín en el año 1929 como Ecónomo de la Asunción, siendo después Párroco y Arcipreste. Conoció a Don Fortunato en el Seminario de San Fulgencio, primero como seminarista y después como superior.

El P. Rodríguez marcha a Roma en el año 1924 para cursar estudios de Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana, siendo ordenado sacerdote en el Colegio Español de Roma el día 19 de Marzo de 1926, celebrando su Primera Misa el día 21 del mismo mes, sobre el sepulcro de San Aniceto, papa y mártir. En julio de 1926 obtiene “Cum laude” el título de Doctor en Derecho Canónico, regresando a España y en Murcia es destinado como Coadjutor a la parroquia de San Lorenzo, comenzando ya sus tareas de predicador en la diócesis murciana y en las vecinas de Orihuela, Almería y Guadix. Ese mismo año es cuando Don Fortunato es nombrado, previa oposición, Párroco de la Purísima en El Palmar (Murcia).

¿Cuándo se despierta en Don Eduardo su vocación como jesuita? No lo sabemos, posiblemente en su estancia en Roma, ya que la Universidad Gregoriana estaba dirigida por la Compañía de Jesús. Este deseo ya se lo comunicó al Sr. Obispo.

En el año 1935 fallece aquí en Hellín su madre, Ramona “la del pan”, y al verse libre de ataduras familiares, se decide marchar a la Compañía de Jesús, llevándose también a su Coadjutor, Don Manuel Cano. Como la Compañía de Jesús estaba desterrada de España, tuvo que incorporarse en Bélgica, donde le cogió la Guerra Civil.

Al comunicarle al Sr. Obispo, Don Miguel de los Santos Díaz y Gómara, su decisión, éste le rogó que le indicase qué sacerdote sería el más idóneo para venir a Hellín. Don Eduardo, sin dudarlo ni un instante, le dijo: Don Fortunato, el Párroco de El Palmar. Ante esta respuesta, el Sr. Obispo le encomendó que él mismo visitase a Don Fortunato para comunicarle su deseo. Lo que realizó el P. Rodríguez inmediatamente.

Todos conocemos la reacción de Don Fortunato, manifestando que él no se consideraba digno de tan alta distinción, pero al indicarle el P. Rodríguez que era deseo del Sr. Obispo, cambió de opinión diciendo que estaba a su entera disposición.

Dentro del entorno de Don Fortunato, he querido empezar por el P. Rodríguez, ya que entiendo que él fue la causa de que viniera a Hellín nuestro mártir, hoy Beato. Y qué coincidencia, su llegada coincide con el Novenario a Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Rosario. El P. Rodríguez predicó la primera novena, haciendo la presentación del nuevo párroco, y Don Fortunato predicó el resto del Novenario. Su primer contacto con el pueblo de Hellín fue con Nuestra Virgencica.

En la Parroquia ya estaba como Coadjutor Don Antonio Rosique, antiguo alumno de Don Fortunato en el Seminario de Murcia, y con él también está de Coadjutor Don Recesvinto Martínez Montejano, a los que Don Fortunato obligó a marcharse de Hellín cuando el ambiente se puso más tenso, Don Antonio terminó de párroco en Librilla y Don Recesvinto de Canónigo en Almería.

Al entrar Don Fortunato al templo arciprestal dijo “¡Qué iglesia tan grande para un cura tan pequeño!”, y dirigiéndose al Sr. Rosique –que era corpulento- le dijo “Mira Antonio, he pensado que seas tú el Párroco y yo el Coadjutor”. La humildad lo desbordaba.

Quizás lo que más le impactó a Don Antonio Rosique fue lo sucedido en el mes de Marzo, con el mitin del Partido Comunista en la Plaza de Toros, cuando un gentío subía a quemar la iglesia y él se salió a la puerta principal y Don Fortunato se quedó de rodillas ante el Sagrario. La manifestación se disolvió en silencio y sin mayores consecuencias.

De las personas más cercanas a Don Fortunato, además de los sacerdotes ya citados, fue sin duda el sacristán, Francisco de Asís Millán Moreno, persona de confianza, como se puede apreciar por la carta dirigida al mismo con fecha 27 de Agosto de 1936, en la que le recordaba sus instrucciones tras producirse su muerte. Conocí a Francisco Millán, ya muy mayor, con un carácter sencillo y bondadoso. Él me enseñó las oraciones en latín para ayudar a Misa en mi primera etapa de monaguillo, en el año 1941. Sus hijos Mariano y Rafael fueron excelentes colaboradores en todas las actividades: Acción Católica, Adoración Nocturna, Catequesis, etc… Rafael, recientemente fallecido, jugó un papel importantísimo en el enterramiento y posterior exhumación de los restos de Don Fortunato.

El campanero “Rafaelico el de las Monjas”, a quien también conocí, también supo de la amistad de su santo párroco.

Otra persona muy vinculada y querida fue su monaguillo, Luis Villena del Pueblo, que aún recuerda con emoción los últimos días de Don Fortunato, cuando le hacía de recadero llevándole el pan y la comida, con la contraseña que tenía de llamar para que lo conociese.

Se instaló Don Fortunato en la casa de la Plaza de la Iglesia, propiedad de la Viuda de Hermógenes, junto al “Callejón de los Toriles”. Aquí vivió años más tarde Santiago Jiménez y su esposa Procesa, y hoy es propiedad de sus hijas Encarna y Resu, quienes amablemente han autorizado la colocación de la placa testimoniando la vivencia de tan santo inquilino.

Tuvo de vecinos a Doña Rosalía Velasco Ortuño, Camarera de nuestra Dolorosa, en compañía de sus hijos Pedro, Blasa y Dolores – que sucedería a su madre como Camarera de la Virgen-. También medianeros quedaban los sastres Manuel y Juan Roche que, junto a su hermana Lola, llegaban hasta el callejón de la Lumbre. Nadie mejor que estos vecinos supieron de la pasión y cautiverio de su cura párroco.

Juan Manuel “Pincha” y el Ángel Marchirán daban vida al estrecho callejón que lleva a la Plaza de las Monjas. La casa de Zacarías y la de Carmen Navarro, donde años antes viviera el párroco Don Jerónimo Gadea. Más retirado quedaba el abogado Don Luis Redondo y sus hermanas, y en frente la casa del sacerdote Don Pedro de Alcántara Hernández, mártir también de la gran persecución.

Y ya detrás de la iglesia Guillermo Aguilar “El de la Luz” junto con su esposa Ascensión “La Sevillica” y su hijo Guillermín. Y la casa del entonces seminarista y luego sacerdote Don Manuel Martínez López, con su madre Encarnación y su hermana Consuelo.

La familia de “Los Gazpachos”, todos panaderos, frente a la Puerta de la Santísima Trinidad, bajo el típico arco, uno de nuestros más bellos rincones.

Tras la antigua Torre del Reloj, la casa habitada por Juan Martínez “Juan Borlas” y su esposa Clotilde “La Perla”, modista de bien ganada fama, en la que muchos años atrás fuera la Ermita de la Santísima Trinidad, hoy sede de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores.

La vivienda de Justino Lorenzo y familia, y la de los carpinteros Modesto y Pepe con sus padres, haciendo frente a la antigua Puerta de las Escalericas o Puerta de las Calaveras.

La “Casa del Conde” habitada por Don Ramiro Marín Valcárcel y familia, de la que sólo se conserva la fachada que dará acceso al Museo de Semana Santa, Una casa solariega, quizás la más antigua de Hellín, que no hemos sido capaces de restaurar y mantener.

Ya en la Plaza, y frente a la casa de Don Fortunato, la casa de los López del Oro, auténticos embajadores de nuestro pueblo en Madrid y por toda la geografía española.

El “Café de la Plaza” con Amando y Teresa, visita obligada de todos los hellineros en las fechas de Semana Santa.

Joaquín Toboso “Quinito” y su esposa Pilar, con sus hijos dando alegría a la Plaza, para llegar a la casa de Doña Dolores Falcón y sus hijos Baldomero y Antonio, víctima también de la persecución.

Y haciendo esquina con la calle Cassola, la casa de la familia Martínez Morcillo “Rumba”, con su hojalatería y fontanería. La actual calle del Sol, antes Antonio Falcón, no existía y allí se situaba la farmacia de Don Javier Gandía Campos y edificio perteneciente a la casa de Don Juan Martínez Parras.

Pues así eran las personas más allegadas a nuestro nuevo Beato y éste era el entorno de su vivienda y de su querida Parroquia de Santa María de la Asunción.

MARTÍNEZ, Emiliano

Recordando el ayer (06-08-2010)

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