P. PEÑALVER, Carmen - Las campanas, las sentencias, los principios irrenunciables

Las campanas, las sentencias, los principios irrenunciables


Estos son mis principios irrenunciables, señora… si no le gustan, tengo otros…

Así decía un cínico, sumiso y aprovechado Groucho Marx acuciado por el conservadurismo de una rica dama y por la necesidad de éxito.

Carmen Peñalver, nuestra alcaldesa, acata la sentencia conforme a la cual las campanas de la Catedral sobrepasan las ordenanzas municipales sobre el ruido e impone medidas correctoras para cumplir con las normas. PERO la misma Carmen Peñalver suscribe como primera firmante una petición para que se cambie la norma municipal, en cuyo caso las campanas, sin medida correctora ni nada, ya no incumplirían. COMO ?? Muy sencillo -la imagino reunida con sus fieles, con su núcleo duro, aconsejándola- se hace otra ordenanza según la cual el ruido de las campanas no es tal ruido sino sonido… así pues, quedan proscritos los ruidos y no los sonidos … genial… Porque es muy probable que los sonidos no perturben el descanso de nadie, a diferencia de los ruidos… Acato la sentencia, cambio la ordenanza y aquí no ha pasado nada. Tengo unas ordenanzas municipales irrenunciables, pero si no le gustan a la señora Iglesia… tengo otras.

De momento los primeros sorprendidos han sido los del PP que se iban a lanzar en tromba a defender la Catedral, la misma que tuvieron años y años olvidada, cayendo los cascotes por los laterales. Se pensaban atar a las campanas, digo yo, iban a apoyar incondicionalmente a las autoridades de la Iglesia. Cuando reaccionaron se encontraron con que nuestra Carmen Peñalver había tomado la delantera y ya estaba abrazada a la Catedral, atada a las campanas y adulando a la Curia provincial. Imagino las caras de reflujo gástrico del nuestros peperos pero, amigos y amigas populares, hay que estar más al tanto, que estamos muy de siestas…

Carmen Peñalver ha comprendido el punto de vista de la Iglesia: no renunciar a nada, no dar un paso atrás ni para coger carrerilla y, ante cualquier cosa, olvidar que su reino no es de este mundo y liar una movilización feroz de sus fieles. Pensaban reaccionar en menos de una semana recogiendo firmas en las misas dominicales y entre los ambientes a los que tienen acceso. Liarían un follón con los sectores más rancios. Cualquier cosa para victimizarse, como siempre. Pero ahí estaba nuestra Carmen pía para cerrarles el paso… y encabezar el movimiento del bracete de la jerarquía provincial, como una nueva flautista de Hamelín…si va a haber un follón, nos pondremos a la cabeza…toquemos la flauta.

A mí me encantan las campanas. Me gusta mucho ese ruido o sonido o lo que sea. Pero es cierto que las oigo de lejos, que las sufro poco y que así a cualquiera le gustan. Mi Lingarto decía, espero que siga diciendo, que las campanas dicen mi nombre cuando suenan seguido seguido. Siempre me acuerdo de él cuando doblan, pienso que estará pensando que estoy pensando en él mientras escucha mi nombre y pensará en mí.

Ruidos…sonidos…las campanas de la Catedral son un patrimonio de los ciudadanos de Jaén, ha dicho la Alcaldesa, y las tradiciones, desde milquinientos no sé cuantos, no se deben perder…Podríamos conservar las ejecuciones públicas, en la picota del Pósito, por ejemplo, o lanzar las aguas sucias a las calles para revitalizar aquellos albañales que corrieron graciosamente hasta hace poco por nuestras ciudades, arrastrar reses muertas hasta las carnicerías de donde hoy es Dean Mazas, o acabar con los problemas del tráfico declarando peatonal la ciudad entera y sacando los borriquillios a la calle. Podríamos tener vaquerías en nuestros barrios o reventar a pedradas a los gatos. Por conservar las tradiciones podríamos hacer muchas cosas. Pero han sido abolidas. Y no hace tanto…

Las campanas de las Iglesias cumplian funciones muy importantes antiguamente: avisaban de incendios e invasiones, del fallecimiento de un convecino, señalaban las horas, las jornadas laborales, llamaban a reuniones de la ciudadanía, festejaban. Los ciudadanos y los villanos conocían estos toques, formaban parte de sus vidas: su sonido alcanzaba gran distancia, orientaba a los perdidos, a los viajeros, se abría paso en la niebla, en la noche sin luces.. .Hoy día su uso es residual y sólo sirve como parte del aparato publicitario de la Iglesia, como las procesiones y otras cosas similares. Tambien han sido prácticamente abolidas.

Puestos a rehacer las ordenanzas municipales, espero que se acuerden del compromiso de evitar la música ruidosa de los coches, los escapes libres y trucados en coches y motos, las terrazas y botellones que impiden el sueño de los vecinos, la limitación de uso del claxon, tan frecuente en nuestra ciudad ruidosa, en muchos sitios insoportablemente ruidosa y tercermundista. Ya que nuestro Ayuntamiento afina tanto, que sabe distinguir entre ruidos y sonidos, esperemos que limite en lo posible los sonidos y acabe con los ruidos.

Ahora no tiene excusa.

P. PEÑALVER, Carmen

lingarta (13-07-2009)

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