DURÁN GUDIOL, Antonio - El «campanal viello» y la torre nueva de la catedral de Huesca

El «campanal viello» y la torre nueva de la catedral de Huesca

Planta del antiguo alminar de la mezquita mayor de Huesca.<br>Dibujo de don Antonio Durán. - Autor: DURÁN GUDIOL, Antonio
Planta del antiguo alminar de la mezquita mayor de Huesca.
Dibujo de don Antonio Durán. - Autor: DURÁN GUDIOL, Antonio

El Libro de Aniversarios de la catedral de Huesca, escrito a mediados del siglo XIV, menciona repetidamente una dependencia catedralicia digna de atención: el «campanal viello» o «torre viella del campanal de la Sied d’Uesca». De ella se sirve en algunos casos para la localización de sepulturas sobre las que la comunidad canonical debía cantar responsos a lo largo del año.

El «campanal viello» estaba en la «claustra» o «procesión», cerca del refectorio de los canónigos –más tarde convertido en Sala de la Limosna– y del dormitorio común. En el año 1353, a causa de la colocación de nuevas campanas, hubo necesidad de reforzamiento: el Libro de Fábrica anota puntualmente los gastos de este año en «socalzar la torre». En la segunda redacción del Libro de Aniversarios, del 1560, ya se había perdido su memoria.

A base de los datos recogidos en los libros necrológicos se han podido encontrar y descubrir los vestigios del interesante «campanal viello»: se conserva en su muro septentrional la puerta de ingreso. Unas ligeras excavaciones, realizadas hace unos veinte años con la ayuda del arquitecto señor Urzola, dieron a luz la planta de esta torre, consistente en un rectángulo de poco más de cinco metros por cada lado con muros de un metro de espesor.

La puerta conservada, enmarcada por sillares bien labrados, presenta forma de arco de herradura –el único que ha llegado al día de hoy en nuestra ciudad–. Actualmente tapiada la luz de esta puerta a fin de prevenir su derrumbamiento, es visible el arco de herradura en la cara de la fachada, que mira al norte, sobre todo a partir del salmer y de las dovelas de la derecha según se mira.

Fachada esta que fue alterada en tiempos del obispo Vidal de Canellas, cuando se asentó en ella el arranque del arco de sustentación del dormitorio común de los canónigos.

Es obvio que se trata del elemento arquitectónico más antiguo de cuantos componen el actual conjunto catedralicio. Elemento evidentemente pre-románico, parece seguro que nos encontramos ante el único vestigio que queda de la mezquita mayor de Huesca, la que, a raíz de la conquista de la ciudad por Pedro I, fue convertida en catedral cristiana y que, como tal, fue utilizada hasta muy entrado el siglo XIV, es decir, hasta que fue posible trasladar el culto litúrgico a la nueva catedral, cuya construcción fue iniciada en 1273 a iniciativa del rey Jaime I el Conquistador.

Dados sus caracteres y emplazamiento, el «campanal viello» debe corresponder al alminar o minarete de la mencionada mezquita mayor oscense. Originariamente, desde su cima el almuédano convocaba varias veces al día; como campanario cristiano hasta el 1422-1423, en que se terminó la torre nueva. Difícil es el problema de su datación por falta de documentos y de puntos de referencia, pero no será aventurado tenerlo como obra no posterior al siglo X.

La torre nueva, la actual, fue pensada hacia 1302, cuando los canónigos facultaron al oscense Juan Martín de los Campaneros –cuya imagen sepulcral yacente puede verse en el imafronte de la catedral, entrando por la puerta mayor a mano izquierda– para construir a sus expensas la capilla de San Juan Evangelista, encima de la cual se proyectó levantar la torre de la nueva catedral.

Sin embargo, no se terminó hasta el citado año 1423, obra del maestro Pero Jalopa con la colaboración de maestros cristianos y moros. Una partida anotada en el correspondiente Libro de Fábrica certifica que la torre fue rematada con almenas o «pinacles» y gárgolas, en cada una de las esquinas, con representaciones de rostros humanos o de animales. En cierta ocasión, durante las obras, el fabriquero compró –dice textualmente la partida– «resina pora consultar las orellas e narices de las gárgolas que las havían crebado e una oleta pora regalarlo todo».

Terminada la torre nueva, se procedió al traslado de las campanas del «campanal viello», el cual se mantuvo en pie, seguramente, hasta el último cuarto del siglo XV. Con fecha del 5 de abril de 1477 el prior Miguel Ferrer, vicario general, y el oficial Juan de Cervera, al frente de la metropolitana de Zaragoza, sede vacante, dirigieron a los obispos de Aragón y Navarra una providencia que se conserva en impreso incunable, dada en el seno de una iglesia zaragozana hirviente de celo inquisitorial, prohibiendo la «azalá», invitación a la plegaria musulmana, y la invocación pública del nombre de Mahoma. Y como medida que alteró, pensamos, el paisaje de la Tierra Baja aragonesa, los dos altos clérigos mandaron que hasta la próxima fiesta de la Ascensión se procediera al derribo «de todas y cada una de las vulgarmente llamadas «zomas» de los agarenos o moros o edificios desde los que en alta voz se invoca el nombre del condenado Mahoma». La desobediencia al mandato implicaba la incursión en severas y graves penas canónicas.

Pudo ser esta la causa de la desaparición del «campanal viello de la sied d’Uesca».

DURÁN GUDIOL, Antonio

Nueva España (22-05-1965)

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