DIEZ MARTÍNEZ, Marcelino - La llamada de las campanas

La llamada de las campanas

Toques tradicionales de campana en la villa de Prioro (León)

Las campanas de la torre continúan tocando con precisión a lo largo del día en lo alto de la espadaña, pero hoy ya no suenan como antaño; accionadas por un sistema mecánico, su tañido tiene algo de inexorable y frío.

En el pasado el sonido de las campanas era un ingrediente integrador de la vida de nuestros pueblos. A través de él la iglesia hablaba al pueblo invitándole a la oración a lo largo de la jornada: al amanecer con el toque de alba, a mediodía con el de angelus y al anochecer con el toque de oración. Estas mismas campanadas marcaban los momentos del día: el toque de alba era un referente para levantarse, el de mediodía marcaba la hora de comer, el toque del anochecer avisaba para recoger el ganado.

En medio del valle el sonido de las campanas era como el latido de vida del pueblo con el que conectaban los que en el monte cuidaban los ganados o los que en lugares apartados trabajaban las tierras.

Como instrumentos musicales, las campanas en manos de expertos campaneros, podían expresar los sentimientos colectivos con un lenguaje emotivo. Su sonido acompañaba los momentos estelares de la vida, llamaba con toques jubilosos al bautizo de un niño, invitaba con alborozo a las primeras comuniones, a las bodas y misas nuevas; acompañaba, en fin, con sentidos tañidos al fallecido a su descanso definitivo.

En el ámbito religioso las campanas son consideradas objetos sagrados, por eso se las bendice, y se les atribuye virtualidad para determinados efectos espirituales e incluso físicos, como ahuyentar los malos espíritus o contener la furia de las tormentas.

En la airosa espadaña de Prioro hay tres campanas: la grande, la pequeña, y en la parte más alta el esquilón. En el pasado, manos expertas sabían extraer de sus tañidos timbres y ritmos expresivos que expandían por todo el valle sentimientos de júbilo, tristeza, agitación o sosiego en un lenguaje comprensible para todos. Todo el pueblo vibraba al son de las campanas, todos se impregnaban del dolor que propagaban ante hechos luctuosos y se contagiaban del regocijo que pregonaban en los días festivos.

El lenguaje de las campanas era variado y rico en matices; existían volteos y toques sueltos, y éstos a su vez podían ser en una campana o en ambas a la vez; había, en fin, toques sencillos con el esquilón.

El volteo de campanas era como una explosión de alborozo incontenido que impregnaba el ambiente en las mañanas de las grandes fiestas mientras se subía hacia la iglesia en traje endomingado. También se volteaban las campanas en eventos excepcionales: para recibir la visita del Obispo, para la llegada de un cura nuevo, para la misa nueva de algún hijo del pueblo. Cuentan que durante la guerra civil del 36 se volteaban las campanas cuando llegaba la noticia de la toma de una ciudad por el ejército franquista.

Hasta los años 70 del pasado siglo existió en Prioro el oficio de campanero; él era el encargado de los tres toques diarios de alba, angelus y oración; también le correspondía tocar en caso de tormenta o cuando se llevaba el Viático. Había, además otras personas expertas en el arte de tocar las campanas, que lo hacían frecuentemente en sustitución del campanero y también en casos de emergencias o avisos. Gracias a algunas de aquellas personas he podido recuperar los principales toques de campana que marcaban el ritmo de vida de nuestros antepasados.

1. Los toques de alba, de ángelus y de oración

Un mismo toque servía para estos tres momentos de la jornada. Al toque de alba, en invierno, todavía de noche, se iniciaban las primeras tareas en torno al ganado en la cuadra; en verano, cuando empezaba a amanecer, ya estaban muchos segando la hierba o acarreando la paja hacia la era. Al toque del mediodía, durante la trilla, se paraban todos, se reunían en grupos y rezaban el angelus comunitariamente. Al toque de oración todos estaban ocupados en la recogida del ganado en las cuadras. Cuando desapareció el oficio de campanero por los años 70 del pasado siglo, estos toques dejaron de oírse.



2. Toque a Viático

Cuando se llevaba la comunión de manera solemne a un enfermo grave se anunciaba al pueblo con toque de campanas. El toque de Viático conmocionaba y recordaba a todos la fragilidad de la vida, y muchos se sumaban a la devota comitiva; durante el trayecto un monaguillo iba tocando una esquila, y al paso del sacerdote todos se arrodillaban.



3. Toque de difuntos

Cuando un hijo del pueblo fallece, en cualquier lugar donde se encuentre, se toca a muerto en el pueblo. Es un toque de anuncio y a la vez de invitación para rezar por el difunto acompañando a la familia. Tiene un carácter lento, severo, prolongado, que parece dejar una interrogante en el ambiente. El mismo toque continuado suena durante el rito de las exequias. Hoy día se sigue oyendo, accionado por un mecanismo eléctrico que lo reproduce bastante bien.


4. Toque a Gloria

Así se llamaba al toque especial para los entierros de niños, indicando que éstos van directamente a la Gloria. Es un toque festivo con una leve reminiscencia del toque a muerto.



5. Toque nube

En las espectaculares tormentas que en primavera y verano se desencadenan en nuestra comarca se ven caer muchas chispas, aunque rara vez en el pueblo (1). Las cumbres de nuestros montes aparecen coronadas por troncos de robles quemados por los rayos. En la tradición devota se atribuye a las campanas el poder de conjurar las tormentas, y en el rito de su bendición se pide expresamente que su tañido aleje plagas y tormentas. Con este fin, cuando se temía que la tormenta podía causar graves daños en las cosechas, el campanero, arrostrando el claro peligro, subía a la torre envuelto en una manta y tocaba las campanas para alejar la nube. La gente oía en el sonsonete monótono del tañido una especie de conjuro a las nubes: "tente nube, tente tú, que más puede Dios que tú".


6. Toque a quema

Durante los largos meses de invierno la lumbre de la cocina era la única calefacción del hogar, por eso estaba permanentemente encendida, y eran inevitables algunos accidentes. Las estructuras de madera de las casas y sus viejos techos de paja eran sumamente vulnerables al fuego; cuando éste prendía en una vivienda se propagaba rápidamente causando verdaderos estragos. Al oír el toque atropellado a quema saltaban todos como movidos por un resorte, en ayuda de los damnificados; de ello dependía la salvación de familias y haciendas.


7. Toque para avisos importantes

En nuestra sociedad tradicional las campanas se utilizaban también para otros fines laborales y solidarios. Los anuncios y convocatorias hechos al son de campana adquirían solemnidad y cobraban una especial obligatoriedad. Con las campanas se llamaba a Concejo, se cerraban cotos y se levantaban las vedas (2). Primero sonaban ambas campanas alternativamente recabando atención y a continuación se lanzaba el mensaje de viva voz.



8. Toque para anuncios menos importantes

Algunos trabajos de interés común se hacían en colaboración, debiendo asistir un miembro de cada familia afectada. Al toque de campana se convocaba al vecindario para arreglar los caminos, para limpiar las presas, para salir a espalar, etc. Estos avisos para trabajos comunitarios se hacían con una sola campana.


Existían otros toques para distintos fines, consistentes en simples golpes de campana. Para llamar a misa en los días feriales se daban veinte golpes en la campana grande; había un toque de hacienda, y un toque de las paridas consistente en 24 golpes para "echar las vacas" al campo.

Existían también toques de esquilón, un campanillo situado en la parte más alta de la torre que se accionaba desde el suelo mediante una larga cadena (3). El esquilón se usaba para llamar los domingos a catequesis y los viernes para las confesiones; con él se tocaba también "la última", un breve toque de esquilón para indicar a los rezagados que iba a comenzar la misa.

En definitiva, las campanas marcaban el pulso del la vida del pueblo. Por unos motivos o por otros, estaban presentes en su horizonte diario, y la suma de toques ordinarios y extraordinarios era un concierto de campanas que todos oían como guía de sus actos y como invitación a la oración pública y privada.

Notas

  1. Recientemente, el día 14 de abril de 2006, estando la iglesia de Prioro llena con motivo de un funeral, cayó un rayo que causó numerosos heridos, algunos graves, y destruyó parte de la espadaña y del tejado.
  2. Las vedas principales eran sobre los pastos en determinadas zonas y tiempos; la veda de las bellotas, hasta el mes de noviembre; la de los gamones, en mayo; la de la hoja, hasta octubre. Levantar una veda se decía "quedar abierta", y el grito era: "¡Quedan abiertas las bellotas!", o "¡Quedan abiertos los gamones de Mental!".
  3. En la espadaña y en la imagen irreconocible de santa Bárbara se notan hoy día los lamentables efectos de desgaste ocasionados por el roce de esta cadena durante siglos.

DIEZ MARTÍNEZ, Marcelino

DIEZ MARTÍNEZ, Marcelino (2010)

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    Actualización: 19-03-2024
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