El Lambrión, a la salida de la Basílica de la Encina. - Autor: DIARIO DE LEÓN
Decenas de personas presenciaron por primera vez la salida de Vicente Parra
Un año más, y ya van 24, Vicente Parra, vestido con la túnica negra del Nazareno Lambrión Chupacandiles, recorrió Ponferrada al paso del repique de su campana en la tradicional proclama de la Semana Santa de la capital berciana. Un acto que este año cosechó, si cabe, mucha más admiración. De hecho, no recuerda el Lambrión años pasados en los que la plaza que rodea a la Basílica de la Encina estuviese tan llena de gente a la espera de su partida. El Chupacandiles solía hacer la salida en soledad, con el único acompañamiento del párroco de la basílica, encargado de su bendición. Pero este año ha sentado las bases de un cambio que incluye un acto previo en el interior del templo de la patrona del Bierzo y el acompañamiento, durante un tramo del recorrido, por parte de algunos miembros de la junta directiva de la Hermandad Jesús Nazareno, creadora de la figura del Nazareno Lambrión.
A las 16.30 en punto la campaña del Lambrión Chupacandiles comenzó a sonar con estridencia, mientras Vicente Parra, a cara cubierta, recorría la alfombra roja que sacaba sus pasos de la basílica. En sus ojos podía observarse la pasión propia de un sentimiento heredado ya de su padre y su abuelo. Ambos fueron el Chupacandiles y confía en que, con los años, su hijo mantenga la tradición.
Minutos antes de que la marcha a pie por las principales calles de la capital berciana diera comienzo, el rector de La Encina, Antolín de Cela, recordó lo duro que es ser ahora Lambrión, cuando Ponferrada ha dejado de ser «el pueblín», ha multiplicado sus calles y el asfalto ha sustituido a la tierra. Y es que el nacimiento de esta singular figura de la Pasión ponferradina se remonta al origen mismo de la cofradía que los creó, allá por principios del siglo XVII. Es por ello éste uno de los cinco actos llamados a ser declarados de Interés Turístico Nacional.
Un recorrido aproximado de dos horas salió de la Encina y atravesó la calle de La Obrera, la avenida del Castillo hasta la plaza de El Templario, la avenida de España hasta la iglesia de San Pedro, la avenida Pérez Colino, la plaza de Lazúrtegui, la avenida de La Puebla y calle Ancha para regresar a la basílica.
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