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© HERALDO DE ARAGÓN (2012) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 19-04-2024 |
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"En un municipio de la zona de Calatayud hay un campanario abandonado y sin restaurar, sujeto con cadenas para evitar que se mueva". Es solo un ejemplo de los muchos que existen en Aragón. El músico Ignacio Navarro, carillonista de la Diputación Provincial, está elaborando un inventario de campanas en la provincia de Zaragoza y ha comprobado que "la gran mayoría se encuentran en un estado lamentable y el riesgo de rotura o de caída es muy alto".
El análisis que está llevando a cabo, en colaboración con la Diputación y con los tres obispados, ha sacado a la luz el deterioro que están sufriendo estos instrumentos. Y es que, en algunos casos, se trata de ejemplares únicos, de estilo gótico, muy valiosos. En Aragón, campana más antigua está en un convento de Zaragoza y podría datar del año 1250.
Por el momento, ha visitado 110 pueblos, aunque todavía tiene por delante un largo trabajo. "Todas las localidades, excepto Monegrillos, tienen campanas. No solo en iglesias y ermitas, sino en edificios municipales", explica. A medio plazo, su intención sería recorrer también Huesca y Teriuel.
El primero objetivo que persigue este inventario es"saber lo que hay porque es completamente desconocido el patrimonio sonoro". En los casos más interesantes, cataloga las piezas, saca fotos y moldes y anota todas las medidas. Incluso archiva los sonidos de las campanas anteriores al año 1800. "Así, en caso de rotura o robo se podría hacer una réplica exacta, en forma y proporciones". Serviría al mismo tiempo para demostrar su propiedad si alguna fuera sustraída.
"Muy pocas de las que he analizado hasta ahora están en buen estado. Algunas, incluso, las hemos tenido que para porque tenían un serio riesgo de desplome. Y estamos hablando de piezas que pueden llegar a pesar más de 1.000 kilos", pone de manifiesto el autor del informe. "Hay que tener en cuenta también el peligro que supondrían los badajos si se soltaran. Deberíamos preocuparnos por las instalaciones de los campanarios para evitar disgustos", afirma convencido.
Durante el año y medio que lleva invertido en este trabajo ha podido comprobar también la suciedad que suele afectar a estas dependencias. Los excrementos de aves no solo afean las campanas, sino que distorsionan el sonido del toque. Un problema común, salvo en algún caso aislado. Y en las ciudades se agrava, además, con la polución.
"Una de las prioridades sería sustituir los yugos de hierro por los de madera, los de siempre. Los primeros son un peligro: transmiten un sinfín de vibraciones a la fábrica del tempo; rompen las campanas y badajos al ser bajado el eje gravitatorio del giro una tercera parte; el sonido es modificado y afeado; se oxidan y no aportan ninguna seguridad. El beneficio es simple: son baratos". En este sentido, los de madera aíslan, aumentan su sonido, no emiten muchas vibraciones, son seguros, están en buen estado y son los originales.
la mayor parte de la madera utilizada en Aragón para fabricar los yugos sobre los que se asienta la campana era de carrasca. "Hasta el siglo XVIII toda la que se utilizó para las del campanario de la Seo procedía de Paniza".
Para Ignacio Navarro, "cada campana es única y está unida a la historia de la Comunidad". Se trata, añade, "de un valor patrimonial importante y es una pena que se pierda por el abandono y la dejadez".
El inventario que está elaborando permite sacar a la luz la decoración de estos instrumentos, que, además de estética, tenía una finalidad de protección para sus vecinos. "En las epigrafías (inscripciones) aparecen conjuros contra el pedrisco, para expulsar al diablo o para bendecir a los habitantes".
De hecho, "la campana tiene un ritual y es un elemento sagrado".
Tal y como cuenta el carillonista, "los fundidores en la época barroca se tenían que confesar antes de empezar el trabajo".
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