Marí bajo la campana de Sant Josep, tal como la suele tocar - Autor: ROMERO, José Miguel L.
´Pep des Canal d´en March´ repica desde hace medio siglo al campana de Sant Josep
Josep Marí Tur. Campanero. Payés jubilado, aunque sigue cultivando patatas en sus ratos libres, ´Pep des Canal d´en March´ ya lleva 50 de sus 68 años de edad repicando la campana de la iglesia de Sant Josep. Le viene de familia: su padre, así como el padre de este y el de su madre ya eran campaneros.
Toda una vida repicando.
Sí, empecé de crío. Mi padre me aupaba para llegar a la campana pequeña del campanario de Sant Josep, que estaba al lado de la grande. Porque mi padre era campanero. Y mis abuelos: el padre de mi padre y el padre de mi madre.
O sea, que es hereditario.
Bueno, viene de no querer ir a la escuela, de querer hacer otras cosas.
¿Estrenó la nueva campana?
Se colocó el 13 de marzo de 1990. Yo la estrené. Me acuerdo porque el primer muerto para el que se tocó la campana fue un tío mío. El 19 de marzo de ese año me llamaron para tocarla, pero yo no quería por su muerte. Pero no tuve más remedio porque no había nadie más que lo pudiera hacer. Ya tocaba la anterior, desde que tuve la altura suficiente, o sea, hace más de 50 años, cuando yo tenía unos 15.
También es campanero de es Cubells.
Sí. El cura me prepara incluso la silla.
¿Cómo?
Es que para acceder a la campana hay una entrada muy pequeña, un ventanal, que está en lo alto. El campanario de Sant Josep tiene una escalera. Aquel no.
¿Echa de menos la antigua campana?
Sí, se oía más. Su nervio [o cordón, donde impacta el badajo] ni siquiera estaba chafado. El de la nueva ya está casi plano.
De la de es Cubells apenas habla. Por algo será.
Es que es como si se picara sobre hierro. Es pequeñita. Lo bueno de la de Sant Josep es que uno se puede meter dentro. La de es Cubells queda muy baja, de manera que tienes que sentarte para tocarla.
Usted se mete justo dentro de la campana para tocarla. ¿Se pone algo en los oídos para no quedarse sordo?
Nada. Y esta no es igual que la antigua. Aquella, cuando le pegabas tañía de puta madre. El material es distinto. Hay un joven, Pep Forn, al que estoy enseñando, que dice que se pondrá un algodón. Yo nada.
¿Pero usted oye bien?
De una oreja ya no oigo igual desde que me la jodí buceando al ir trás un mero que se había enganchado. Al subir demasiado rápido, noté un clic. No fui más a bucear.
Usted no es obrero de la parroquia.
No, me lo propusieron, pero les dije que o repicaba la campana o era obrero. Las dos cosas a la vez no puede ser.
¿Tiene alguna técnica especial?
No. Aprendí viendo a mi padre. Cuando montaron la parte eléctrica, el cura me llamó para ver si con ese nuevo sistema se podía repicar como antes. Pero no.
Por eso sigue usted bajo la campana, para poder golpear el badajo a mano y con fuerza.
Claro. Es que el sistema eléctrico va muy deprisa. A mano se controla más la velocidad y la fuerza del golpe con el pilón. Hay que tañer a mano.
¿Con qué frecuencia?
Al ritmo de cómo ande la gente, la que lleve las imágenes en procesión. En la mili íbamos al compás del tambor.
Si llega a ser legionario...
Uy, no podría seguir su ritmo.
Seguro que toca algún instrumento musical.
Toqué las castañuelas y el tambor. Y en la mili, la corneta.
Vamos, que le puede la música.
Uy, si estamos en una fiesta y escucho los tambores, los pies se me mueven solos.
Ya sé que suena mal, pero ¿alguna vez se quedó con el badajo en la mano?
En es Cubells. Se rompió el cuero que sujeta la corona al yugo. Me quedé con el pilón en la mano. La gente estaba saliendo de misa. Si se me llega a caer mato a uno. Lo cogí bien fuerte y seguí repicando, como si nada.
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