Por quién doblan las campanas

Alguna vez todos nos hemos hecho la pregunta, ¿quién iría a mi entierro? ¿quiénes estarían más afectados?... o, ¿quién vendría por el mero hecho de cumplir, aunque todos supieran que éramos enemigos terrenales?

Supongo que esta pregunta no se la haría Secundino, un profesor que tuve la suerte de conocer y que falleció hace unos meses. No se la haría por el mero de hecho de que a nadie le podía caer mal Secundino.

Persona de gran cultura y habilidosas manos, era una persona generosa y que continuaba el arte de tocar las campanas, el cual tuvo a bien de enseñarme sin yo poder demostrar una gran pericia, torpe que es uno en algunos casos.

Estaba ya en Barcelona cuando se le dedicó el debido homenaje en la iglesia de Granja de Moreruela, repicando a sus compañeras de hierro. Este pueblo zamorano era su segunda casa; aunque, como su sobrina me decía, en realidad era su lugar favorito para vivir, hecho por el cual decidió pasar sus últimos momentos aquí, en nuestra provincia, quizás el lugar en el que la paz se puede sentir al torcer cualquier esquina.

Esta columna llega algo tarde, pero tampoco quería pecar de oportunista, y quiero que sirva para que todos recordemos a alguien especial en nuestras vidas que, además de vivir para sí mismo, vivió para hacer de su mundo, un mundo mejor.

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© El Día de Zamora (2014) © Campaners de la Catedral de València (2024) campaners@hotmail.com Actualización: 23-04-2024

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