Esta semana inició la Cuaresma con el tradicional Miércoles de Ceniza. Feligreses católicos recibieron la ceniza en los templos de la ciudad. Este signo representa un día de luto y muerte y un volver a Dios. En este contexto, existen elementos tradicionales que han desaparecido con el tiempo.
Uno de ellos es la matraca, que era utilizada en Semana Santa para anunciar las diferentes actividades religiosas católicas.
El arzobispo de Cuenca, Luis Gerardo Cabrera, explicó que este objeto sustituía a las campanas, ausencia que se sentía en Semana Santa, debido al momento de recogimiento que debían cumplir los católicos.
A la pérdida del uso de la matraca, Cabrera agregó las campanas, que cree han perdido su utilidad por el crecimiento de las ciudades, los reclamos de los vecinos y la diversidad cultural. “Entonces, las campanas quedan de adorno... No es una exageración, se decía que la campana era la voz de Dios”, expresó.
Comentó que de niño, en el convento de San Francisco, en Azogues, se usaba la matraca para despertar a los hermanos. Sin embargo, dijo que lo más importante se centra en la espiritualidad de los católicos.
José Masache, de la comunidad de los padres Carmelitos, utilizó la matraca para recordar a la gente la celebración de la eucaristía en Semana Santa. “Era la señal del cambio de actividades”, agregó. En la iglesia de la Virgen de Bronce ya no existe la matraca, agregó. Sin embargo, dijo que “eran tres tablas que se golpean entre sí”. En Semana Santa, se usan los elementos de acuerdo a la época. En tiempos solemnes se usa la campana y en los de humildad, la matraca.
Cree que la aparición de los relojes, celulares y otras tecnologías, han hecho que de a poco estos elementos litúrgicos se pierdan. “Todos saben que la misa es a las nueve y ya no necestan escuchar las campanas”, señaló.
También lamenta que los vecinos se molesten al escuchar el repique de las campanas. Al parecer, esto ha provocado la desaparición de este y otros elementos.
En el Monasterio del Carmen de San José, el Jueves Santo se suspende la campana luego de la misa de gloria y se emplea la matraca. Utilizadas para los actos litúrgicos, las campanas “reviven” el sábado, con la resurrección de Jesús.
La tornera del monasterio considera que no utilizar las campanas significa perder el sentido real de la Cuaresma. Ellas poseen una de las pocas matracas que quedan en la ciudad, con algo más de 50 años.
Este objeto es una tabla de 15 centímetros de ancho por 30 de largo, con un diámetro de cinco centímetros.
En las dos caras hay dos argollas de metal. Al girar la tabla violentamente, los anillos chocan contra dos metales incrustados en las caras. Este choque genera un sonido ronco. Pero hay otros modelos.
El azrobispo Cabrera explicó que la colocación de la ceniza es levantar la mirada para volver los ojos al Señor, lo cual no ocurre con frecuencia por las preocupaciones, dijo.
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