EXPECTANTE. Élida Castro de Caruso, exdocente y fundadora de la Sociedad de San Vicente de Paul, dijo que está ansiosa con la instalación de las campanas que donó a la Parroquia de Trinidad. Sueña con escucharlas sonar. - Autor: Diario de Cuyo
Élida Castro siempre le agradeció a Dios por las bendiciones recibidas. Con su esposo levantaron la capilla de Andacollo, en Albardón.
En el estudio de la casa de Élida Castro de Caruso prácticamente no hay lugar para sentarse con comodidad. Casi la mitad de esa habitación está ocupada por dos elementos que para ella simbolizan el amor tanto por su esposo, Hugo Caruso, como por Dios. Son 2 campanas, de 79 y 130 kilos, que mandó a fabricar especialmente para donar a la parroquia Santísima Trinidad, Capital, en memoria de su marido y en agradecimiento a las bendiciones recibidas. La más grande tiene grabado el nombre del Papa.
En el 2010, y luego de 50 años de casados, Hugo Caruso falleció. Pero su esposa quiso mantener vivo el espíritu de solidaridad que lo caracterizó. Decidió hacer una importante donación a la parroquia Santísima Trinidad en su memoria. ’Siempre escuchaba repiquetear las campanas de la capilla del Colegio del Tránsito y pensaba qué le hacía falta un par a la parroquia de Trinidad, localidad donde nací. Como vi que el sacerdote comenzó a ampliar la parroquia decidí regalarle 2 campanas para que coloque en el campanil que se hará allí. Cada vez que las escuche sonar pensaré en Hugo y en nuestro Señor’, dijo la mujer.
Luego de tomar la decisión de hacer esta donación, Élida comenzó con la búsqueda de un fabricante. Unos amigos le dijeron que los mejores estaban en Santa Fe y que eran dos hermanos de apellido Bellini. ’Conseguí el teléfono de la fábrica y los llamé. Me atendió Miguel Bellini que me indicó qué tipo de campana convenía hacer. Los contraté, pero se demoraron en entregar el pedido porque las primeras salieron con una falla en la aleación de cobre y estaño. Pero el retraso me vino bien’, agregó.
Élida contó que mandó a parar la fabricación porque se acercaba el día del nombramiento del nuevo Papa, y ella quería que en la de mayor tamaño se grabara su nombre. En la campana de 130 kilos se puede leer Papa Francisco, y según la mujer, es la única en el país en tener el nombre del Sumo Pontífice.
La mujer no quiso decir cuánto le costaron las campanas, sólo agregó que cada una tuvo un precio de 6 cifras.
El año pasado, Miguel Bellini en persona trajo las campanas hasta la propia casa de Élida. Debido al tamaño y peso de las mismas tuvieron que contratar a 6 obreros para bajarlas del vehículo y guardarlas dentro de la vivienda. Élida fue quien también pagó por esa ayuda.
No es la primera vez que esta mujer realiza donaciones con fines religiosos. Tampoco será la última. ’Con mi marido viajábamos mucho por el mundo y vivíamos de fiesta. Un día, viendo a la gente humilde de un pueblo persignarse ante una cruz con tanto respeto, le dije a Hugo por qué no hacemos algo para agradecerle a Dios todo lo que tenemos. Hay que acordarse de Él siempre y no sólo cuando se lo necesita. Hugo me dijo fijate qué podemos hacer’, dijo la mujer.
La primera obra solidaria con fines religiosos de este matrimonio fue la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de Andacollo en El Rincón, Albardón, en 1994. De ahí, continuaron con la ayuda en otros templos, tarea que Élida aún sigue.
Le diagnosticaron un tumor en el ojo izquierdo y ella le pidió a San Expedito que la sanara. Al recibir ’ésta gracia’ decidió donar material para que terminen de construir el templo en honor a este Santo, en Bermejo.
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