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La historia de las campanas de la Iglesia de San Bartolomé de Alfondeguilla y las personas que han desempeñado el papel de sacristán en la parroquia han ido ligadas desde siempre. A lo largo de los años, ha sido el sacristán el encargado de dar los toques en este municipio.
Antes de la barbarie del año 1936 fue campanero José Rodríguez Valls y el sacristán de la parroquia de San Bartolomé de Alfondeguilla, José Clavell Beltrán, el tío Monic.
Terminada la Guerra Civil en 1939 el encargado era el entonces sacristán Juan Beltrán Villalba, el tío Joanet el Corones, abuelo del actual cartero; el sacristán Esteban Fonfría Rodríguez; el sacristán y alguacil Arturo Vilalta Ventura; Vicente Herrero Valls, que lleva de sacristán desde 1954.
Los campaneros que se encargaban de realizar los volteos hasta el año 1985 -año en que se mecanizan las campanas- eran varios. Entre ellos: Vicente Benet Ventura, el tío Foliga; Francisco Milla Clavell, Paco el Bleda; José Ventura Ferrando, el Señorón; Salvador Font, de la tía Genoveva; Vicente Milla Andrés, Rondanet. Estos vecinos además de voltear hacían de coeters, puesto que se encargaban de tirar alguna traca y boletes.
Otras personas que han tocado las campanas han sido: Cecilia Font Clavell, la tía Cecilia; Juan Beltrán Font, Joanet el Cartero; el actual segundo sacristán Benigno Valls Clavell; Trinidad Martínez Font.
Durante la Guerra Civil (1936-1939), las campanas de Alfondeguilla sufrieron saqueos. Y no fue hasta terminada la contienda bélica española cuando se repusieron las campanas. Concretamente fue en el año 1941 cuando fueron bendecidas por el cura castrense hijo de Alfondeguilla, Mosén Eduardo Galindo Rodríguez. Desde 1939 -terminada la Guerra Civil- hasta 1941 los toques en Alfondeguilla se realizaban con hierros. Las nuevas campanas las pagó el ayuntamiento de Alfondeguilla, siendo el alcalde en aquella época Domingo Herrero Fonfría.
La iglesia parroquial de San Bartolomé de Alfondeguilla comenzó a construirse en el año 1609, hace ahora cuatrocientos años. Históricamente, los vecinos de Alfondeguilla han colaborado económicamente en la construcción del templo eclesiástico. Los hombres trabajaban todos los domingos, de forma altruista, en la construcción de la nueva iglesia, mientras que las mujeres hacían aixereta los domingos y el dinero que ganaban se donaba para pagar las obras.
Hace veinte años, en 1989 se inició la reforma de la iglesia. Concretamente los trabajos comenzaron el 15 de mayo de 1989 y finalizaron el 7 de noviembre del mismo año.
La torre del campanario en Alfondeguilla siempre ha estado unida físicamente a la iglesia, no obstante durante la Guerra Civil (1936-1939) el bando republicano hizo una puerta en el mismo campanario para poder acceder a la torre sin necesidad de entrar en el templo religioso. Esta puerta quedó tapiada una vez finalizada la guerra.
A mediados de la década de los 80, el campanario de Alfondeguilla se encontraba en un estado deplorable y se hacía indispensable una restauración. Las obras de reforma se iniciaron en 1985 y fueron promovidas por el Padre Leopoldo, aunque se llevaron a cabo durante la etapa del Padre Eusebio. La actuación ascendió a casi tres millones de pesetas de la época y fue costeada con las aportaciones vecinales. Durante un año, aproximadamente, los vecinos de Alfondeguilla participaron en unas rifas para costear las obras del exterior. Fue el 18 de mayo de 1985 cuando se bendijo el campanario y las nuevas campanas.
Los mayores todavía recuerdan cuando se tocaba a la desesperada cuando sucedía algo. Según explica el actual sacristán, Vicente Herrero Valls, las campanas sonaban en Alfondeguilla cuando había fuego. La forma de tocar era a la desesperada, para que todos los vecinos se enteraran de que sucedía algo. Vicente Herrero Valls recuerda la última vez que tocó a la desesperada. Fue el 17 de agosto de 2002, siendo el párroco Don Pascual de los Reyes. Una intensa lluvia caída aquel día encharcó la iglesia y era imposible que se realizara la misa. Así pues, Vicente Herrero Valls realizó un toque escandaloso. Inmediatamente varios vecinos y vecinas se acercaron a la iglesia. Entre todos se limpió el templo y se pudo celebrar la misa, aunque con una hora de retraso.
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