CARCHANO, María José - El sonido de las campanas a través de los siglos

El sonido de las campanas a través de los siglos

El tañido marcaba el ritmo de la jornada de los ciudadanos y avisaba de emergencias como un incendio o un parto difícil

La Consueta de Herrera, fechada en 1705, recoge las partituras de toques tradicionales en la Catedral de Valencia


¿Sabía que durante los meses de verano las campanas de las iglesias volteaban con insistencia, con el objetivo de alejar las tormentas? Desde la Cruz de Mayo, el día 3, hasta el 14 de septiembre, lo que se conocía como el horario de verano en la antigüedad, se escuchaba el toque de tormentas, que «incluso pretendía acercarlas al municipio con cierta malicia, incluso en la actualidad en algunos pueblos de l'Horta», explica Francesc Llop, presidente de los Campaners de la Catedral de Valencia y antropólogo, que se ha dedicado durante años a recuperar la figura del campanero y el uso tradicional de las campanas.

Durante siglos, desde la llegada de Jaume I y la reinstauración del Cristianismo, el toque de campanas era «el coordinador de la sociedad», relata Llop. Más allá del punto de vista religioso, «en un momento en que la gente depende de la luz del sol para salir a la calle, y del reloj público para saber la hora, las campanas organizan la vida social». Y es que los toques tradicionales tienen mucho que ver con los ciclos naturales, es decir, el del alba, que marcaba la oración de inicio de la jornada, no servía para otra cosa que para despertar a los vecinos; indica que se está haciendo de día, y por ello su duración. «Los diversos toques, con contenido religioso, van marcando el ritmo de la jornada, es decir, las horas de parar o de volver al trabajo», afirma.

Francesc Llop explica en este sentido que los toques tradicionales eran tan importantes que en unas Ordenanzas Municipales de Valencia, hacia 1910, se indica que los vehículos a motor «encenderán las luces por la noche al segundo toque de oración», lo que implica que la gente conocía los toques y que además se escuchaban en toda la ciudad, mucho más silenciosa que en la actualidad. «Tocaban de siete a diez veces al día (alba, laudes, misa conventual, consagración, fin de la misa, mediodía, vísperas, oración de la tarde, ánimas al principio de la noche...)».

Emergencias

Si los toques religiosos ordenaban el ritmo de la jornada de los vecinos de Valencia, los que tenían un contenido civil servían para avisar de situaciones de emergencia, como un incendio en la población, o por el cierre de murallas en el caso de la capital, un toque que se ha recuperado gracias a la asociación de campaneros que preside Francesc Llop. Este toque servía para avisar a aquellos vecinos que todavía no habían entrado que si no lo hacían de inmediato pasarían la noche «a la luna de Valencia». Pero además había otro tipo de toques, como aquel que anunciaba partos difíciles, o incluso aquel que servía para sacar las almas del purgatorio.

Francesc Llop destaca que los toques tradicionales de campanas son el único sonido que podemos escuchar tal y como se dejó sentir durante siglos. No en vano, la Consueta de Herrera, fechada en 1705, recoge las partituras de los toques tradicionales en una torre, la del Micalet, que ya entonces albergaba diez de las once campanas que existen en la actualidad. «Y es una sensación maravillosa, una especie de túnel del tiempo: hoy, nosotros, para los que nos rodean, estamos tocando campanas muy antiguas, con partituras antiguas, y produciendo los mismos sonidos que sonaron durante siglos en la ciudad. Ningún otro instrumento puede decir lo mismo».

¿Suenan del mismo modo desde la Reconquista? Llop recuerda que a pesar de las tradiciones que hablan de vírgenes encontradas debajo de campanas y, por tanto, de objetos anteriores a la larga época de cultura islámica en nuestras tierras, no hay constancia de la existencia de ninguna campana anterior a la llegada del Conquistador. Incluso es sabido que Jaume I traía pequeñas campanas, que hacía sonar al ocupar las ciudades, de modo que Ibn Al Abbar se queja, ya en 1238, del 'ruido de las campanas que sustituye a la voz que llama a la oración'. Las campanas son la voz de la nueva civilización cristiana y europea.

Desde entonces no han dejado de sonar, aunque la forma de los toques y el significado se va adaptando a las necesidades de la sociedad a lo largo de los siglos. Primero las campanas estaban fijas, luego comenzaron a oscilar hasta quedarse invertidas. Hacia 1560 empezaron a voltear hasta nuestros días. Además, las Catedrales marcaban un estilo de toques en su territorio. «Por eso las campanas de la diócesis de Valencia tienen cierto parecido. Pero luego había diferencias locales, para identificar la propia torre, incluso en un lugar con tantas parroquias como Valencia. Por poner un ejemplo radical: el final del toque de fiesta de la ciudad es el toque de muertos solemne de l'Horta. Cada uno entendía sus campanas y pensaba - y sigue pensando - que las suyas son las mejores, que las otras valen poco, y que las peores del mundo son las del pueblo de al lado», bromea Francesc Llop.

Decadencia

Hay varios momentos en que los toques tradicionales de las campanas entran en desuso, casi todos en el siglo XX. Por un lado, la disminución de rituales, ya a principios de siglo, y otro, la quema de iglesias y la destrucción de cientos de campanas en 1936. Sin embargo, como eran tan importantes, acabada la guerra, hasta 1942, no solo se repusieron las perdidas sino que aumentó su número en Valencia y en el resto de poblaciones del territorio.

Pero las tradiciones religiosas se iban perdiendo a partir de los años 60. «Para ser moderno había que simplificarlas o suprimirlas, a lo que contribuyó una lectura muy radical y simplista del Concilio Vaticano II», lamenta el antropólogo, quien explica que en el afán de esa 'modernidad' la Comunitat Valenciana fue la primera en mecanizar las campanas, lo que supuso que prácticamente hacia 1975 habían desaparecido los campaneros tradicionales.

Pero el hecho de ser los primeros en mecanizarlas tuvo sus ventajas: fuimos los primeros en recuperar los toques manuales de campanas, que ya no se ve como una obligación ni como una devoción, sino sobre todo como un hecho cultural y patrimonial, sobre todo desde su declaración en 2013 por parte de la Generalitat Valenciana como Bien Inmaterial de Interés Cultural. Hay una treintena de grupos de campaneros en la Comunitat que tocan, investigan, conservan y difunden ese patrimonio sonoro. El último que se ha creado ha sido el de Villar del Arzobispo, que después de 40 años han recuperado el toque manual, y que actuaron por primera vez el pasado 14 de agosto, víspera de la Asunción de la Virgen. «Desde que se recuperaron en 1988 los toques manuales en la Catedral de Valencia y de Segorbe se han ido formando nuevos grupos y actualmente ya hay más de 200 campaneros en la Comunitat, la mayoría con menos de 30 años».

CARCHANO, María José
Las Provincias (20-08-2016)
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    Actualización: 19-03-2024
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